viernes, 17 de abril de 2020

UNOS PACTOS INNOBLES, SIMULADOS


Tengo un documento gráfico donde se ensalza el utilitarismo como exordio radical de intervención con enfermos por coronavirus. Probablemente sus principios sean muy útiles en diferentes campos del proceder humano, pero cuando hablamos de vida y muerte éticamente son inaceptables. La situación a que nos ha llevado el coronavirus Covid-19, por su novedosa estructura e improvisación injustificable de un gobierno inepto, cuanto menos, ha sido espeluznante. Sin protección adecuada para personal sanitario, sin test que indicaran quien estaba contagiado (y por tanto con posibilidad, a su vez, de contagiar), sin UCIs, sin camas, etc. es comprensible la adopción de medidas extremas. Llegados a este punto, surgen cuestiones cuyo tratamiento puede considerarse improcedente; para muchos, inadmisible, homicida, litigante.


Cuando los casos desbordaron cualquier expectativa, hubo órdenes fundamentadas en un utilitarismo canallesco (aledañas al nazismo) dadas, presumiblemente, por este gobierno “progresista”, de izquierdas. No existe razón alguna para que vivir o morir sea sometido a cálculos reprensibles e inhumanos. Han muerto bastantes ancianos -a veces no tanto- abandonados, solos, en su último viaje y cuya aprehensión, hilachas de tiempo, han rebatido sus familiares. Determinar quién recibe una cama de UCI, tal vez un respirador, significa atribuirse un papel supremo, omnipotente, para cualquier humano, más si por añadidura es fiel lacayo de la ineptitud y del apocamiento. Llegados al extremo, en vez de asumir culpas, recaderos fieles a Sánchez y él mismo, van denunciando a expertos duchos como inductores de consejos, medidas y confinamiento. Así, cobardemente, puede encubrir su dominio arrogante tras un biombo enmascarado por el yerro ajeno. Constituye la forma ignominiosa de alentar una pretendida impunidad judicial y política.


Lo dicho es prueba suficiente para constatar el impudor que exhibe nuestra izquierda patria cediendo a las tesis del siempre reprobado Stuart Mill, uno de los padres del utilitarismo. Aplicar argucias dejando al descubierto intereses marginales, indica con cuan escaso crédito debiéramos computar cualquier pacto o acuerdo. Ocurre -sin apenas duda alguna e históricamente corroborado- cada vez que el PSOE coparticipe del mismo. Advertir almas cándidas en cualquier espacio ideológico significaría pecar neciamente, pero no es óbice para que alguno alcance el cénit. Los partidos inclinados a unir su futuro incierto al calamitoso presente de la coalición social-comunista, deben analizar si quieren mejorar el país o pretenden una añagaza que revitalice un gobierno astroso, desarticulado. Conociendo a los personajes, yo certificaría la segunda opción.


Este gobierno, junto a sus subvencionados medios proclives, lanza diversos mensajes (aparentemente inocentes) para ir cociendo a fuego lento la opinión pública e intentar cambios básicos en nuestro actual sistema, superando cualquier residuo soberano. Ya en dos mil trece, un editorial de El País bajo el epígrafe “Remedio y enfermedad” objetaba al gobierno chipriota por gravar los depósitos asegurando que “sería peor el remedio que la enfermedad”. Iglesias lleva días amenazando con medidas nacionalizadoras sobre la propiedad privada, en aras al interés general, sin ver comentario alguno sobre esta reserva expropiatoria y totalitaria. Tampoco censura rotunda, del presidente. Falta saber si le atenazan desconocidos temores o si comparte, a plena convicción, estas proclamas acordes a una lectura ad hoc de la Constitución. Cabe preguntarse y especular, asimismo, sobre qué objetivo pretende el ministro del interior afinando, un mes después, la normativa expresada en el BOE al declararse el Estado de Alarma.


Varias perlas adornan perversa e inicuamente este gobierno; entre otras, destaca la de un miembro puntero, “soberbio”, anunciando sobre dieciocho mil muertos que hoy es prioritario respaldar la república. No obstante, Tezanos y su CIS comanda el ranking de la maraña, del vacile. Creo que el sociólogo se ha superado (estadio o circunstancia rayana con lo imposible) al incluir en su última prospección la siguiente pregunta: (¿En estos momentos habría que prohibir la difusión de bulos e informaciones engañosas y poco fundamentadas por las redes y los medios de comunicación social, remitiendo toda la información sobre la pandemia a fuentes oficiales, o si consideran…?). Se me ocurren dos interpelaciones sobre la pregunta en cuestión. ¿Pretende el señor Tezanos gestar una censura previa e incluso cerrar cualquier medio opuesto a la “verdad revelada”? ¿Quién decide qué es bulo y qué no o, mejor aún, quién legitima al legitimador de la verdad?


Ante la invitación que el presidente del gobierno realiza al resto de siglas nacionales para acompañarlo en su viaje al infierno político, debo hacer unas cuantas reflexiones. Si realmente se quiere la “reconstrucción nacional” es imprescindible, vital, que tanto Pedro como Pablo se vayan a su casa. Más diría, con ellos la democracia se encuentra sometida a permanente desgaste (incluso su práctica desaparición en algún aspecto) del que cada vez se advierten mayores menoscabos. Sánchez ha probado insistentemente que a España, si obstaculiza aquello que ambiciona, la traiciona, le importa un bledo. Según lo dicho, Ciudadanos ha tomado el camino inequívoco hacia su desaparición si termina por adherirse a un farsante. Por otra parte, Casado no puede aceptar -sin durísimas previas y contraprestaciones- el abrazo falso, timador, o jamás será presidente del gobierno porque Vox monopolizará a los descontentos e indignados con este gobierno. 


Hallo difícil valorar correctamente a quien rehúya los requerimientos de Sánchez para reconstruir el país, en puridad salvarle a él las vergüenzas. Un señor mentiroso, falsario, arrogante, se ubica en las antípodas de lo provechoso para España y los españoles. Por tanto, cuanto más lejos de él mejor. Mahatma Gandhi, nada sospechoso de inconsciente o botarate afirmaba: “Si hay un idiota en el poder es porque quienes lo eligieron están bien representados”. Este mensaje nos indica dos únicos caminos: rectificamos o seguimos siendo idiotas. Proteger a Sánchez para que pueda eternizarse en el poder implica saciar nuestra estupidez. La solución definitiva de algo adverso es extinguir la causa excusando parches temporales, inoperantes; hay que cortar por lo sano. 


Termino con una indicación. Los medios adquieren un papel extra en la presión sobre la derecha para aceptar las fullerías de Sánchez. ¡A callar!, mandan expresamente. Como aldaba ruidosa, coercitiva, expongo una muestra entre miles. Hace tres jornadas, un progre presunto, matizaba en Tele 5 al experto -de pasada y sin refutar ningún argumento- que criticar de forma poco próvida a Tezanos, al CIS, inducía al descrédito de las instituciones, asimismo de la democracia. Javier Ruiz (desde mi punto de vista comunicador sagaz, agudo, pero con cierto tamiz ideológico) cometió dos errores: desviar el tiro, porque accidente y esencia no son confundibles salvo intención fraudulenta y, a resultas, poner en almoneda la deontología periodística.

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