viernes, 25 de septiembre de 2020

SUFRIMOS UNAS DANA MEDIÁTICO-POLÍTICAS

 

Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA), antes denominada “gota fría”, es un fenómeno meteorológico que provoca lluvias intensas cuando convergen, a gran altura, una masa de aire frio con otra caliente y húmedo. Otoño o primavera son las estaciones en que se genera, por áreas del Mediterráneo, provocando cuantiosas pérdidas materiales y alguna humana. Curiosamente, el fenómeno se repite año tras año, desde tiempos inmemoriales, y siempre pilla al personal fuera de juego, sin tomar ninguna medida atenuante. Encauzar torrenteras, limpiar lechos, evitar construcciones en correntías naturales, etc. evitarían bastantes molestias, cuando no tragedias. Da igual (igual da), según dicen —y debe ser cierto— el hombre es el único animal que tropieza dos veces, o las que hagan falta, en la misma piedra.

La DANA mediática (Detractores Arrogantes Notician Aguachirle) —como su nombre indica— origina inclemencias empapando mentes superficiales y escrúpulos incautos mientras desorienta la sociedad, ya bastante perpleja. Frustrada merced a un prestigio inmerecido, porque el periodismo clásico (formado en trincheras arriesgadas) ha muerto de indigestión. Hartura y acomodo han sustituido a anhelo y lucha, tal vez aguijoneados por ese prurito ininteligible, indigente, fanático, que llaman progresismo. Perdidos valores y deontología, resta solo dejarse corromper arrimando el ascua a su sardina. Ecléctico yo, suelo informarme a través de medios que se nutren (mejor dicho, los nutren) del amplio abanico ideológico o financiero; por tanto, veo y leo todo. Su alineamiento furibundo e indiscutible, me causa vergüenza ajena.

Ahora mismo, nosotros estamos inmersos en una DANA (Decisiones Alarmantes de Necios Autoritarios) política. Produce efectos tan catastróficos como la meteorológica, pero más duraderos. A veces, su actividad incluso genera demasiadas víctimas de forma directa o indirecta. También en este caso, el suceso se viene padeciendo desde hace siglos, pero de modo arraigado, rutinario, cansino. Los alcances del rigor meteorológico no pueden excusarse, reducir ni birlar; son magnitudes conmensurables. Sin embargo, los producidos por la DANA política, con matices mínimos hasta ahora en las diferentes siglas que han ostentado el poder, se manipulan hasta extremos insólitos. Disimulos, arbitrariedades, mentiras, vilezas, todo vale en este desfile corrupto. La auténtica corrupción pervierte valores, instituciones y principios democráticos. El bolsillo no destruye los cimientos del Estado, únicamente los resquebraja.

El gobierno social-comunista y sus apoyos extravagantes e infaustos constituyen una isla en el continente europeo, al menos. A medio plazo, dicha circunstancia puede ser el mecanismo que haga explosionar aquella coalición ante la alternativa de rehusar los tan sonados ciento cuarenta mil millones del Fondo Europeo de Recuperación. Unidas Podemos, junto al resto de siglas nada conciliadoras ni convincentes, es un obstáculo inexorable para recibir el pastizal. Vislumbro una disyuntiva inequívoca, pese al retorcimiento de Ciudadanos: elecciones o miseria. Estoy convencido de que Sánchez e Iglesias apostarán por “miseria”. Reitero mi confianza en Europa porque este par no se marchan ni con agua caliente. ¿Imaginan a Sánchez fuera de La Moncloa y a Iglesias sin poder? No, ni aunque ustedes fueran novelistas de ciencia–ficción. Imposible.

Una vez constatada la indisolubilidad de Sánchez e Iglesias, preparémonos; ambos son un verdadero infortunio para los españoles. No voy a describir a ninguno porque, desde el primer momento, me parecieron protagonistas de lo peor sin atisbar ninguna virtud por exigua que fuere o pareciere. Quiero recalcar que cualquier reseña se delimita al político, jamás a la persona. Sánchez, mentiroso compulsivo y experto trilero, protagoniza tantas monstruosidades que necesitaría páginas para mencionar tan solo unas cuantas. Sugiero que reparemos en cuantos equilibrios debe hacer para contentar a independentistas y Bildu —apoyos sustantivos, imprescindibles— pero sin “ofender” al resto de españoles. Vivir permanentemente dentro del escaparate ocultando encarnadura y carencias, tiene poco recorrido.

Su trayectoria política nos obliga a sospechar del gesto inesperado que ha tenido Sánchez con Díaz Ayuso tras bochornosos ataques dirigidos a quitarle la presidencia autonómica. Abandonado el país a la ventura tras aquella ilusoria frase: “Hemos derrotado al virus y saldremos de la crisis con un Estado de bienestar mucho más robusto y fuerte”, yo no me fiaría nada de sus intenciones. Seguro que la engaña como viene siendo habitual en todos sus compromisos, “proeza” que inició tiempo ha hasta con compañeros de militancia. Ignoro qué mengua demasiadas mentes cuando las encuestas serias superan el diez por ciento en intención de voto, una vez observado cómo se las gasta el personaje. Democracia y libertades con este presidente, amancebado asimismo con Unidas Podemos, están próximas a su desaparición real si nadie lo impide.

Desde aquella lejana y barroca frase: “El cielo no se toma por consenso, se toma por asalto”, Iglesias ahora —viviendo la opulencia por consenso— sigue diciendo chorradas. Qué lejos de Felipe González (estadista también con errores en su currículum) capaz de generar mensajes llenos de cordura y sentido común: “Pactar un proyecto de país con gente que no cree que España debe continuar como proyecto es una contradicción”. El vice, orondo y farolero, declara que UP tiene como misión fundamental liquidar la monarquía, que Leonor no llegue nunca a ser reina. Pero… ¿quién te crees que eres, más allá de un espectro necesario para que otro ocupe La Moncloa? ¿Acaso Reino Unido, Holanda, Dinamarca o Suecia no son democracias? Mejores que la nuestra. Este modo de actuar constituye auténtica corrupción social, la fetén. ¿República a estas alturas? ¡Ya!

“Ustedes no volverán a formar parte del consejo de ministros”, estas palabras de Iglesias dirigidas al PP en el Parlamento, proporcionan la foto —entre paranoia y desafío— que ofrece el figurante. “Las cosas que parecen imposibles terminan ocurriendo” imprudencia dicha a su vez por el mismo actor, a mí me ocasionaría una despreciable sonrisa de frialdad. Además, nadie cuerdo puede explicarse cómo el propio gobierno central es oposición en la Comunidad de Madrid. Concentraciones contra Ayuso de barrios vinculados a alguna restricción, fueron convocadas por asociaciones vecinales (untadas con elevadas subvenciones de la propia Comunidad, vaya guasa), que recibieron el apoyo inicial de PSOE y Unidas Podemos. Nuestra democracia es singular, insólita, por tal escenario y otros propincuos a la quiebra constitucional. Vamos al revés del mundo.

Termino con dos hipótesis asombrosas. Un radical Sánchez, aleccionado por la extrema izquierda, pretende arrasar Madrid antes de desposeerlo a Ayuso. Metroscopia, empresa demoscópica, publica una encuesta que pronostica el aumento de un diputado para el PSOE y la bajada de solo diez a Unidas Podemos. ¿Son posibles estos datos con la que está cayendo? Así se estima, aunque parezca increíble.

viernes, 18 de septiembre de 2020

CON UN PAR

 

Hoy los modismos han calado profundamente en una juventud que el extravío incita a suscribir como método de compensación. Así surge el lenguaje criptográfico o cifrado que conforma un grupo equidistante, acaso anejo, cuyo fundamento sea la rebeldía sempiterna. No gustan, en general, vocablos ni expresiones antiestéticas como tampoco suelen admitir insultos o ultrajes humillantes. Al final, como todos nosotros, advertirán que los refranes —aparte de atemporales— encierran mucho sentido común. “Dime de qué presumes y te diré de qué careces”, incluso “Obras son amores y no buenas razones” carecen de mensaje para ellos porque se encuentran en los arrabales de sus intereses. Lo que vaya más allá de trolear, rallarse, postureo, estar a tope, me cunde, etc. no entra en sus esquemas y, por tanto, sobra.

No obstante, para ser preciso, hay giros que pueden corregir disensiones semánticas con escaso sentido, los hay. Entre otros, bastante novedosos, yo destacaría “Con un par” o “eso no, lo siguiente”. Pese a interesantes intentos lingüísticos por cerrar la brecha generacional, los políticos y comunicadores en perfecta sintonía (aun comunidad de intereses) retuercen conceptos, envilecen polisemias, refuerzan el uso espurio del mensaje, para abrir fisuras sociales —ya casi cerradas— porque, al parecer, son fuente inagotable de dividendos electorales. Creo firmemente que los gobiernos debieran especificar cualquier coyuntura para, si fuere necesario, remar todos a una en la misma dirección. Generar enfrentamiento, además de indecente, muestra una evidente actitud antidemocrática, dictatorial.

Ahora mismo, ante la inquisitiva curiosidad amalgamada con altas dosis de aprecio, quien pregunte ¿cómo estás? recibirá una contundente respuesta, ya habitual: harto. Y no es para menos teniendo en cuenta la situación sanitaria y económica, al margen de otras menos acuciantes, que se nos vienen encima. Objetivamente, el escenario se aprecia engorroso, con desenlace oscuro, interminable. La multitud ve poco a poco, casi con incredulidad, cómo políticos, periodistas (algunos adscritos al intrusismo profesional) y animadores varios, vociferan que nuestra situación económica va revirtiendo. ¿Otra vez la vieja, dañina, monserga de “estamos en la champions league”? Un editorial de El Mundo, sin embargo, publica: “España transita hacia una legislatura perdida en materia económica y laboral”. Sospecho que nadie sensato cuestione tal editorial.

Llevamos dos decenios, al menos, en que políticos del amplio abanico parlamentario juegan a la ruleta rusa sobre la cabeza de los españoles. Existe, pese a lo dicho, una diferencia sustancial entre derecha e izquierda. Aquella, coloca una única bala de las cinco posibles; por tanto, deja un ochenta por ciento de oportunidades para sobrevivir. Esta, solo deja libre un orificio del tambor y el veinte por ciento de existencia. Mi opinión surge rotunda fundamentada en referencias históricas innegables, asimismo vivencias propias. ¿Creen lógico que un inhabilitado Torra exija a Iglesias disculpas, en nombre de todos los españoles, por el fusilamiento de Companys? ¡Insólito! El presidente catalán olvida lo ocurrido en mayo de mil novecientos treinta y siete con anarquistas e integrantes del POUM, siendo Companys presidente de la Generalidad.

Hace poco llegó a mis manos un WhatsApp en el que Vargas Llosa manifestaba: “Me indigna el doble discurso de obligar a los demás vivir en las penurias socialistas, mientras ellos saborean las mieles del capitalismo”. ¡Cuánta verdad! Sabemos que Sánchez se reunió con el Ibex al objeto de agenciarse alguna idea para el reparto (¿común?) del Fondo Europeo de Reconstrucción (ciento cuarenta mil millones). Iglesias, al respecto, dijo que echaba de menos apellidos vascos y catalanes. Sugería análogo método al utilizado por el absolutismo monárquico y franquismo para favorecer dichas zonas, pero en este caso, presuntamente, su objetivo sea aniquilar la unidad territorial y obtener cuantiosos réditos electorales. Quizás busque coyuntura idónea para experimentar ¿el marxismo totalitario?

“Con un par” es la expresión popular y atrevida que el pueblo utiliza para denominar una actuación extravagante, excesiva, de quien tiene cierto poder político o mediático. Tras la desastrosa gestión gubernamental de la pandemia que le ocasionó un desgaste gigantesco, Sánchez deja “quemarse” a las Comunidades siendo, como es, emergencia nacional y obligación plena del gobierno. ¿Acaso España conforma un Estado Federal? ¿Para qué precisamos entonces un gobierno central? Con un par. Dolores Delgado, fiscal general del Estado, decía tiempo atrás: “Vamos a investigar todo, las victimas (del Covid-19) son una prioridad”. Ahora pide al Tribunal Supremo que rechace toda querella contra el gobierno por la gestión del coronavirus y sea requerida a las Autonomías bajo el argumento sofista de que las competencias sanitarias ya fueron traspasadas. Con un par.

Madrid, su presidenta, lleva meses aguantando inquina e injurias procedentes del gobierno para favorecer su desgaste y facilitar una moción de censura que le quitara al PP dicha Autonomía. Sanitarios, médicos de diversas especialidades, cuentan cada día el desastre que arrastra la sanidad madrileña. Con un par. Pese a ello, el hoy presidente del colegio de médicos madrileños, hace unos días dijo: “El colegio de médicos está politizado, siempre defiende al gobierno y ataca a Madrid”. ¿Solo el colegio de médicos? La Audiencia Nacional acepta que Iglesias es perjudicado en el caso Dina contra la opinión del juez instructor, García Castellón. Otra juez obliga a un niño de cinco años a ir a clase, pese al rechazo de su madre al Covid. Ambos casos, con un par.

¿Han oído al gobierno hablar de economía? No, si acaso para narrar mentiras u originar humaredas que entretengan al personal y calmen a partidarios insatisfechos con gestos bravucones, provocativos. A falta de pan buenas son tortas. En este sentido, la Ley de Memoria Histórica sustituye “Histórica” por “Democrática”, adjetivo que utilizan en variadas formas países totalitarios. Los sistemas democráticos no necesitan recalcar su linaje. Venezuela oficialmente se llama República Bolivariana de Venezuela. Corea (para que no quede un ápice de duda respecto a su inclinación democrática), República Popular Democrática de Corea. China, República Popular China. La antigua Alemania oriental, República Democrática de Alemania. Esta nueva ley adormidera, discorde, tiene dos novedades: capacidad de multa a quien haga apología del franquismo y abrir tumbas con dinero público. En definitiva, partir la sociedad para acallar y sostener fundaciones concretas. Con un par.

Termino con las palabras de Ignacio Escolar a Isabel Díaz Ayuso: “Hace falta mucha dignidad para dimitir”. Dirigiéndome a él, digo: “Hace falta más deontología y menos sectarismo para publicar unas Notas al margen que le envié en respuesta a un artículo intemperante de Rosa María Artal”. Este señor da lecciones de ética. Con un par.


viernes, 11 de septiembre de 2020

EL PAMPANEO

 

Quizás extrañe el epígrafe e incluso no se comprenda por una gran mayoría de amables lectores. Me explicaré. Dicho sustantivo supone uno de tantos localismos que utilizamos en esta piel de toro individualista y divergente. El mencionado corresponde a La Manchuela, una subcomarca albaceteño-conquense de La Mancha. Significa vuelta o paseo intrascendente para ver qué se “cuece” en lugar y momento precisos. También puede referirse a coyuntura desagradable o poco afortunada. “No me gusta el pampaneo” refleja el sentimiento desaprobatorio hacia un escenario determinado, a la vez que engloba una temática sumamente imprecisa. Pudiera concebirse como palabra o giro modelo, arquetípico, que incluye múltiples situaciones.

El lenguaje tiene dos aspectos cuya elección transfiere ejecutorias incluso opuestas. Uno de ellos, sincrónico, le permite adoptar cierta actitud estática, del momento, sin importar ninguna mudanza. Trata de analizar la complejidad lingüística ahora, desechando pasado e historia. Lo curioso es que “ahora” incluye siglos de inmovilismo, de fijación, de aislamiento. He ahí el porqué estos localismos solo asientan su significado en las áreas correspondientes. Desde un punto de vista diacrónico se consigue lenguaje asentado en viejas raíces que le dan prestigio. No obstante, como algo vivo, se ajusta a la vorágine vital y termina siendo también incomprensible para gente de edad avanzada cuya fisiología generalmente excluye acompasar mente y crono. Es el caso de innumerables extranjerismos y tecnicismos trascritos y permitidos por la RAE. Otra irritante muestra de distancia generacional.

Mi objetivo es hacer un recorrido, en este caso trascendente, sacando a la luz pública desaciertos —no me dolerían prendas citar algo juicioso, si lo hallo— del gobierno u oposición transfigurados en amasijo agrio, desagradable. Sin embargo, es obligado glosar primero un repaso (pampaneo) magistral: la entradilla que, tras el verano, en su inicio del nuevo curso televisivo, dedicó Ana Rosa al gobierno donde, con meridiana claridad, le contó las verdades del barquero. Siempre, cuando se pretende hacer análisis riguroso, debemos acudir a la génesis del hecho. Si empezamos por el ascenso de Sánchez al poder, señalaremos un proceso jurídico dudoso para, acto seguido, armar una moción de censura nada constructiva, legal pero indecente, contra Rajoy para quitarle la presidencia. Afirmo que lo merecía, pero de forma menos desleal, cochambrosa y exquisitamente democrática.

Pronto se desgajó aquel grupo creado sin ningún rudimento afín. Nueve meses después, periodo de alumbramiento humano, se apagaron afectos y liturgias. ERC se negó a aprobar los presupuestos que alguien había perfilado para que Sánchez —colosal aprendiz de histrión por aquella fecha, pero experto e implacable falsario— presentara al Congreso. Tuvo que adelantar las elecciones generales a la fuerza, contra su compromiso de moción. Los resultados del 28-A fueron calamitosos para todas las siglas y España abandonó el bipartidismo iniciando el camino del caos italiano. Más tarde, cuando Sánchez e Iglesias habían mostrado un rostro insaciable, desencajado por la ambición, tuvo que convocar elecciones de nuevo para el 10-N. PSOE y Unidas Podemos encallaron víctimas de sus propios tejemanejes. Consecuencia inmediata fue convertir derrotas sin paliativos en fingido abrazo de sostén, de forzosa y recíproca subsistencia.

Ganada la investidura con aquella vieja tropa de censura —y que constituye un censo añadido a canon irredimible, al parecer— presidente y vice dan rienda suelta al desenfreno, al despilfarro. Jactancia, alarde e imagen se conjugan para instaurar un estilo político con auténtico marchamo totalitario. Solo líderes permeables a la extrema izquierda hacen tanta ostentación de prosperidad. En actual latiguillo, este par de vividores no exteriorizan opulencia, no; lo siguiente. Sánchez, con numerosos servidores (acaso lacayos), vuela de palacio en palacio, de Falcon a Super Puma (o viceversa), con la misma desenvoltura que el desdichado va de oca a oca; mientras, uno dentrambos viene atesorando demasiada miseria moral. Iglesias rebasa la casta clásica superando al menos un palmo aquella “marca” que los tratantes de bestias —en sentido literal— tanteaban para indicar fortaleza (que no templanza) o raquitismo de la mismas.

Esta oposición, el quimérico pero oportuno “trifachito”, anda desorientada y, peor aún, roma, sin aspecto ni ardor incisivo. PP y Ciudadanos cubren su mano con guantes de terciopelo resultando sus bofetadas auténticos pellizcos de monja. Sospecho que —hasta sus propios simpatizantes, secunden o no las siglas a la hora de votar— deben juzgarse un poco ridículos al advertir tanta desfachatez sin respuesta ajustada. Deciden verse fieles oferentes de la otra mejilla. Vox rompe atronador dicho espíritu sacrificial del ara parlamentaria. De momento, es voz (con poco eco, hoy por hoy) que clama en desierto inhóspito. PP realiza intervenciones parlamentarias que no incorporan ni impulsiva, ni eficaz, defensa de los intereses ciudadanos, aunque fueran considerados, política y formalmente, incorrectos. Así potencian hastíos, huidas, abandonos. Ciudadanos en actitud suicida se acerca al fuego, aun sin censura en Madrid, y saldrá chamuscado.

La acción política —ayer loable— constituye al presente una competición de sandeces. El ejemplo sereno, casi estoico, lo protagonizó Iglesias (no hay jarana sin la tía Juana) cuando dirigiéndose al PP les dijo cual asceta: “ustedes se extreman al acercarse a Vox”. Hay que ir de sobrado para evacuar semejante chaladura, pero no me extraña porque coleccionando tal sarta de excesos vive el gachó como un potentado. En la postrera sesión de control al gobierno —auténtico bochorno— el diputado cuyo nombre y primer apellido conforman una exótica paradoja, Gabriel Rufián (arcángel y perverso), ha manifestado dirigiéndose a Sánchez: “Espérenos, no tenga prisa”. Enseguida me vino a la mente esta reflexión: “Ningún tahúr (salvo que sea altivo, majadero) enseña sus cartas antes de terminar la jugada.

Terminado el somero repaso —ronda ligera por el espinoso espacio de las siglas más destacadas, asimismo cómplices— de una España que necesita con urgencia cuidados intensivos, quedarían por citar otras mínimas, aunque dañinas. ¿Qué decir del independentismo catalán? ¿Y del nacionalismo vasco, tanto de derechas cuanto de izquierdas, siempre mendicante, insolidario? ¿Cómo hemos llegado a cebar, políticamente hablando, siglas con representación reducida? ¿Qué exigente tosquedad exhiben quienes cuentan con uno o dos diputados? No cabe duda, nos toca lidiar con la tormenta perfecta. Esta coyuntura horrorosa, espeluznante (y todavía falta por llegar lo peor), me instiga a decir con total convicción: “no me gusta el pampaneo”.

 

viernes, 4 de septiembre de 2020

EL PUENTE

En un extremo divisamos este país arruinado sanitaria y económicamente a cuyo frente se encuentran parte de los culpables directos, eso sí, difuminados por una propaganda artificiosa, mediática y maniquea. Constituyen el gobierno social-comunista (único en el llamado mundo civilizado) con sus “intachables” apoyos —también coadjutores necesarios del lamentable paisaje— de independentistas, nacionalistas, Bildu (hipotéticos sucesores de Eta) y otros partidos escuálidos, asimismo adscritos mayoritariamente al desacato. Unidas Podemos de extrema izquierda, para ser comedido, emboza su totalitarismo tiránico (doctrina prohibida en Europa) bajo una capa democrática, aunque con evidentes ataques a la economía liberal —no peor que la comunista— y a las libertades. Su justicia social implica subsidiar sociedades siempre deprimidas.

Los independentistas catalanes desean a toda costa fracturar la unidad nacional, conseguir su emancipación y con ello debilitar España. ¿Qué patriotismo, qué cohesión estatal, por utilizar otro término, puede aportar un gobierno que se asienta en tales partidos? ¿Qué percepción internacional suscita un ejecutivo que tolera/permite delincuentes prófugos de la justicia mientras los que han sido juzgados y encarcelados mantienen un estatus sui géneris? ¿Qué puede pensarse de partidos asociados al gobierno (ERC) que anteponen la salida de presos a los intereses comunes? ¿Qué puede decirse de algunos (PNV, verbigracia) que se venden al mejor postor, siempre de forma insolidaria? ¿Y de los que amparan manifestaciones de odio (delito penal) contra la guardia civil?

Todo esto lo va percibiendo la sociedad española y un Sánchez que desaparece porque su inutilidad le impide proponer soluciones realistas. Más allá del escaparate, de la foto oportuna, de la triquiñuela, ignora respuestas —incluso poco eficaces— a la crisis sanitaria, institucional y económica, todas ellas de una gravedad indescriptible. Cualquier gobernante comprometido, ante una emergencia nacional, tomaría el timón del país para superar tan pavorosa coyuntura. Nuestro presidente, al contrario, cobardemente, deja que las Comunidades agonicen, sucumban, con la pandemia y el inminente problema escolar sobre enseñanza presencial o telemática. Ignoro si la sociedad le consentirá escudarse en las competencias autonómicas para encubrir una incapacidad absoluta, pese a los esfuerzos de medios y comunicadores por proyectar un estadista de prestigio.

En la otra orilla encontramos una Europa intrigada, con la mosca tras la oreja, por los diseños económico-sociales que formula el gobierno en su conjunto. La extralimitación no proviene solo de Unidas Podemos, pues Sánchez avala (así lo parece) cualquier disparate que tenga su sello. El agente perturbador no es España, que lo es, sino quien paraliza ese maná del dinero vital, urgente, que necesitamos para hacerla viable y robustecer la Unión. Algunas naciones (Holanda, Dinamarca, Suecia, etc.) cuestionan nuestra fiabilidad como país para librar los ciento cuarenta mil millones ofrecidos.  De ahí la extremada cautela a los Presupuestos en gestación. Hasta hace dos días, Iglesias ansiaba una subida importante de impuestos, “a los ricos” para satisfacer el gasto social que le encumbrara entre sus votantes —falta le hace— y algún ingenuo foráneo.

A propósito de la pandemia, Sánchez dijo: “Me preocupa Madrid”. Esto no es grave, desde el punto de vista económico-político, porque ninguno de ellos dispone de capital para minimizar la dificultad financiera que atenaza al gobierno. Sin embargo, a Europa le alarma Sánchez (sobre todo su par, Unidas Podemos) y esto sí que entraña un ahogo absoluto. Pasar de una orilla a otra, precisa un puente con “solvencia”, con “satisfacción”. El paripé Ciudadanos constituye un placebo balsámico del PP, verdadera plataforma anhelada por la CE. Hubo originariamente cierta desazón del partido morado —tal vez celos electorales— y desaires cuya lectura pudiera aproximarse a reto bravucón. Sin que sirva de precedente, Sánchez actúa en este caso de manera sabia: Iglesias jamás renunciaría a tocar poder y aprobará los presupuestos, aunque hubieran sido pactados con Vox. Unidas Podemos, sus líderes, fuera del gobierno es la nada diluida en el vacío.  

Ciudadanos (Inés Arrimadas), ese puente ocasional favorecido, intuitivo, pelín ingenuo, gana protagonismo, pero quien sale beneficiado es Sánchez. Pese a analistas que predicen la salvación económica gracias al partido naranja por aprobar los presupuestos y ser impulsor magnético del ambivalente crédito europeo, quizás posibilite —según y cómo— ocasionar una catástrofe mayúscula, pero con efecto retardado. Me explico. El mayor riesgo que tiene España hoy es “la conjunción planetaria” Sánchez-Iglesias. Los conflictos que provoca este tándem han superado fronteras y hoy generan desasosiego internacional. No en vano es el único gobierno comunista en nuestro marco liberal-capitalista. Además, conociendo el grueso sumario del presidente, cuando tenga aprobados los presupuestos rechazará a Ciudadanos por apegos personales como ha ido haciendo con todas las pantallas protectoras, una vez conseguidas sus apetencias.

Conservará en el gobierno a Unidas Podemos porque así somete ese ansia escapista, demagoga y taimada que le caracteriza. Fuera es peligroso. UP, tampoco quiere romper la coalición porque, aunque pierda, gana. Desde luego, el puente (con total seguridad) lo va a demoler un PSOE malicioso ante el bullir censor de partidos izquierdosos en los arrabales patrios. Solo surge un obstáculo: los ciento cuarenta mil millones de euros, básicos para conservar la paz social. El dilema es medular. Si se radicaliza, no hay fondos y si opta por una moderación postiza, conseguiría deserciones inapelables. Me parece imposible compaginar apoyos tóxicos con las presuntas exigencias europeas. PP y Ciudadanos debieran tener un papel providencial, decisivo, en el futuro inmediato.

Europa no quiere a Unidas Podemos ni a Vox, populismos nocivos para el proyecto de la Unión, básicamente el primero. No obstante, ¡cuidado! porque la sociedad continental no va a tolerar otro fracaso de esta extraña, confusa, socialdemocracia; sea de izquierdas, derechas o centro. Entre tanto, Sánchez “engaña” y utiliza al Ibex jugando con él al palo y la zanahoria a costa del tan traído y llevado dinero europeo. Europa —por el contrario, y según parece— le apremia a observar unas condiciones leoninas. No quiere reparar que los fondos mandan y dicho acatamiento le aleja letalmente de sus socios originarios. Como ocurría antaño, cuando el cuerpo —aterido de frío— necesitaba algún consuelo vivificador y se agarraba a la desesperanza, el carbón se acaba. Jugar a dos bandas siempre acarrea sinsabores y sorpresas, incluso a gentes duchas, expertas, siempre bordeando la estafa tradicional y societaria: el tocomocho.

Para terminar, una reflexión. Muchos políticos españoles no sabrán quien fue Fernando VI, pero (presuntamente) deben conocer al dedillo todos los paraísos fiscales. Y más ahora, con la que se avecina.