viernes, 24 de septiembre de 2021

FIGURAS Y FIGURONES

 

CIUDADANOS


El espectacular desplome de Ciudadanos, igual al que anteriormente sufrió UPyD, supone una absoluta contrariedad política. Los individuos cautos, reacios al bipartidismo y contrarios al independentismo, acabarán sintiéndose huérfanos en época electoral. Por otro lado, con su asenso, vascos y catalanes perderían opciones de fiscalizar la gobernanza y soberanía nacionales. Considero irresponsable que partidos liberales, centrados, bisagra, desaparezcan a causa de complacencias irreflexivas, insensatas. A la inmadurez social reiterada, incorregible, hay que añadir el desacierto del político desubicado —sin trayectoria definida— no menos pertinaz. Ocasionalmente, importa poco cuántas siglas conformen el abanico ideológico porque la coyuntura del momento suele enyugar, sin trabas imposibles, con cualquiera de ellas.

Ciudadanos nació para oponerse al nacionalismo, de ahí su primigenio éxito en Cataluña sometida al radicalismo identitario y abandonada por un PP insensible (el PSOE pelaba la pava con él a través de la, allí roída, ventana constitucional). A poco, debió cambiar de táctica para bucear alborotado en las inquietas —tal vez turbulentas—aguas nacionales, deduzco con vocación de constituir mayorías estables.  Al fin y a la postre, intentaba así abolir sustancialmente aquel nacionalismo tan funesto durante casi cuatro décadas. Catalanes y vascos, alternando con PSOE y PP, se han cobrado un caro peaje por sus apoyos condicionados siempre. La voracidad nacionalista lleva a Aitor Esteban, portavoz del PNV, a quejarse de que haya pocos jueces vascos: “Hay temas en los que deben tener sensibilidad de país”. Lo que faltaba; vergonzoso, si hubiera vergüenza.

Cincuenta y siete diputados el 28-A de dos mil diecinueve fue un aviso inquietante para esta excrecencia del PSOE llamada sanchismo. Su permanencia en el poder viene determinada por pactos espurios con comunistas, independentistas y Bildu, impensables bajo la tutela de un socialismo moderado, socialdemócrata, homologable al europeo. Sánchez vio resbaladizos para su futuro personal esos cuatro millones y medio de votos que él interpretó de derechas. Sus asesores analizaron con juicio que el trípode PSOE, PP, Ciudadanos, llevaría a medio plazo al primero (transfigurado) a un destierro indeseado. Vox, nacionalistas, Podemos y resto insignificante, pasarían por el espacio político sin pena ni gloria. Razón que le llevó a no pactar con Ciudadanos, pero atribuyendo culpas a Albert Rivera. Como siempre, un trilero irreinsertable.

Meses después, tras el diseño esperpéntico de Tezanos, Sánchez convocó nuevas elecciones para el 10-N. Ciudadanos solo obtuvo diez diputados forzando la dimisión irrevocable de su líder. Analistas conspicuos endosaron esa derrota a Rivera por negarle insistentemente el apoyo a Sánchez cuando ambos sumaban mayoría absoluta. No obstante, los votos de Ciudadanos fueron a Vox y PP principalmente. Mi opinión desde el primer momento es que aquel desastre se debió a la actitud displicente, ofensiva y disgregadora ante Vox. No había terminado la jornada electoral, cuando Sánchez pactaba con quien días antes le quitaba el sueño. A ellos se unió ERC, PNV y Bildu. Dicho entramado populista, la pandemia, el “diálogo” con independentistas —muestras antiespañolas incluidas— y una economía de miseria, le llevarán irremisiblemente a su tumba política.

Desaparecido UPyD junto a Ciudadanos (la última encuesta le concedía un diputado), queda carente de espacio político un número importante de electores. Quien no quiera votar al “actual PSOE” por representar el desdoro, al PP cobarde, a Vox caricaturizado o a Podemos comunista radical, tiene como única opción abstenerse. España precisa un partido de centro liberal que entierre el bipartidismo con aderezo nacionalista. Ahora mismo lo considero imprescindible para superar la senda extremista, antidemocrática, totalitaria, del sanchismo. ¿Qué facción verdaderamente democrática recrea un Estado de Alarma durante seis meses sin dar cuenta al Parlamento? ¿Qué camarilla de esa calaña pretende someter —tal vez tiranizar— los órganos de poder judicial (CGPJ y TC) con argumentos desautorizados por la propia CE? ¿Demócratas? Sí, de saldo, en liquidación.

Quizás los núcleos generatrices de UPyD y Ciudadanos —impregnados de intelectuales, analistas, sociólogos e individuos notorios, carismáticos, dando generosas alas a un sentido cívico-patriótico— debieran unir voluntades y gestar una sigla con vocación de servicio. En este momento hay demasiadas trincheras abarrotadas de irresponsables que prefieren hundir el país antes que domar pruritos destructores. Falsedad, propaganda, cinismo y calumnia sojuzgan la conciencia social subyugada por medios audiovisuales desleales, vendidos, corruptos. Sé que los resortes del poder político han caído en manos indigentes, cortas, míseras, ética e intelectualmente; zarpas de auténticos fracasados civiles. Unos y otros lanzan atributos mordaces, ciertos, válidos, en cualquier dirección, pero jamás se preguntan por qué los sabios se alejan de ellos. Hoy he comprobado que Félix Bolaños es un sosia aventajado, impúdico, de su señor: Sánchez. Otro que tal baila.

Ignoro las razones de Inés Arrimadas para apalabrar con el “sanchismo” (caballo de Troya que abatirá al PSOE) una moción de censura en Murcia y otra sibilina a Ayuso. ¿Acaso no conocía el proceder “dialogante” del presidente con ERC? ¿Cómo un partido que nació para oponerse al nacionalismo hace migas con individuos contrarios a ese propósito? He aquí por qué cualquier sondeo le concede menos de tres diputados. Quien se asocie a una sigla desarbolada, sin rumbo, resulta reo del desprecio ciudadano y ajada en los comicios electorales. Al final quedará sola, sin fuerzas, totalmente vencida. Ella y sus cuadros encontrarán acomodo en el PSOE o PP en consonancia a ofrecer mejor cosecha. Sin embargo, hago ingentes lucubraciones para concebir qué futuro ilusionante esperan algunos políticos, válidos a priori, en una sigla con rigor mortis. Se precisa revitalizarla.

Medios incondicionalmente adictos a Sánchez; una sociedad visceral, acrítica e iletrada y el concurso errático de unos líderes insignificantes, han conseguido la práctica desaparición de Ciudadanos. Cierto que se lo han ganado a pulso, pero eran venero de moderación tan preciso ahora donde las malas formas y los enfrentamientos desgarran cualquier impulso afable, cordial. Las palabras importan según el lado desde donde se pronuncien. Hemos llegado a límites insólitos; desfachatez, arbitrariedad y sectarismo causan espanto. Bruja, que ha supuesto un incidente parlamentario, ¿encierra más iniquidad que evocar un “pasado de cal viva” o escupir fascista para enrocarse como demócrata? Desaparecido Ciudadanos se abrirán nuevas y belicosas trincheras que, al decir de Ortega, conformarán una España invertebrada, prostituida, agónica. Consecuencia irremediable debida a demasiadas ausencias políticas y sociales.

viernes, 17 de septiembre de 2021

FIGURAS Y FIGURONES

 

VOX  Y  PP

Cuarenta y tres años de democracia, han permitido que la izquierda (más o menos extrema), hasta hoy, haya gobernado veinticinco años y la derecha (más o menos acomplejada) quince. Los restantes constituyen la época modernizadora, honrada, eficiente, de Suárez. Recuerdo que este, entre broma y veras, afirmaba eternizarse ostentando el poder. Aquella “amenaza” hizo reaccionar al PSOE, cuya ¿praxis democrática? —o ambición desmedida— exigía permutarlo. Luego demostraron a nivel nacional y autonómico (Castilla la Mancha y Andalucía, verbigracia) que aquella “praxis” era filfa. El PSOE siempre ha recuperado el poder rápidamente tras sucesos extraños, prodigiosos: “Golpe militar” de mil novecientos ochenta y uno, “terrorismo musulmán” en dos mil cuatro y “corrupción judicializada” del PP allá por dos mil dieciocho. ¿Encaja aquí la locución latina cui prodest? Asimismo, ha perdido las elecciones sin sucesos previos a ninguna cita electoral. Son hechos.

Concluido este prólogo necesario para conocer mejor el tablero donde nos movemos, voy a centrarme en la cabecera. Antes, no obstante, quisiera exponer una tesis incontestable, desde mi punto de vista. Se acusa con demasiada frecuencia a alguien de fascista o nazi, depreciando la Historia y banalizando los conceptos. Fascismo y nazismo, sobre todo este último, fueron movimientos político-sociales —con génesis socialista— que surgieron en una Europa asolada por escenarios cruciales y que, una vez superados, desaparecieron definitivamente del horizonte convivencial. Ahora, técnicamente, no queda ningún vestigio, pero existen signos del totalitarismo tiránico y criminal revestido de populismo democrático. Para que la máscara no caiga y evite descubrir su verdadero rostro, suelen legitimarla llamando al otro, a quien lo tiene transparente, fascista.

Hoy, a quien le toca cargar con esa expectación hostil, ácida, es a Vox y, de rebote, al PP por blanquearlo, dicen progres mercenarios. Conozco, por testimonios o experiencia personal, sistemas autárquicos (tal vez autocráticos), surgidos tras un Golpe de Estado, sin que el tirano tenga adscripción doctrinal precisa. No aprecio ningún pasaje histórico en el que emerjan dictaduras organizadas por la derecha o ¿extrema derecha? Es más, no creo que exista la extrema derecha en sentido radical ni antidemocrático. A lo sumo, puede ofrecer sesgos matizados de complejos temas sociales, individuales, éticos, nacionales, que la izquierda se encarga de desdeñar caricaturizándolos. El esperpento parece tener éxito dentro del social-comunismo, independentismo e incluso en votantes afincados al PP. ¡Cuidado!, hay casi cuatro millones ya convencidos; otros, a punto.

Vox tiene la rara cualidad de clarificar posturas en temas políticamente incorrectos, pero que gozan del asenso ciudadano. Sus objeciones a la migración ilegal —aunque haya hipócritas encargados de extenderla a toda— tienen el apoyo de amplias capas sociales que perciben angustiados un notorio deterioro del hábitat. Sus acertados reproches a los chiringuitos, nepotismo, afición liberticida, sometimiento judicial y abuso autonómico, gozan del aplauso general. Estos lodos vienen del polvo levantado al alimón por PSOE-PP. Ahora reciben injurias de adversarios y concurrentes en despreciable competición. El agobio es mal consejero cuando las formas, entregadas al caos e ignominia, descubren ardores que no debieran emponzoñar la contienda política. Puede entenderse en rivales significados, vividores e intrigantes; nunca si pedimos ser compañeros de viaje.

“Aviso a navegantes” es una frase que escapa a la disciplina marítima para conquistar el ámbito general. Esa transmutación, no obstante, le resulta tan poco útil u operativa como en su acepción originaria. Si antes era inoperante por rancia, poco innovadora, ahora resulta no solo barroca sino completamente torpe. Una de dos: o los “navegantes” desconocen qué encierran las metáforas o pasan de interpretar sencillas indicaciones. Me gustaría librarles de una tercera opción no por improbable, imposible: ser lerdos. Creen, esos navegantes, que “todo está atado y bien atado”, que el bipartidismo está palpitante, listo para gobernar el país sin condiciones otros cuarenta años. Ciudadanos, desgraciadamente desparecido, y Vox pueden modificar los ritmos sociales dando lugar a insólitas, a la vez que duraderas, tentativas políticas.

Vox no puede, en modo alguno, ser solo añadidura sumatoria respecto al PP. Semejante inercia impide que sea respetado, no según sus virtudes más o menos reconocidas sino por lo que supone al PP para conseguir mayorías trascendentales. Este consideraría errónea la abstención de Vox si permitiera al PSOE (sanchismo actual) apoderarse fortuitamente de cualquier Ayuntamiento o Comunidad. Ignoro qué pactos ocultos determinan el papel de Vox donde no hay coalición gubernamental y son determinantes. Es probable que alguna negativa al apoyo entusiasta, pero baldío, restara votos a quien desafía las usanzas tácitas para rehuir mezclarse con siglas “condenadas de antemano”. No pierde votos la falsa conjura sino deslizarse mostrando insustancialidad. La exigencia de configurar gobiernos proporcionales nunca puede considerarse deserción.

El PP, resucitado desde mayo tras la victoria electoral de Ayuso, protagoniza en los últimos días actitudes inconvenientes, propias de estrategas estúpidos. Esperanza Aguirre, pese a adversarios maniqueos que la examinan con despecho, ha dicho verdades como puños si despojamos de ellas el envoltorio inapropiado. Quienes asesoren a Casado deben estar al servicio de Sánchez ya que han dado nutrimento a medios serviles para desfogarse contra el PP de Madrid y desenfocar subidas históricas de luz, gas e hidrocarburos, junto a la llamada mesa de “negociación” o “diálogo”, según sensibilidades todas ellas histriónicas. El señor García Egea es un fiasco agresivo contra personas relevantes del PP. La frase dirigida a Miguel Ángel Rodríguez: “No voy a permitir que enfrentes a Ayuso y Casado” carece de asidero. La dicha a Esperanza Aguirre: “Lo que destrozó al PP de Madrid fue la corrupción”, exige su dimisión o cese inmediato. Ni lo uno ni lo otro.

Estoy convencido de que Casado es persona honrada, con valores consolidados, pero temo que como líder y futurible presidente le falten maneras. Lejos de cualquier cesarismo, los partidos necesitan dirigentes briosos, desacomplejados e inflexibles para llevar su proyecto político al éxito que se espera. El sanchismo carece de proyecto, pone parches inoperantes donde le dicten las hipótesis electorales. Queda someter a la judicatura para conseguir plena impunidad, entre otros asuntos penales básicamente referida al Covid - 19. Cierto que el PP lleva encima una severa losa, impulsada también por su insolvencia comunicadora, pero esa coyuntura favorable carece de actitudes eficaces respecto a asegurarse leales compañeros en su camino hacia La Moncloa. Si el PP no se consolidara como alternativa clara de poder, el grupo dirigente en bloque debiera partir al olvido definitivo y dar paso a quien ha demostrado valía contrastada.

viernes, 10 de septiembre de 2021

FIGURAS Y FIGURONES

 

ESPAÑA

España —ese crisol de civilizaciones que ahora algunos quieren destruir, ignoro si para debilitarla y hacerla suya o por envidia enconada a su pasado esplendoroso y sobre todo inmediato— se encuentra en un dilema temible. Aquí se mezclaron griegos, fenicios, judíos, romanos, visigodos y árabes cristalizando una convivencia, no siempre pacífica, de riqueza cultural innegable. Su Historia (incluyendo la Edad Antigua) abundante en aciertos y errores, santos y herejes, héroes y cobardes, caballeros y pícaros, no creo que tenga parangón con ningún país occidental. Si el Medievo fue trascendental, la Edad Contemporánea significó, más allá del Siglo de Oro cima literaria y plástica, el comienzo de su decadencia imperial que consumó el siglo XIX con la pérdida de Cuba y Filipinas. Sin embargo, los efectos sísmicos llegan, cada vez menos virulentos, hasta nuestros días.

Pese a estar marcados por tres guerras atroces: Cuba, Marruecos y Civil, a cuyo adeudo hemos respondido de forma despreciativa, indolente, tengo plena seguridad en que cualquier infortunio será sinónimo de esfuerzo generoso para conseguir una victoria ilusionante. Hoy nos enfrentamos con la peor realidad de los últimos tiempos: el poder político y mediático ha caído en manos de auténticos desaprensivos, sujetos que anteponen intereses bastardos sobre la democracia y el bien común. No olvido, ni mucho menos, esa cuota de abandono acomodaticio que exhibe un alto porcentaje de ciudadanos. Alguien pudiera justificar tanta irresponsabilidad echando culpas al sistema educativo que se puso en marcha treinta años atrás para configurar el pueblo acrítico, sumiso, acongojado, impertérrito, que languidece ante este desafuero bochornoso.

Sí, cuarenta años de vida docente me dan autoridad moral para afirmar que el sistema educativo sirve al poder cuando potencia una sociedad necia, amorfa, selvática. Tenemos una educación huera, baldía, que produce individuos incívicos, irreflexivos; sin pies ni cabeza. He aquí alguna de las razones por las que “gozamos” un gobierno de mendaces, arribistas, cantamañanas e inútiles; con muchas evidencias, pero —por la sola exigencia jurídica— presuntamente ladrones. No consuela que el mundo occidental (ese que denominamos, tal vez irónicamente, con socarronería, civilizado) contenga sociedades desilusionadas o indigentes. En este caso, ”mal de muchos, consuelo de tontos” puede considerarse aforismo falso o excepcional. Aunque políticos foráneos superen los modos de nuestros prebostes, ni mis ojos ni mi voluntad me permiten ver tan lejos.

Invocado, de forma tangencial, el pueblo español, me centraré en un grupo nocivo: los medios. Cualquier democracia seria, rigurosa, pura, cuenta con tres poderes autónomos, libres: legislativo, ejecutivo y judicial. Aparte, como cuarto poder supervisor, equilibrante, concurre o debería la prensa. Resulta raro, pero también sugerente, escuchar noticias sobre asesinatos de periodistas luchando por derechos y libertades humanos, amén de la justicia. Parece información fraudulenta, pero no; se da en otras latitudes o naciones. Desconozco si España forma parte de un “archipiélago privilegiado”, rastrero, o se bate sola en la ignominia. Sé que ahora está rendida al alago, con amplios ribetes crematísticos, del gobierno social-comunista. Antes, con Rajoy admitió, tragándose presuntas corrupciones, rescates groseros de una vicepresidenta heterodoxa, apóstata.

Deduzco cierta divergencia de objetivos entre los medios (sus propietarios) la élite y los periodistas del montón. A los dos primeros les importa la pasta y el reconocimiento adulterado. Al montón le importa disfrazarse de un prurito progre; disfraz al que no hace ascos, si es preciso, ninguno de todos. Hoy los medios, principalmente audiovisuales, son la primera fuente de formación política masiva. ¿Manipulan todas las siglas? Sí, pero nadie lo hace como los partidos marxistas que ambicionan conseguir los planes de Gramsci sobre “hegemonía cultural” para dominar naciones.

La corrupción de la mente social alcanza niveles escandalosos. Renovar el CGPJ y los mensajes de odio son platos continuos en televisiones, radios y prensa “progres”. Admirable que la Sexta airee cualquier ataque homófobo, presuntamente perpetrado por gente “ultra”, pero no tiene excusa que calle el artículo de Iglesias acompañado de una pistola nazi o que silencie expresiones extemporáneas, odiosas, de prebostes de UP contra PP y Vox. Si la pistola hubiera tenido una autoría pepera o voxera, la mencionada cadena hubiera tenido un mes de programa por el que hubiera pasado toda la “moderación” izquierdista y legitimadora. El periodismo, aquí y ahora, se nutre y alimenta de corrupción dañina, tóxica, nefasta para una democracia plena; no lo es, aunque se tilde democrático tampoco, por más que lo diga, el gobierno que le paga. Medios y ejecutivo tienen como única defensa un buen ataque. Lamentable y escandaloso en ambos casos. ¡Ay! Europa.

Rubalcaba marcó la frontera del engendro: “España no merece un gobierno que mienta”, afirmó en momentos difíciles. Lo repito, España se va al garete bajo el engendro aberrante que algunos llaman gobierno. Más allá del misterio y oscurantismo, con que humilla a la oposición y al pueblo soberano (el Parlamento lleva meses inactivo), el mix gubernamental, a cuya cabeza despunta Sánchez, hace de la mentira persistente su modo de vida. Con certidumbre, apenas conocemos cuántos han muerto por el coronavirus, cuál es la situación real de nuestra economía y qué pasa con los órganos de poder Judicial. Han asegurado, asimismo, que los culpables de todo son Vox y su blanqueador PP. Otra mentira evidente, tan creíble como si hubieran acusado a Viriato.

A Sánchez le domina un deseo en su deriva totalitaria: someter al poder judicial. Parece que ni la oposición y menos aún los órganos judiciales dan muestras de concedérselo. Presumo que el revés le ha trastornado su organigrama neuronal y llega a proponer, junto a una pléyade de siervos, soluciones propias de atajos antidemocráticos, ilegítimos, absurdos. Sánchez sugiere que los vocales “progres” del CGPJ dimitan para presionar a Casado al objeto de continuar con el tejemaneje político de la justicia. Socialistas con carnet o de vocación, adscritos a medios simpatizantes o comprados, argumentan que los jueces no pueden elegir a jueces porque la soberanía reside en los representantes del pueblo. ¿Por qué no elegirlos directamente el pueblo?, pregunto. ¿Hay algún inconveniente para que los ciudadanos escojan, de forma inamovible, Tribunal Constitucional y CGPJ?  ¿A que Sánchez y sus siervos no acceden? Todo el mix anida solamente populismo y demagogia, pero teme auténticos impulsos democráticos. Vean si no. ¿Libertad?, ni hablar; presumir, es carecer.

viernes, 3 de septiembre de 2021

FIGURAS Y FIGURONES

 

PABLO  CASADO

 

He de reconocer que mi candidato ideal, hace ya algunos años, para presidir el gobierno de esta nación —vilipendiada y vencida por sus propios nativos— era Casado. Pensé, y lo sigo haciendo, con muchos matices en los últimos tiempos, que podría completar el grupo de jóvenes políticos llamados a desempeñar un papel esencial una vez desaparecidas figuras demasiado cercanas al franquismo y a la transición. Esta nació con ciertas lacras o desavenencias atenuadas por necesidades democráticas. El pueblo, amén de abrir un régimen monárquico, ansiaba experimentar el sistema donde libertad individual y sometimiento a las leyes fuera norma generalizada. Aquellos políticos aceptaron vicios originales, ignoro si por comodidad o

Yo, próximo a cumplir setenta y ocho años, no voy a hacer ningún panegírico de la juventud que acumula virtudes y errores a partes iguales. Tampoco tengo proyectado realizar el típico enfrentamiento entre vigor y sabiduría. Asimismo, renuncio a exponer denuncias o juicios severos a políticos por razones cronológicas, bien por exceso, bien por defecto. Creo que la intensidad emocional o la serena reflexión intereses bastardos relativos a arribismos adscritos al nuevo momento histórico.aisladas, fuera de toda interacción, sirven de freno más que de acicate. Otros escenarios comparten juventud y madurez (incluso vejez) corroborando cosechas extraordinarias. Quizás la música, junto al toreo o la ciencia, consiga una armonía especial, envidiable, sublime. El liderazgo puede exigir fortaleza física, pero dejar todo a sus expensas termina por confundir, a menudo, el Congreso con un ring boxístico.

Sugerir la fortaleza corpórea condición sustantiva para consolidar una autoridad duradera resulta tan hipócritamente falso que si lo hiciéramos en exclusiva con la prudencia o el crédito rancio. De igual forma, cimentar liderazgos sobre individuos populistas o demagogos suele terminar (según un dicho popular) como el rosario de la aurora. Reconozco cuánta dificultad entraña conseguir dirigentes que consigan no ya el gobierno sino merecer la plena anuencia colectiva del personal y, sobre todo, de quienes ocupan el segundo nivel. Llegar al poder deleita egos individuales, pero —y aquí reside el problema de las democracias corruptas— solo se mantiene repartiendo privilegios abusivos a los afines mientras el ciudadano costea tales voracidades. Este contexto, que viene de lejos, constituye un hándicap para Casado en breve; letal si no lo corrigiera a futuro.

Como he dicho, Casado era tiempo atrás mi caballo ganador a presidir el PP. Testarudo, conseguí lo que suponía predicción patente (desde mi punto de vista) porque conjeturar cualquier otro resultado pareciera difícil e ilógico. Sin embargo, tiempo y aconteceres varios me han hecho reflexionar con rigor y ya no alimento nada incontestable. Existen yerros atribuibles al partido; sin perjuicio de que él, por fas o por nefas, tenga saldo o complicidad notables. El PP sigue sometido a viejos complejos que capitalizan la izquierda (extrema, cuando desapareció aquella contención de los primeros tiempos) y el independentismo divergente, iconoclasta. Hay un miedo cerval a que cualquier rival incruste en ellos el epíteto “facha” o “fascista”. Cierto que la conciencia social considera irrefutable el apelativo, pero su silencio encubridor favorece una confesión certera. 

Recuerdo a Cayetana Álvarez de Toledo en tiempos de Rajoy. Destacada, belicosa, liberal, rebelde, fue rechazada por declaraciones punzantes contra la estrategia del presidente, luego proféticas. Casado defendió su elección de portavoz en el Parlamento para luego, una vez asentada su falsa firmeza, desear incluso que dejara el acta de diputada. Ignoro si intervino un García Egea meticuloso, timorato, o el propio Casado abrumado por manifestaciones ¿tóxicas? de Feijoo y Juan Manuel Moreno, “médicos a palos”. El gallego, con gesta postiza ya que aquella Comunidad lleva votando varias legislaturas al PP sin reparar cual sea candidato. El andaluz, porque los frutos maduros caen por su propio peso. Ambos, tienen escasa entidad si quisiesen desbancar a su presidente en una aventura disparatada, irreflexiva, de limitado éxito. Conformaría un motín cuyos ingredientes básicos serían los complejos, digo.

La colosal, peregrina, impertinencia cometida por Casado durante la moción de censura presentada por Vox supera lo imaginado por el novelista más agudo. Aquel enfrentamiento personal, innecesario, despreciativo, satisfizo como nunca a un Sánchez tan incrédulo como muchos españoles que contemplaban la escena con ojos desorbitados. Fue un espectáculo lamentable por la forma y por el contenido. Ahí dilapidó Casado parte de su capital político, bastante maltrecho al mostrar desde el inicio un carácter débil, contemporizador, incluso con Sánchez. Además, pecó de pobre estratega porque si quiere ser el próximo presidente necesita, sin otra expectativa, los diputados de Vox. Su forma de hacer amigos es bastante precaria, tal vez mal influenciado por quienes esperan una ruptura a fin de seguir ostentando un poder que no merecen; menos, si encima resultan funestos para el país.

Ayuso, aparte de demostrar que formas bruscas y fondo social pueden conseguir objetivos inesperados, reavivó a un Casado con respiración asistida. Una persona tenaz, segura, pudo vencer las enormes dificultades que puso en su contra Sánchez, el gobierno y —de forma hostil, radical, estentórea—medios junto a tertulianos satélites. Casado tiene un modelo incuestionable que no va a seguir porque le falta temple, indicativo de insustancialidad para presidir el gobierno de España. Ayuso no es cismática, pues posee principios arraigados entre los que destacan lealtad y modestia, amén de disciplina monacal. Por suerte, Casado carece de repuesto a vista de pájaro, pero debe asumir un cambio consistente que granjee seguridad y posibilite esperanza en un futuro bajo su batuta, al menos sincera, justa, correctora de pasados errores.

¿Entonces? Depende de los próximos movimientos. Sánchez quiere su rendición ante el CGPJ y dicen las malas lenguas que para diciembre puede conseguirlo. Si así fuera, el castañazo de Casado marcaría época. Sabemos que los medios adscritos al poder destinarán varias portadas encomiando la moderación y sensatez del líder opositor cuando escruten un plácet que le resultará letal. Pese a sus declaraciones, el ensalzamiento del personaje por los medios opositores hinchan cualquier prurito excéntrico, incluso paradójico. He ahí la contrariedad. Desconfío del sentimiento buenista que pueden exhibir idealistas extemporáneos o pusilánimes. Pese a mis dudas, y valorando las opciones utilizables, le doy cierto margen de confianza. Una legislatura; luego, veremos.