viernes, 27 de mayo de 2016

JUEGAN A LA RULETA RUSA EN LA CABEZA DE LOS ESPAÑOLES


La oscarizada película “El Cazador” muestra, con toda su crudeza, a qué miseria moral podemos llegar las personas bajo extremas situaciones. Despiadada, terrorífica, calca la locura del hombre cuando -por unas u otras razones- deja su vida en manos del azar, casi siempre presente sin necesidad de convocarlo. Pese a su naturaleza fílmica, virtual, impresionan aquellas espeluznantes escenas donde vida y muerte penden del percutor de un revólver adosado a la cabeza. Si vencidos por la amenaza, por darle a la vida una posibilidad, nos sometemos al juego, no puede entenderse que finalmente  (motu proprio) caigamos en tan turbulento laberinto pasional. La edad pone ante nuestros ojos un amplio panorama en el que destacan comportamientos, emociones y peripecias humanas. Aparecen, desnudos, contradicciones, absurdos, locuras. Conforma la síntesis necesaria, irremisible, del individuo sin excepción.

Ayer leí en un medio digital que el PP busca fortalecer a Podemos y se niega, por tanto, a debatir con el PSOE a dos. A primera vista, nada que objetar a su estrategia. Aquellos consideran a Sánchez el rival a batir y piensan, razonablemente, que ambas formaciones -estos y Podemos- son vasos comunicantes: si una sube la otra baja y viceversa. Creen, además, en el alineamiento centrista del votante español. Tales supuestos, uno constatado y otro con evidencias incontestables, pueden resultar aventurados, si no peligrosos. Estoy convencido de que los gurús estrategas del partido azulón (hoy prima el color sobre la ideología, es el postrer y mejor rasgo identificativo) dan por seguro que la izquierda, irrelevante o radical y por distintos motivos, jamás alcanzará el poder en esta España. Lo indica la lógica y el sentido común. Sin embargo, debieran advertir que las dinámicas sociales las carga el diablo, que no se ajustan a la ciencia matemática ni a ningún proceso intelectivo. Cuadra, pues, no descartar en absoluto alguna sorpresa repentina.

El devenir histórico viene demostrando qué papel desempeña el poder financiero, social o político, a la hora de conformar gobiernos. Estamos insertos, para bien, en un marco de economía capitalista y, pese a las crisis cíclicas, el bienestar social solo se encuentra en este marco aunque duela a inconsistentes reclamos miserables, interesados, falsos. Cual Ulises, debemos cerrar oídos a los cánticos de sirena si queremos llegar a buen puerto. Proclamo el esfuerzo que realizan PP y PSOE para saturarnos de frustración, de hartazgo, al amparar en sus filas a tanto incompetente y sinvergüenza. Con todo, me costaría trabajo entregar algún crédito a cualquier sigla novicia hasta el extremo de conceder un voto a la hipótesis. No me sirve sustituir, sin más, maldad e ineptitud por qué se yo, en un rapto de rencor o ira. Existe la abstención (o el voto en blanco) como alternativa sana, quirúrgica, democrática y revolucionaria.

Parece que el PP, decía, pretende enterrar a un PSOE desnortado, iluso, pródigo. ¿Será venganza por aquellos pactos ignominiosos? ¿Tal vez desmesurado afán protagonista, con la consiguiente exclusiva de poder que acarrea tal escenario? ¿Ambos? Si reivindica un desquite parece humano, aun justo, pero sin tensar demasiado la cuerda. Si ansía destruir rivales, debería empezar por sí mismo pues el primer contrincante del PP es el PP. Políticamente, la estrategia parece perfilada por un antipatriota o beodo incorregible. Quizás por los dos en una conjunción histórica, planetaria, como pregonó aquella ministra de sólida huella, portentosa. España necesita tres partidos moderados: dos que sancionen la gobernabilidad (PP y PSOE) y otro alternativo que apoye si fuera preciso (Ciudadanos). La izquierda -más o menos ultra- y los nacionalismos siempre aparejados al dispendio, nos llevarían a la hecatombe financiera e institucional. ¿Alguien vislumbra un gobierno de izquierda casquivana, liberticida, en este país sometido demasiado tiempo al absolutismo real? ¿Quién combate la epidemia tomando cianuro? ¿No sirven para nada siglos de Historia espeluznante? ¿En qué nos hemos convertido? Confío, bien es verdad que me cuesta hacerlo, en que dentro de un mes se imponga la cordura. Los experimentos, al decir del especialista, con gaseosa.

Pese a lo dicho, exijo al PP que no siga por el atajo proyectado. Demuestra una bajeza sin límite, un desinterés pleno hacia el ciudadano. No se puede ser más ruin con quien sigue confiando en el proceder ecuánime de los prohombres patrios. Vosotros todos, políticos, terminaréis, como decenios atrás, cargándoos la paciencia del individuo y el sistema. Tras semejante desbarajuste, ambos (PP y PSOE) continuáis desluciendo esta democracia cada vez más cochambrosa. El ascenso fulgurante de Podemos y Ciudadanos no solo se debe a la crisis, es la reacción lógica a tanta insidia, a tanto duelo de florete retórico. Si las previsiones salieran mal, las planas mayores perderían un prurito con fecha de caducidad. Los españoles, muy probablemente, iniciáramos un lamentable proceso de recesión económica y pérdida de libertades individuales.

Lo dijo el esteta, son palabras que alguien dibuja en un libro viejo. Palabras tenebrosas, cargadas de ecos mortuorios, afiladas como solo pueden estarlo las mentiras. Al igual que Nerón, el PP toca la lira mientras truculentas llamas acechan al pueblo. Entre tanto, rozando el clímax del trastorno, carga el revólver para jugar a la ruleta rusa en la torturada cabeza de los españoles.

 

 

 

viernes, 20 de mayo de 2016

LOS TRABAJOS Y LOS DÍAS


Setecientos años antes de Cristo, Hesíodo -poeta heleno- compuso un texto cuyo título coincide con el epígrafe. Lo constituían sentencias para encaminar al hombre a una vida satisfactoria material y moralmente. El sabio ha tenido como objetivo constante orientar a sus convecinos, sobre todo en épocas convulsas, a confluir acciones cuerdas  y lograr así la felicidad escurridiza. Ante el peligro de toparnos con algún mesías salvador, populista, totalitario, conviene coger las riendas que, con nuestro esfuerzo personal, nos lleven a un estadio de paz y prosperidad. Solo nosotros somos protagonistas del propio éxito o infortunio. Echar culpas al prójimo constituye la excusa socorrida de quien cae en la desidia o, tal vez, transite por senderos espinosos, arriesgados. Cuán fácil es atribuirse loas, casi siempre inmerecidas, y cómo cuesta apadrinar envilecimientos, extravíos, fracasos. Asimismo, dejarse llevar por la indignación contribuye a sentar el sufrimiento en tu mesa. Interesa someter ciertos impulsos a serena reflexión.

Hesíodo, que cimentó la filosofía presocrática, consideraba el trabajo, el esfuerzo, base de la prosperidad humana. Entre sus consejos citaré algunos que creo atemporales porque siempre se muestran frescos. Decía: “Tú, trabaja porque el hambre es compañera habitual de varón inactivo. Por su trabajo los hombres son ricos y queridos de todos, ya que el trabajo no es oprobio; la ociosidad, sí”. Con envoltura mitológica, enumeraba incontables sentencias, consejos u orientaciones, sobre comportamientos virtuosos, como he dicho, centrados o vertebrados en el trabajo. Manifestaba, verbigracia, que la justicia se identificaría con la fuerza abandonando el pudor. Aseguraba que los pueblos terminan pagando las locuras de sus reyes que, urdiendo aflicciones, desvían sus sentencias por senderos descarriados alegando tortuosas razones. Añadía que precaviendo estas cosas había que enderezar juicios y olvidarse de falsos itinerarios. Terminaba asegurando que quien por sí mismo no se percata ni comprende lo que a otros escucha, puede considerarse un hombre inútil. Premisas, todas ellas, que lucen plena actualidad.

Traigo a colación este autor, cuya obra se realizó casi tres milenios atrás, porque su magisterio no puede ser más vigente ni oportuno. Vivimos tiempos en los que casi todas las dificultades emanan de la falta de trabajo y de ese afán por supeditarlo, en bastantes casos, a la miseria subvencionada. Precisamente tal lacra, si no azote, fundamenta el análisis del Brexit en Gran Bretaña. Los otros puntos, referentes a la justicia, los gobernantes y el pueblo llano, adquieren hoy un vigor incuestionable. ¿Quién concibe una justicia supeditada al derecho y no al poder? ¿Hay alguien que reste transcendencia o desestime la relación causa/efecto entre políticos y caos? ¿Acaso la sociedad niega servidumbres ante esta situación que debería preocuparnos más? Creo que no somos conscientes del momento histórico o lo minimizamos apoyados en coyunturas foráneas. Sin embargo, todo tiene un límite que no debemos descuidar.

El escenario, lejos de aparentar normalidad, conforma una naturaleza dominada por la penumbra. Aparte estrategias que magnifican esta evidente inquietud social, que opongan inmovilismos a vacíos insondables (ambos repelentes), puede optarse por alguna sutileza intermedia o la abstención reivindicativa. Lamento que tal resquicio dependa solo del empeño y sentido común de dos partidos que han facilitado cuarenta años de bienestar social. Por desgracia, personalismos absurdos están a punto de conseguir su suicidio al tiempo que acarrearían derivaciones trágicas para los españoles. Quisiera apreciar en declaraciones del PSOE únicamente eslóganes requeridos por el enfrentamiento electoral. Me gustaría constatar que, tras el 26 J, se impone la reflexión, la lógica y el interés común. Nos movemos sin remedio entre la obcecación del PP y el alocado transitar de un PSOE dominado por tics nacionalistas, por pautas arcaicas, turbulentas, sin homologación europea. 

Podemos, al decir de ciertos comunicadores, se ha radicalizado y perdido candor debido a su pacto con Izquierda Unida. Yo, afirmo lo contrario. Tiempo ha, lo expresó el propio Iglesias: “No quiero saber nada de una izquierda tristona, amargada, pesimista; la del cinco por ciento y bandera roja. Dejadme en paz”. Nadie le molestaba ni le perseguía; era el epitafio de -desde su punto de vista- la izquierda inoperante, antirrevolucionaria. Él personificaba al leninista poder social; el clímax antidemocrático en comparación con aquella izquierda indolente, conformada en su cinco por ciento. Ahora la necesita para tapar las grietas que ha abierto su rancio autoritarismo e insolente petulancia. Luego, sin jugo, extinta, la arrojará al estercolero. Muchas palabras, a veces, pretenden suavizar el mensaje, los conceptos, tras una máscara de falsa sinceridad que difumina la mentira con sustancia ideológica. Los políticos tienen dichos engañosos y hechos ridículos, cuando no indignos.

Cuánto bien haría al ciudadano que sopesara no ya las sentencias de Hesíodo sino las cautelas que congregan sensatez y sentido común. Si bien el clásico afirmó que la vida es sueño, debemos considerar que los sueños son pasiones contingentes, insustanciales y, al final, frustrantes. Pisemos la realidad e intentemos con el trabajo, la acción y la denuncia, que cada vez sea menos hostil. No nos dejemos mecer por cánticos de sirena, por placeres oníricos, porque con excesiva frecuencia terminan acarreando terribles pesadillas.

 

viernes, 13 de mayo de 2016

LA PREOCUPANTE ENCRUCIJADA DEL PSOE


A estas alturas, creo que nadie cuestiona el papel estelar del PSOE relativo al presente y futuro de esta España que transita insegura por el espacio europeo. No importa, que también, quién inició el deslizamiento a la siniestra cargado de odio sectario, de afanes totalitarios. Tampoco quiénes lo potencian y aun bendicen con irreflexiva contumacia. Los protagonistas, en un sistema democrático, quedan excluidos para desempeñar tareas de Estado. Aquellos que todavía ejercen labores de gobierno u oposición, han de dejar paso a nueva savia capaz de coger el testigo sin lastres ni enconos. Imagino cuántos esfuerzos han de realizar los que sacrificaron el bienestar ciudadano a cambio de satisfacer anhelos indebidos. Qué atonía a la hora de rectificar, cuántos peligros latentes, qué escollos políticos (quizás sociales) para pagar deudas adquiridas por ambiciones espurias. Pero la indignidad que no se repara atormenta siempre; constituye una herida abierta, sangrante, evocadora.

Individuos tendenciosos, maniobreros, adosan culpas a la crisis mundial; a menudo, especifican europea. Es muy socorrido diluir responsabilidades en tan extenso escenario. Constituye la mejor vía, cuando no única, de argumentar una impunidad falsa. Aquí hay responsables previos, paladines presentes y hasta potenciales ejecutores de futuro. Zapatero protagoniza el infame honor de apadrinar una decadencia evidente fruto de su indigencia e ineptitud. Apartó de sí la moderación socialdemócrata cimentada por un Felipe González que -de momento y pese a errores capitales- se ha mostrado como el único estadista del PSOE. Quiso borrar episodios históricos que debían producirle infortunio heredado. Zapatero, digo, resucitó el guerracivilismo, las dos Españas, el irredentismo nacionalista. Asimismo, se mostró más dispuesto a efectuar enjuagues electorales que a la vela de intereses ciudadanos, muy divergentes con su capacidad de gestión. Prefirió el voto visceral al reflexivo, ideológico, incontestable. Tras el fracaso, dio al PP una mayoría absoluta inverosímil e inmerecida. Empieza el calvario.

Rajoy precisó poco tiempo para perfilar tanta desnudez que enseguida la opinión pública lo intuyó una cuchufleta tornadiza. Era el mismísimo Zapatero con barba y del PP. Si restamos aquel sectarismo insano del señor Rodríguez, ambos pudieran considerarse individuos clónicos. Semejante identidad ha despertado desapego y hastío inusuales hacia los partidos clásicos. Durante las tres últimas legislaturas, se ha ido descapitalizando la clase media, el paro juvenil rebasa el cincuenta por ciento y quien trabaja percibe sueldos de miseria. Cualquier sector social se asoma a un futuro plagado de negros nubarrones. Han creado un caldo de cultivo revolucionario, apto para la aparición de nuevos partidos que pretenden, como vocación o propaganda populista, una regeneración aclamada pero ilusoria. A la vez, don Mariano -aconsejado por el gurú u oráculo habitual- sigue alimentando a Podemos con el fin de debilitar aún más una izquierda fratricida. Llenos de confianza, acometen esta estrategia un tanto temeraria e incierta.

Ante tal escenario, el PSOE (inquieto, transido de dudas) concurre emparedado entre una ultraizquierda, robustecida por IU, y una derecha cuyo suelo se muestra sólido. Quiérase o no, Podemos se exhibe como un partido totalitario -matizado por la época- que revela excelentes facultades estratégicas e histriónicas. Aquel PSOE añejo, que tampoco dudaba en disfrazar al judas, autor del dóberman, queda empequeñecido ante ese tsunami del señuelo, de la artimaña. Cada día, Pablo Iglesias esparce “inocentes” obstáculos en el devenir electoral de Pedro Sánchez. Aquel puede permitirse blandir rasgos de arrogancia y osadía impropias del político serio, con probabilidades de encabezar un gobierno. Tal marco, obliga a Sánchez a respuestas parcas, insípidas. No obstante, estos socialistas se revelan muy pardillos en tácticas de propaganda incisiva.

Sin embargo, hay que dar a cada uno lo suyo. Tras las elecciones municipales y autonómicas, don Pedro quiso minimizar su derrota (ganada a pulso) tomando un poder irreal a cambio de perder el PSOE pátina socialdemócrata, adulterada desde Zapatero. Al mismo tiempo, validaba y legitimaba el carácter demócrata -más o menos social, “al estilo danés”- de Podemos. Desastrosa estrategia. Ahora, Podemos puede disputarle al PSOE el espacio socialdemócrata sin perder un ápice de soporte. El socialismo ha criado cuervos y aquel quiere sacarle los ojos. Cada fecha que pasa lo tiene más fácil, contando con los ímprobos esfuerzos que hace la Comisión Ejecutiva para que así sea. Sánchez sobra en el PSOE desde que dijo: “pactaré con todos menos con el PP y Bildu”. Su desaparición debería ser el primer movimiento para acometer una enmienda imprescindible y urgente.  

Algunos que pretenden rábano y hojas, pronostican el desplome del PSOE si pactara con el PP. Podemos “se lo come con patatas”, dicen. Y si lo hiciera con Podemos, ¿qué ocurriría? Desde mi punto de vista, terminaría digerido. Tanto me da, que me da lo mismo. ¿Entonces? Solo hay un camino de salvación para el partido y para los españoles. Primero, romper todos los pactos municipales y autonómicos dejando claras las razones de interés nacional, amén de mostrar una firme voluntad de homologarse con las socialdemocracias europeas. Luego, considerando cismas con el PP, abandonar tácticas de enfrentamiento político y social, estériles, rupturistas. Las próximas elecciones, si no gana, ha de permitir, absteniéndose, un gobierno PP/Ciudadanos quedándose en la oposición crítica, con acuerdos cerrados sobre reformas ineludibles. Junto a Ciudadanos, los tres, deben rehacer el edificio democrático pensando en el ciudadano para reconquistar su fe y confianza. De lo contrario, adiós PSOE y adiós Estado de Bienestar. No es para tomarlo a la ligera.

 

 

 

viernes, 6 de mayo de 2016

SUPOSICIONES, PALABRERÍA, CLAQUE Y OLVIDOS


Las suposiciones son conjeturas previas a hechos concluyentes. Suelen nutrirse de premisas indiciarias. En ocasiones, acontecimientos seguros adosan recelos promovidos por empirismos añejos. Hoy, desde un punto de vista social, político, elaboramos (elaboran prebostes varios) supuestos cual verosimilitudes contrastadas con excesivo optimismo, cuando no desfachatez. Es un escenario reiterativo, machacón, perverso; tanto que, hastiados ciudadanos lo reprueban y restituyen intacto, sin estudio ni apego. Ignoro si tal proceder cae en el campo del error o supone una terapia colectiva ante la imposibilidad de evitar esta enfermedad histórica. Pudiera entenderse que la proverbial indolencia retroalimentara el ejercicio político que siempre termina siendo un mal endémico en España. Importa poco que otros países sufran parecidos episodios; pues, rechazando el proverbio sedante, mal de muchos no consuela a nadie.  

El embarazo, circunstancias y resultado definitivo, quizás fuera un sugerente paradigma para comprender las suposiciones. Ambos requieren una certidumbre anterior, pero todo lo demás pasa al capítulo del dios Cronos. A falta de verificar la prueba de la rana,  vetusta, arrinconada, Podemos e Izquierda Unida comparecerán juntos a los comicios del 26 J. El famoso “sorpasso” al PSOE presenta los mismos interrogantes que el embarazo. ¿Habrá o no aborto? ¿Será niño o niña, sietemesino o cumplirá treinta y siete semanas en el vientre materno? No hay respuesta que releve al calendario, en ningún caso. Alguien arrogante (que atesora otras notables tachas cada vez más evidentes), en un a priori risible, ha ofrecido a Sánchez la vicepresidencia del futuro gobierno. Inconsistente, gaseoso, soñador, embarazo psicológico en esa suerte de paralelismo lúdico. Aunque parezca un relato fantástico con cabida en “Las mil y una noches”, es tan cierto como la vida misma. Hay pretensiones insólitas; pero -ya lo sentenció Samaniego en su famosa fábula- hallará las uvas verdes. Pura vanidad.

Vistas las consecuencias de tanto antojo, preparan un renovado proyecto que componga los desequilibrios generados durante estos últimos meses. Siglas y primeros espadas empiezan el cortejo que debe terminar, tras rápida gestación, cuando rompa aguas la gravidez parlamentaria. Necesitan, al efecto, un atractivo a medio camino entre lo libidinoso y lo prosaico. Luego, conseguidos los favores, cada cual es infiel bajo la excitación que inspiran los sillones azules; no románticos requiebros ni modestos abalorios. (Siempre pensé, parodiando a Gómez de la Serna, que “el pobre es un donjuán de secano”). Durante varios días, al uso caballeresco,  velarán vocablos que -en seguida- cruzarán en incruenta batalla. Empiezan a infectar el espacio radio-eléctrico de rotundas autocomplacencias y gruesas descalificaciones del rival. Terminarán ebrios, disparatados, en ese intento lascivo de conseguir las mercedes que les lleve al éxtasis. Nosotros, sujetos de su pasión incontrolada, deberemos mirar con lupa qué ofrecen de dote para cerrar las capitulaciones matrimoniales. Somos conscientes, y la anterior ceremonia lo dejó claro, que, a renglón seguido, desean tríos o cambios de pareja. Al presente, difunden palabras huecas; luego, entregarán míseras acciones.

Aupados por la claque mediática que les sirve de altavoz, se desgañitan en airear consignas, ocurrencias y eslóganes comerciales. Allende roídos principios, metodologías que el tiempo se ha encargado de descubrir obsoletas, nadie explicita soluciones realistas a cuestiones actuales. Carecen de ellas. Escogen tapar sus vergüenzas, o desvergüenzas, y se limitan a comentar las impudicias rivales. Un plan perfectamente preparado para magnificar incompetencias ajenas. Pulsan, al mismo tiempo, la víscera, los instintos primarios, que les permite obtener aguerridos ejércitos de “hooligans” tan paradójicos como eficaces. Comunicadores, tertulianos, en apariencia instruidos, argumentan sus tesis de manera tan indigente que rozan el absurdo. Caminan hacia la Tierra Prometida olvidando que antes deberán atravesar un penoso desierto. Después, probablemente encuentren obstáculos inesperados.

Ayer escuché una de tantas necedades con efectos demoledores. Confunden voluntariamente esencia y fenómeno, informe e ignominiosa manipulación. En el debate, alguien cotejaba diferencias entre dos personajes públicos sobre hábitos democráticos. Un tertuliano cortó la comparación asegurando que el pedigrí democrático del preboste puesto en cuarentena venía corroborado por el voto ciudadano. Era necesario, pues, confirmar la naturaleza democrática del cargo orgánico. La falta de rigor venía compensada por un exceso de sectarismo. Lenin, Mussolini, Hitler, y demás dictadores, provinieron de violentas revoluciones o del apoyo popular. Ciertos medios y periodistas debieran hacer autocrítica más a menudo.

Insertos en plena ofensiva electoral (el término preelectoral es tan falso como sus mantenedores), escuchamos -como siempre- una retahíla de loas propias, asimismo maldades vecinas. Unas y otras visten parecidas falacias que aderezan con atractivas envolturas, con seductora retórica. Ninguno está dispuesto a la franqueza, a exponer coyunturas ciertas, alarmantes; menos a estimar salidas viables. Callan la imprescindible reforma fiscal, una urgente subida de impuestos que aquiete las exigencias europeas sobre el déficit, incumplido desde hace años. Enmascaran la verdadera situación económica cuyo motor coyuntural es el turismo. Minimizan el problema territorial u ofrecen recetas triviales, quiméricas. Utilizan la boca pequeña para referirse a la pirámide poblacional y a las pensiones. Niegan enfermedades a esta democracia y adolece de muchas. En fin, se airea lo pueril, el embalaje, silenciando lo vertebral.

Únicamente los populismos, esos que -al decir del proverbio- “tienen uñas de gato y cara de beato”, explicitan el marco auténtico porque hacen su agosto aireando la podredumbre. Sin embargo, las soluciones que sugieren son brindis al sol, imposibles en un marco capitalista de economía globalizada. Probablemente aprovecharan siglos atrás, pero hoy reportarían miseria limitando, a la par, las libertades individuales de las que goza cualquier país democrático y moderno. No nos dejemos embaucar por sibilinos cánticos de sirena.