viernes, 18 de julio de 2014

CUIDADO CON TOMAR DECISIONES DRÁSTICAS


Lo he proclamado en varios artículos. Soy escéptico por naturaleza, particularidad que llega al apogeo cuando se trata de doctrina política o religiosa. Si repasamos el devenir del hombre, estaremos de acuerdo en que las mayores aberraciones fueron cometidas por gentes escudadas tras bellos conceptos: libertad, igualdad, fraternidad, amor, religión, etc. Últimamente democracia. ¿Cuántos han sufrido persecución y muerte aferrados al dogma, a cualquier dogma? ¿Cuántos quedan por experimentar métodos y conductas tiránicas adscritas a lobos con piel de cordero? Vivimos una encrucijada excepcional. Los escollos capitalistas constituyen el reclamo apropiado para la aparición de personajes siniestros. Recordemos a Lenin, Stalin, Mussolini o Hitler. Todos ellos surgieron a la sombra de momentos penosos que no supieron suavizar tras millones de muertos.

Uno sale de la indigencia antes o después y lo hace sin zarpazos físicos. Puede que le acompañe algún abatimiento moral; nada definitivo. No obstante, se ignora cuál sería el infortunio que nos deparara un sistema opresor, sea nazi o totalitario. Ambos se aluden como regímenes de exterminio y de penuria moral. Asimismo, viejas y nuevas referencias originan dudas sobre supuestos éxitos económicos, pese al control absoluto de los factores que intervienen en el proceso. Es decir, semejantes sistemas garantizan falta de libertad, pobreza y muerte.

Esta cosecha es común a los pueblos sometidos, sean cubanos, venezolanos, coreanos, chinos o camboyanos. Un ejemplo de seducción social viene determinado por la frase entresacada de “Monarquía o Democracia”, obra de Pol Pot: “La monarquía es un vil postulado que vive de la sangre y el sudor de los campesinos. Solo la Asamblea Nacional y los derechos democráticos darán a los camboyanos un espacio de respiro… La democracia que reemplazará a la monarquía es una institución sin igual, pura como el diamante”. Su rúbrica la sellaron dos millones de muertos. El tirano pudo estudiar,  y empaparse de leninismo, en Paris gracias a una beca real. Aquellos años le sirvieron para cristalizar su sanguinaria revolución.

PSOE y PP, junto a un extravío que lo envuelve todo, son los promotores -al menos- de las horribles consecuencias generadas por una crisis extraordinaria. Zapatero no la quiso ver y Rajoy se empeña vanamente en protagonizar su remate. El dúo constata cierta vocación trolera, manipuladora y antiestética. Seis millones de parados, declive de la clase media, salarios de pobreza, justicia discrecional, indultos extravagantes y una juventud sin futuro hacen de este país un sabroso bocado para el populismo liberticida. La advertencia que transmitió el votante en las europeas a los partidos mayoritarios, ha caído en saco roto. Aquel “aprender la lección” no pasó de un voluntarismo fatuo o malicioso. Miran el dedo en lugar del objeto. Son muy cenutrios o nos entretienen con aquella disputa tópica, picaresca, y que le puso cuerpo Enrique Arbizu en el filme “Todo por la pasta”. 

No me extraña que el CIS atribuya a Podemos una intención de voto sorprendente. He oído a su líder en bastantes ocasiones. El análisis que efectúa es irreprochable. Nadie puede oponer razonamientos sólidos, rigurosos, para argüir lo erróneo de su diagnóstico. Le noto, sin embargo, divergencias notables entre palabras, arrebatos y obras. Aventaja en la brega a muchos de quienes se encuentran lejos de su órbita. Apunta una gran capacidad de adaptación, de confundirse con el terreno. A veces, un buen observador advierte ciertos tics que intranquilizan. Ocurre cuando no domina el pensamiento. Lo materializa -incapaz de someterlo al ámbito psíquico, pese a sus esfuerzos- en palabras cargadas de arrogancia, dogma ridículo, desafío y radicalismo antidemocrático. ¿Conjetura? ¿Realidad? Como siempre, el juez Cronos determinará si es un político idealista, un aprendiz de tirano o un jeta muy preparado y ambicioso. Sea cual el sesgo, pudiera resultar molesto para una sociedad ahíta de hostilidad.

Yo tampoco estoy de acuerdo con el horizonte inmediato. Es evidente que ni puedo ni  quiero cargar sobre mis anchas espaldas la misión salvadora de una sociedad bastante enferma. Además, no creo que alguien esté dispuesto a ello “gratis et amore” por muy humano y virtuoso que se presente. Prefiero facilitar puntos para una reflexión serena e íntegra. Luego, cada cual debe luchar a fin de conseguir un mundo mejor y más justo. Siempre que este desvelo sea sincero, cualquier providencia me parecerá ajustada a las expectativas sociales. Desde mi punto de vista, se hace necesario terminar con la podredumbre que paraliza el sistema. No sustituyendo unos partidos conocidos por otros sospechosos, sino ilegitimando a estos políticos culpables con la abstención total. Que se voten ellos, su familia y acomodados. Partidos democráticos sí, pero con otros fundamentos.

Si se me permite, aconsejo a mis conciudadanos que permanezcan alerta, que piensen los pros y contras de su decisión, que no se dejen engatusar por cánticos de sirena. Hay que exigir más democracia, más gobierno para los individuos y menos para esa élite política, sindical, financiera y judicial que prefiere detentar un poder contra el pueblo en lugar de ostentar un poder justo y equitativo; democrático. Al final -falto de estímulos pero con arrojo- pienso como millones de españoles hartos de tanta indignidad. Lo concreta y describe de forma plástica una frase poco caritativa: “o fornicamos todos o la puta al río”. La puta es España. Pese a esta disyuntiva y a un escenario favorable para el descalabro, espero que se imponga la cordura.

 

viernes, 11 de julio de 2014

SAN EXPEDITO, UN SANTO MUY INVOCADO




 
La historiografía creyente cuenta que San Expedito tercia en causas urgentes e imposibles. Apreciamos que, a lo largo de los últimos tiempos, viene haciendo horas extras. Hasta es probable que se haya contratado a estajo. Sorprende tanta abundancia de actividad en la España del paro. Sin embargo, esta coyuntura tiene una explicación simple. La podredumbre que ensombrece la vida pública y el apresuramiento de los partidos (sobre todo del PP) por ofrecer algún papel estimulante, no le permiten un segundo de descanso al paciente mártir. A su pesar, aparte de aclamaciones, recibe censuras por ese empleo dual no siempre bendecido.
Empiezo por la, presunta, última injerencia. El informe recorre todos los medios. Es una noticia no ya indecente e inconcebible sino abiertamente milagrosa. Un hijo de Pujol (Pujol Jr.) “cobró casi cinco millones por unos terrenos con valor catastral de novecientos euros”. El lector estará de acuerdo en que se hace necesaria la maniobra de San Expedito para cosechar semejante ganga. Un ingenuo interrogante importuna al ciudadano. ¿Actuará sin que la militancia, o aversión a ella, imponga límites al individuo? ¿Ofrecerá para todos el mismo rasero? Si la respuesta fuese afirmativa, implicaría barra libre en el rédito. Siendo realistas, deduzco que los negocios afectos a cualquier ciudadano corriente se encuentran huérfanos de tan ubérrima intercesión. Qué le vamos a hacer. 
No parece ser el primer caso. Conjeturo que tampoco será el postrero. Dividendo tan extraordinario le sirvió a Felipe González para vender una participación accionarial de trescientos setenta y seis euros, en la empresa tecnológica Oyauri, por trescientos diez mil en un mes. Se deduce, dados los escasos conocimientos del ex presidente en esta materia, que el pelotazo le vino por recomendación sobrenatural. Encima no precisó pagar comisiones ni otro tipo de emolumentos; es decir, lo recibió limpio de polvo y paja. Ignoro las miradas glotonas con que le obsequiara ese Carpanta llamado Hacienda. Recelo una mirada honesta -nada concupiscente- exclusiva para prebostes del régimen.
Algunos (se desconocen versiones en sentido contrario) no apetecen especulaciones inmobiliarias ni azares bursátiles. Menos temerarios, prefieren la actuación histriónica aunque precisen de catalizadores para adelantar el espectáculo. Tal escenario le afecta al PP. Pasados casi tres años de legislatura con magros resultados -si no negativos- el ejecutivo necesita una ristra de medidas económicas que disimulen el desastre. Todavía no tienen claro si se tramitarán como Decreto Ley o como Proyecto de Ley. No obstante, cada día es más evidente que estos señores del gobierno utilizan la estrategia nefasta de sus rivales. Ahora manipulan y practican la demagogia con la misma maestría con que lo hicieron ejecutivos pretéritos.  Ahora, ellos son “dignos” candidatos al Goya.
Es incierto que el entorno financiero de España permita disposiciones tiempo atrás desaconsejables. En realidad estamos igual o peor que hace meses. Así parece corroborarlo cualquier dato frío; aquel que aún no ha sufrido el efecto contaminante  de la cocina. Deuda y déficit disparados desmienten semejantes supercherías. Las prodigiosas mentes del PP cometen dos errores fundamentales: desplazarse hacia el centro izquierda e imputar a la crisis el desafecto de su electorado. Debido al primero, el PSOE explora el espacio de Izquierda Unida y esta tropieza con Podemos. Al punto, una fuerza folk se convierte en problema nacional. Solo falta que aparezca -cosa muy probable- un partido de derecha radical para finiquitar la sobriedad y espíritu pactista gestado, con esfuerzo, mediados los setenta del siglo XX. Constituye pura y simplemente el típico aldabonazo electoral sin estimar consecuencias a medio plazo.
Ni PP ni PSOE comprenden nada. A los votantes del PP les mueve un proyecto ideológico porque para ellos -gente de clase media  con escasos problemas económicos- la crisis es considerable pero no prioritaria. Anteponen principios éticos y valores sociales. Por el contrario, el partido se nutre de desideologización y concentra su empeño en protagonizar un imposible: acabar con la penuria. Tienen las elecciones perdidas. El PSOE, por su parte, desea nutrirse de doctrina cuando su electorado anhela soluciones económicas ya. Equivoca el camino de revivir algo semejante al Frente Popular. No acierta en la estrategia. Asimismo, tampoco él ganará las elecciones. Enfilamos hacia la italianización del país y, como se actúe neciamente, a intentos totalitarios de consecuencias nada tranquilizadoras.
Estoy convencido de que San Expedito, en estos casos, hará oídos sordos. De donde retirará in aeternum su mano virtuosa es del requerimiento perpetrado por juristas de ANC (Asamblea Nacional Catalana). Según ellos, una Cataluña independiente no se haría cargo de la deuda nacional que les correspondiera. A cambio, exigen el dieciséis por ciento del valor total de España. Es decir, reniegan del pasivo pero reclaman el activo. Que San Expedito y el gobierno, en su caso, les compensen con vales o cupones.
 



 

viernes, 4 de julio de 2014

FUERA DE ESPACIO Y DE TIEMPO


Debido seguramente a una deformación profesional, procuro como labor primigenia clarificar conceptos. El DRAE, en su tercera acepción, señala que santón es “persona, entrada en años por lo común, muy autorizada o muy influyente en una colectividad determinada”. Para mí, carecen de atributos loables pero les suscribo cierta capacidad de predominio. Al punto, advierto a estos santones políticos y mediáticos -tan agitados y rastreros tras la sorprendente acogida de Podemos- que no pertenezco a partido alguno. Tampoco formo parte de la élite sindical, patronal o financiera. Soy un escéptico docente jubilado que procura evaluar escenarios y personajes. Alejado de los dogmas, oculto mis ideas porque diferentes lectores, sin que yo pueda evitarlo, me adscribirán a su antojo. Imagino que ninguno acertará, pero esto es otro tema.

Quiero manifestar -ya lo hice en un artículo anterior- mi sintonía con el análisis que realiza Pablo Iglesias de la situación a que nos han llevado nuestros próceres. Cautivo de la misma firmeza, yo hubiera suavizado las formas. Discrepo en el tratamiento propuesto. Le descubro unas extraordinarias dotes para el púlpito, para conquistar una numerosa grey o feligresía, con la carga dogmática que ello implica. Ignora, no obstante, o no ha sopesado lo suficiente, las leyes que rigen la dinámica de masas -amén de poderes- en diferentes espacios y tiempos.

Como primera providencia, equivocó el caldo de cultivo a cuyo contenido acomodara su praxis revolucionaria. Al igual que una metodología específica jamás puede servir de refugio a distintos educandos, tampoco tienen demasiada aplicación general prácticas revolucionarias ejecutadas, con éxito, en puntos concretos. Los países emergentes, eufemismo que oculta el atraso del tercer mundo, ofrecen amplias posibilidades. Incluso para el experimento subversivo. Solo arrastran un dilema: la dificultad de extrapolar métodos y resultados a otras naciones sin conexión antropológica. En un mundo globalizado, la crisis y la miseria dinamizan el hastío hacia la clase dominante. Por el contrario, favorece con matices el triunfo de quienes -real o arteramente- alientan la revolución en su más amplia acepción.

España, que vivió días de vino y rosas tiempo atrás, se encuentra desahuciada. Sin embargo, considero inverosímil que pudiera prevalecer una revuelta marxista a fin de sustituir una economía liberal por otra planificada. Incluso procuran enmascarar estos proyectos totalitarios (venidos del castrismo o chavismo) facturándolos con la reseña “made in” democracias formales. Podemos, junto a su líder mediático, persigue sin ningún freno tomar el poder. Imaginan que nuestro país les ofrece alguna posibilidad. Aciertan, siguiendo las enseñanzas bolivarianas (nueva cara del leninismo en el siglo XXI), cuando analizan los equívocos que han ido minando la vertebración social. Yerran, empero, al obviar las circunstancias.

Sí, esta piel de toro, está madura; igual que lo estaba hace cien años y doscientos. Siempre se mantuvo proclive a cualquier lance por arriesgado que fuera. Dos siglos de Historia así lo certifican. Los políticos, antaño y hogaño, han gobernado de espaldas al pueblo cuando no abiertamente contra sus intereses. Es una constante. Ahora, la coyuntura mundial y dos ejecutivos para olvidar -los liderados por Zapatero y Rajoy- han traído una crisis económica terrible. Si a esto le añadimos el grave jeroglífico institucional propuesto por Cataluña y País Vasco, amén de la desvertebración social provocada, cualquier intrigante consideraría haber encontrado el momento ideal.

Pablo Iglesias conoce la incultura general -y política en particular- que atenaza a los españoles. Por eso pone al descubierto aberrantes fallos de los, hoy, colegas (así le emplazó el italiano presidente interino del Parlamento Europeo). Además, promueve sugerentes, imprecisos y huecos gestos aprovechando todas las plataformas a su alcance. Tiene prisa por atesorar gran cantidad de acólitos en quienes sublimar sus dogmas populistas y demagogos. Me interesa su discurso como analista político aunque todavía no le haya oído proponer ninguna salida realista, razonable. Eso sí, le sobran quimeras. A lo peor son conejos ocultos en una chistera cada vez menos mágica.

Sin duda tiene un estupendo bagaje teorético; domina la oratoria y el tratamiento audiovisual. Pese al esfuerzo, la coherencia deja mucho que desear y, poco a poco, quedan al descubierto infinidad de embrollos, así como una actitud intolerante e iracunda. Quien limita su estrategia vertebral a las maduras, ha de soportar con flema las duras. Si le oponemos el hecho inmutable de que estamos insertos en la Unión Europea, OTAN y otras instituciones supranacionales, hemos de concluir que esa revolución sugerida es un bello brindis al sol. El siglo XXI y el espacio euro-occidental determinan que sus formulaciones económicas solo serían viables con un régimen totalitario. Asimismo, observamos que estos regímenes no aseguran el bienestar de la población pero si cercenan la libertad individual. Mi lucha se centra en la erradicación de la miseria y de la corrupción, pero no descansaría hasta anular la falta total de libertad.

 

 

jueves, 3 de julio de 2014

BENICALAP: LA DERROTA DE LA PALABRA


Al fin. El poder vence, que no convence. Cuando en una democracia se impone la fuerza al discurso, este se fortalece al tiempo que aquella se debilita. Por supuesto, la democracia queda convertida en mero instrumento al servicio de una élite.

Benicalap, barrio olvidado desde hace años, constituido -a ojos del Ayuntamiento- por una sumisa casta de intocables, carece de las dotaciones mínimas. Deficiente en colegios, instalaciones deportivas, culturales y de ocio, se esfuerza por acomodarse a las que están lejanas o son insuficientes: sanidad y transporte público.

Hoy, siendo alcaldesa Rita Barberá, delegado del gobierno Joaquín Castellano y presidente de Casa Caridad Antonio Casanova, se han reiniciado las obras al amparo, desproporcionado por el número, de policía nacional y local. Persisten en el error. Benicalap, respetando barriadas y circunstancias especiales, no es Gamonal ni Can Vies. Le sobran motivos, pero también estética en el estilo y fe en la razón. Estoy convencido de que tal escenario lo presagiaban tanto responsables políticos cuanto adláteres necesarios.

Poco se puede apelar ya. Quedan reducidos caminos para encauzar esa meta propuesta. En este país donde la equidad del poderoso escasea, la sociedad se inhibe y la justicia cojea, queda como pobre consuelo -y sin ánimo de ofender- aquella paremia popular, restauradora, justiciera: “A cada cerdo le llega su San Martín” o esta otra más ortodoxa pero menos perceptible y plástica: “Al freír será el reír”.

Sí, construirán el complejo por las bravas a falta de transparencia. Pareciera que les subyuga un prurito en vez del tiento. ¿Acaso pretenden echar un pulso? ¿A quién? Ya, a sus demonios de momento; a una incógnita con el tiempo.

martes, 1 de julio de 2014

REFLEXIONES EN TORNO AL MACROPROYECTO DE CASA CARIDAD


Las cosas, a veces, no son lo que pareen. Hoy, hablar de idealismo y de servicio a los demás, salvo casos sublimes, se convierte en reclamo contemporizador cuando no lucrativo. Según resulte el desarrollo de los acontecimientos, es necesario -para evitar errores, así como confusión interesada de vocablos, mensajes y normas- deslindar conceptos. Prebostes adscritos a todas las siglas e instituciones administran la maraña entre ser y ente. Faltos de diferencias precisas, este se vislumbra imperecedero, inmutable, benéfico. Aquel se descubre contingente; configura una sustancia putrefacta, viciada. Para Heidegger, ser es tiempo porque las cosas que son no permanecen sino que se dan en un horizonte temporal. Por tanto, puesto que el acaecer supone mejora o deterioro, todo ser está sujeto por igual a la dicotomía bondad-maldad.

Centrándonos en el debate que nos ocupa y utilizando un lenguaje coloquial, altruismo, solidaridad, templanza, incluso justicia social pueden juzgarse entes, principios intachables. Gobierno, Cruz Roja, Casa Caridad, etc., a su vez, alcanzan la consideración de seres, instituciones, cuya encarnadura -contingencialidad- viene determinada por sus correspondientes gobiernos o juntas directivas. Todos ellos atesoran luces y sombras. Mientras existen, unos y otros despliegan comportamientos generosos, loables, para renegar (en circunstancias distintas) de tales probidades y tropezar con los excesos más repugnantes. Quienes representan las instituciones mencionadas, a lo largo de los tiempos, son protagonistas exclusivos de elogios o reproches.   

Los gobiernos abarcan varios siglos de existencia, sin que tal coyuntura añada ningún plus de pedigrí benefactor. No tiene el porqué. Es más, en las últimas legislaturas no han desarrollado un ápice de justicia social, menos una actividad filántropa. Estamos hablando de exigencia no de voluntarismo caritativo o escrúpulo humano. Cruz Roja lleva siglo y medio de vida realizando una labor humanitaria impagable. Sin embargo, tuvo en Carmen Mestre una presidencia onerosa y nefasta. Constituye la iniquidad temporal reseñada. 

Casa Caridad, como ente, tiene el prestigio, la consideración, que sus principios le trasfieren; como ser, lleva un siglo ganándose el reconocimiento de los valencianos. Sucesivas directivas, hasta ahora, han establecido una correspondencia plena entre preceptos y realizaciones. La directiva actual se encuentra en una encrucijada compleja. Sólo ella conoce los pormenores para adoptar una u otra medida ante el dilema que se le plantea. De su fallo depende la suma o sustracción de méritos. El tiempo aclarará si este proyecto de Benicalap, fuertemente censurado por la barriada, oculta o no una especulación inmobiliaria opuesta a los principios gestores de tan añeja y encomiada ONG.

Sospecho que la celeridad e improvisación del Ayuntamiento obedecen a razones políticas, aun económicas. La fanfarria que acompaña al proyecto dista mucho de la discreción que exige la propia doctrina eclesiástica. Que tu mano izquierda, dice, no sepa lo que da la derecha. Claro, la Biblia se refiere a las extremidades y no a las posiciones doctrinales. A mayor inri, su regidora se permite el lujo de recriminar a aquellos vecinos que luchan por un barrio expedito. Los acusa, al menos, de inhumanos e insolidarios. Ignoro qué o quién le concede el derecho de etiquetar a unos contribuyentes que se sienten inquietos por el hábitat en que han de vivir ellos y sus hijos.

Señores gobernantes, dejen de mirar a otro lado cuando inquieran la razón del desapego a la clase política. Sin más, entonen el mea culpa. Por si no se han dado cuenta, están lanzando piedras a su propio tejado.