La oscarizada película
“El Cazador” muestra, con toda su crudeza, a qué miseria moral podemos llegar
las personas bajo extremas situaciones. Despiadada, terrorífica, calca la
locura del hombre cuando -por unas u otras razones- deja su vida en manos del
azar, casi siempre presente sin necesidad de convocarlo. Pese a su naturaleza
fílmica, virtual, impresionan aquellas espeluznantes escenas donde vida y
muerte penden del percutor de un revólver adosado a la cabeza. Si vencidos por
la amenaza, por darle a la vida una posibilidad, nos sometemos al juego, no
puede entenderse que finalmente (motu
proprio) caigamos en tan turbulento laberinto pasional. La edad pone ante
nuestros ojos un amplio panorama en el que destacan comportamientos, emociones
y peripecias humanas. Aparecen, desnudos, contradicciones, absurdos, locuras.
Conforma la síntesis necesaria, irremisible, del individuo sin excepción.
Ayer leí en un medio
digital que el PP busca fortalecer a Podemos y se niega, por tanto, a debatir
con el PSOE a dos. A primera vista, nada que objetar a su estrategia. Aquellos
consideran a Sánchez el rival a batir y piensan, razonablemente, que ambas
formaciones -estos y Podemos- son vasos comunicantes: si una sube la otra baja
y viceversa. Creen, además, en el alineamiento centrista del votante español.
Tales supuestos, uno constatado y otro con evidencias incontestables, pueden resultar
aventurados, si no peligrosos. Estoy convencido de que los gurús estrategas del
partido azulón (hoy prima el color sobre la ideología, es el postrer y mejor
rasgo identificativo) dan por seguro que la izquierda, irrelevante o radical y
por distintos motivos, jamás alcanzará el poder en esta España. Lo indica la
lógica y el sentido común. Sin embargo, debieran advertir que las dinámicas
sociales las carga el diablo, que no se ajustan a la ciencia matemática ni a
ningún proceso intelectivo. Cuadra, pues, no descartar en absoluto alguna
sorpresa repentina.
El devenir histórico
viene demostrando qué papel desempeña el poder financiero, social o político, a
la hora de conformar gobiernos. Estamos insertos, para bien, en un marco de
economía capitalista y, pese a las crisis cíclicas, el bienestar social solo se
encuentra en este marco aunque duela a inconsistentes reclamos miserables,
interesados, falsos. Cual Ulises, debemos cerrar oídos a los cánticos de sirena
si queremos llegar a buen puerto. Proclamo el esfuerzo que realizan PP y PSOE
para saturarnos de frustración, de hartazgo, al amparar en sus filas a tanto
incompetente y sinvergüenza. Con todo, me costaría trabajo entregar algún
crédito a cualquier sigla novicia hasta el extremo de conceder un voto a la
hipótesis. No me sirve sustituir, sin más, maldad e ineptitud por qué se yo, en
un rapto de rencor o ira. Existe la abstención (o el voto en blanco) como alternativa
sana, quirúrgica, democrática y revolucionaria.
Parece que el PP, decía,
pretende enterrar a un PSOE desnortado, iluso, pródigo. ¿Será venganza por
aquellos pactos ignominiosos? ¿Tal vez desmesurado afán protagonista, con la
consiguiente exclusiva de poder que acarrea tal escenario? ¿Ambos? Si
reivindica un desquite parece humano, aun justo, pero sin tensar demasiado la
cuerda. Si ansía destruir rivales, debería empezar por sí mismo pues el primer
contrincante del PP es el PP. Políticamente, la estrategia parece perfilada por
un antipatriota o beodo incorregible. Quizás por los dos en una conjunción
histórica, planetaria, como pregonó aquella ministra de sólida huella,
portentosa. España necesita tres partidos moderados: dos que sancionen la
gobernabilidad (PP y PSOE) y otro alternativo que apoye si fuera preciso
(Ciudadanos). La izquierda -más o menos ultra- y los nacionalismos siempre
aparejados al dispendio, nos llevarían a la hecatombe financiera e
institucional. ¿Alguien vislumbra un gobierno de izquierda casquivana,
liberticida, en este país sometido demasiado tiempo al absolutismo real? ¿Quién
combate la epidemia tomando cianuro? ¿No sirven para nada siglos de Historia espeluznante?
¿En qué nos hemos convertido? Confío, bien es verdad que me cuesta hacerlo, en
que dentro de un mes se imponga la cordura. Los experimentos, al decir del
especialista, con gaseosa.
Pese a lo dicho, exijo al
PP que no siga por el atajo proyectado. Demuestra una bajeza sin límite, un
desinterés pleno hacia el ciudadano. No se puede ser más ruin con quien sigue confiando
en el proceder ecuánime de los prohombres patrios. Vosotros todos, políticos, terminaréis,
como decenios atrás, cargándoos la paciencia del individuo y el sistema. Tras
semejante desbarajuste, ambos (PP y PSOE) continuáis desluciendo esta democracia
cada vez más cochambrosa. El ascenso fulgurante de Podemos y Ciudadanos no solo
se debe a la crisis, es la reacción lógica a tanta insidia, a tanto duelo de
florete retórico. Si las previsiones salieran mal, las planas mayores perderían
un prurito con fecha de caducidad. Los españoles, muy probablemente,
iniciáramos un lamentable proceso de recesión económica y pérdida de libertades
individuales.
Lo dijo el esteta, son
palabras que alguien dibuja en un libro viejo. Palabras tenebrosas, cargadas de
ecos mortuorios, afiladas como solo pueden estarlo las mentiras. Al igual que
Nerón, el PP toca la lira mientras truculentas llamas acechan al pueblo. Entre
tanto, rozando el clímax del trastorno, carga el revólver para jugar a la
ruleta rusa en la torturada cabeza de los españoles.