La
historiografía creyente cuenta que San Expedito tercia en causas urgentes e
imposibles. Apreciamos que, a lo largo de los últimos tiempos, viene haciendo horas
extras. Hasta es probable que se haya contratado a estajo. Sorprende tanta abundancia
de actividad en la España del paro. Sin embargo, esta coyuntura tiene una
explicación simple. La podredumbre que ensombrece la vida pública y el apresuramiento
de los partidos (sobre todo del PP) por ofrecer algún papel estimulante, no le permiten
un segundo de descanso al paciente mártir. A su pesar, aparte de aclamaciones,
recibe censuras por ese empleo dual no siempre bendecido.
Empiezo
por la, presunta, última injerencia. El informe recorre todos los medios. Es
una noticia no ya indecente e inconcebible sino abiertamente milagrosa. Un hijo
de Pujol (Pujol Jr.) “cobró casi cinco millones por unos terrenos con valor
catastral de novecientos euros”. El lector estará de acuerdo en que se hace necesaria
la maniobra de San Expedito para cosechar semejante ganga. Un ingenuo interrogante
importuna al ciudadano. ¿Actuará sin que la militancia, o aversión a ella,
imponga límites al individuo? ¿Ofrecerá para todos el mismo rasero? Si la
respuesta fuese afirmativa, implicaría barra libre en el rédito. Siendo
realistas, deduzco que los negocios afectos a cualquier ciudadano corriente se
encuentran huérfanos de tan ubérrima intercesión. Qué le vamos a hacer.
No
parece ser el primer caso. Conjeturo que tampoco será el postrero. Dividendo tan
extraordinario le sirvió a Felipe González para vender una participación
accionarial de trescientos setenta y seis euros, en la empresa tecnológica Oyauri,
por trescientos diez mil en un mes. Se deduce, dados los escasos conocimientos
del ex presidente en esta materia, que el pelotazo le vino por recomendación sobrenatural.
Encima no precisó pagar comisiones ni otro tipo de emolumentos; es decir, lo
recibió limpio de polvo y paja. Ignoro las miradas glotonas con que le
obsequiara ese Carpanta llamado Hacienda. Recelo una mirada honesta -nada
concupiscente- exclusiva para prebostes del régimen.
Algunos
(se desconocen versiones en sentido contrario) no apetecen especulaciones
inmobiliarias ni azares bursátiles. Menos temerarios, prefieren la actuación
histriónica aunque precisen de catalizadores para adelantar el espectáculo. Tal
escenario le afecta al PP. Pasados casi tres años de legislatura con magros
resultados -si no negativos- el ejecutivo necesita una ristra de medidas
económicas que disimulen el desastre. Todavía no tienen claro si se tramitarán
como Decreto Ley o como Proyecto de Ley. No obstante, cada día es más evidente
que estos señores del gobierno utilizan la estrategia nefasta de sus rivales. Ahora
manipulan y practican la demagogia con la misma maestría con que lo hicieron ejecutivos
pretéritos. Ahora, ellos son “dignos”
candidatos al Goya.
Es
incierto que el entorno financiero de España permita disposiciones tiempo atrás
desaconsejables. En realidad estamos igual o peor que hace meses. Así parece corroborarlo
cualquier dato frío; aquel que aún no ha sufrido el efecto contaminante de la cocina. Deuda y déficit disparados
desmienten semejantes supercherías. Las prodigiosas mentes del PP cometen dos
errores fundamentales: desplazarse hacia el centro izquierda e imputar a la
crisis el desafecto de su electorado. Debido al primero, el PSOE explora el
espacio de Izquierda Unida y esta tropieza con Podemos. Al punto, una fuerza
folk se convierte en problema nacional. Solo falta que aparezca -cosa muy
probable- un partido de derecha radical para finiquitar la sobriedad y espíritu
pactista gestado, con esfuerzo, mediados los setenta del siglo XX. Constituye
pura y simplemente el típico aldabonazo electoral sin estimar consecuencias a
medio plazo.
Ni
PP ni PSOE comprenden nada. A los votantes del PP les mueve un proyecto ideológico
porque para ellos -gente de clase media con escasos problemas económicos- la crisis es
considerable pero no prioritaria. Anteponen principios éticos y valores sociales.
Por el contrario, el partido se nutre de desideologización y concentra su empeño
en protagonizar un imposible: acabar con la penuria. Tienen las elecciones
perdidas. El PSOE, por su parte, desea nutrirse de doctrina cuando su
electorado anhela soluciones económicas ya. Equivoca el camino de revivir algo
semejante al Frente Popular. No acierta en la estrategia. Asimismo, tampoco él
ganará las elecciones. Enfilamos hacia la italianización del país y, como se
actúe neciamente, a intentos totalitarios de consecuencias nada
tranquilizadoras.
Estoy
convencido de que San Expedito, en estos casos, hará oídos sordos. De donde
retirará in aeternum su mano virtuosa es del requerimiento perpetrado por
juristas de ANC (Asamblea Nacional Catalana). Según ellos, una Cataluña
independiente no se haría cargo de la deuda nacional que les correspondiera. A
cambio, exigen el dieciséis por ciento del valor total de España. Es decir,
reniegan del pasivo pero reclaman el activo. Que San Expedito y el gobierno, en
su caso, les compensen con vales o cupones.
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