viernes, 26 de octubre de 2018

CINISMO Y MISERIA


Antes de que Pedro Sánchez (armado de su habitual apostura chulesca y con proceder compensatorio e infantil) castigara de rodillas y brazos en cruz a Casado, le había dicho: “Ustedes no tienen programa de gobierno ni para Cataluña ni para España”. Así, con un par. Una aureola de cinismo contoneó esa testa meritoria -valga la ironía- del presidente más ambicioso y torpe en cuarenta años. Al final, será difícil averiguar si las necedades proceden de los presidentes o de sus respectivos asesores políticos. Todo vino a consecuencia de la “responsabilidad y participación” de Sánchez en el golpe de Estado que se está perpetrando, en palabras de Pablo Casado. El gobierno, delicadamente sensible, exhibiendo ronchas y mohines aviesos, olvida aquel “indecente” que espetó Sánchez al entonces presidente Rajoy, incluyendo la menudencia de acusarle de insuflar el independentismo. Ya saben, la viga y la paja. Como diría González Moore: “No hay mayor cinismo que el de aquellos que reclaman para sí lo que nunca han dado”. 

Cínico, enseña el DRAE, es quien actúa con falsedad o desvergüenza descaradas. Llevamos tiempo constatando que tal zozobra recorre las filas de cualquier sigla, si bien el populismo se lleva la palma. Ignoro qué predomina en esta coyuntura; si el descaro del preboste -quizás osadía que implica mayor inestabilidad emocional- o la estupidez ciudadana, tal vez sumisión ancestral. Sea cual la respuesta, vivimos un momento crucial, peliagudo. Para encrespar más los ánimos, si es posible, unos medios audiovisuales y escritos se esfuerzan por retorcer los conceptos hasta dejarlos irreconocibles, viciados, cuando no envilecidos. Etiquetas falsas, imputadas con saña y a veces impotencia, restallan en el espacio social contaminando el aire de aromas tóxicos, antitéticos, que aportan perturbaciones a la fisiología patria de consecuencias indeseadas. Una sacudida glacial, malsana, recorre el cuerpo nacional. La perspectiva sojuzga mentes y almas creando cierta desazón ante un futuro incierto

¿Quedan muchas tinieblas, mucho malestar? No existe una respuesta precisa respecto a Cronos ni a la diosa Felicitas. Temo que estos desarrapados intelectuales nos hagan pasar penalidades sin fin. Las cosas se están sacando de quicio con suma celeridad y percibo un intento nuevo, obcecado, de construir ladinamente el régimen que la guerra cortó de raíz. Mientras, se condena el liberalismo tachándolo de radical, de extrema derecha al tiempo que se le somete a causa general. Medios, colectivos estridentes y políticos siniestros -vistos en su doble acepción- siembran con bastante éxito una semilla que lleva implícitos el enfrentamiento, la quiebra, el caos. Sin duda han encontrado el terreno óptimo, preparado -al modo gramsciano- por un credo que ha hecho del cinismo su púlpito preferente. Esas ansias hegemónicas, de dominio estructural y moral, abren dudas razonadas de si Felipe González renunció convencido al marxismo. Zapatero y sus inexplicables añoranzas lideró enajenado la izquierda guerracivilista, aquella que se alejó de una socialdemocracia próspera.

LOGSE, junto a un relativismo que llenó toda la fisonomía formativa de una juventud sin futuro, ha ido forjando esta sociedad carcomida por todos los excesos a la par que por todas las carencias. Existe tal desorientación que las doctrinas, antaño guías ineludibles en los sistemas democráticos, han terminado ociosas, innecesarias, obsoletas. Surgen vigorosos credos alarmantes que nos retrotraen a épocas amargas, terribles. Hay ideologías tiránicas que emergen solo cuando el mundo se ve sacudido por profundas crisis sociales o económicas. Totalitarismo y nazismo brotaron en esas coyunturas socialmente desequilibradoras. Ahora, los movimientos migratorios ponen en riesgo -a veces por su propia dinámica- el statu quo de los países de acogida. Como réplica natural, aunque insolidaria, aflora un rechazo irascible, virulento, implacable. En ocasiones, los propios gobiernos calientan el conflicto aprobando medidas peregrinas.

España, pese a los esfuerzos de la progresía política y mediática, carece de ese ardor que comporta una dinámica radical, de momento. Estamos en el camino propicio para componer -a no tardar demasiado- un país envuelto en preocupantes conflictos sociales. Nuestro PSOE, alejado de enfoques pragmáticos, ha sido un partido disolvente, enemigo de alianzas que facilitaran políticas de Estado. Le pesa excesivamente el desafortunado papel que eligió en la Segunda República. Su vieja radicalidad le ha impedido, por pruritos atávicos, adoptar modales socialdemócratas. Sin embargo, la socialdemocracia (superada por doctrinas liberales, asimismo radicales) pierde gobiernos en Europa central y septentrional. Aquí, Sánchez -basándose en esa alergia europea y raptado por una codicia espuria, apremiante- ha recreado el frente popular como posibilidad exclusiva para conseguir La Moncloa. Aglutinar a la extrema izquierda con independentistas y antisistema, debe traer consecuencias nefastas para España y para el propio PSOE.

La izquierda moderada, como indico, ha perdido poder en Europa a beneficio del liberalismo, aunque esta crisis social originada por la migración -y otra económica que se vislumbra cercana- provoque un resurgimiento preocupante de las ideas inmoderadas, para ser suave. El polo opuesto (Portugal, España, Italia y Grecia) lo constituyen gobiernos de izquierda, más o menos radical, a excepción de Italia cuyo ejecutivo viene determinado por una mezcla explosiva de populismo y derecha radicalizada. Resulta aventurado, sin vestigios claros, hablar con verdad de convulsiones nazis o totalitarias pese a etiquetas vertidas por la táctica agitprop. No obstante, no deben descartarse a futuro.

Nosotros estamos eligiendo un camino que lleva directamente a la miseria, pues nos dejamos gobernar por una izquierda vacía. Reclamo, etiqueta y propaganda, con el auxilio impagable de unos medios serviles, definen su esencia, su encarnadura. Hemos de acostumbrarnos a mirar las cosas de frente, no de perfil. Analicemos qué proyectos reales, en beneficio ciudadano, ha elaborado el actual gobierno a lo largo de estos cinco meses. ¿Sánchez y sus acólitos pueden favorecer el Estado de bienestar? No, acarrean miseria para la sociedad porque, además de su odio al capital, solo les interesan los gestos, el poder sin más; se presentan indigentes para otros objetivos pese a seductoras apariencias. La economía vertebradora, boyante, no puede encontrarse en doctrinas estatalistas, es un axioma histórico.

viernes, 19 de octubre de 2018

¡VIVA LA BANDA!


Mis lectores habituales conocen que soy partidario de utilizar como epígrafe títulos significativos de canciones, textos, refranes, películas o citas sugestivas. En esta ocasión opto por la película de Ricardo Palacios, cuya trama se desarrolla en plena Guerra Civil española. Sin embargo, el fondo jocoso del filme tiene poco que ver con la situación grotesca, pero espeluznante, que domina hoy la escena política. Aunque parezca paradójico, cualquier caricatura despliega dos sentimientos opuestos. Uno advierte el tinte estrafalario, sarcástico, hasta ridículo; esperpento que evita frustraciones en el tópico valle de lágrimas. Es la fórmula exclusiva para una autodefensa eficaz. Otro, menos imaginativo, más real pero amargo, usurpa al género humano su deseo, aun su derecho, a una felicidad efímera, terrena.  

Banda constituye un vocablo con acepciones que tienen un cimiento común: grupo, más o menos organizado, con tareas y objetivos distintos. Hoy, me interesa aquel significado, casi siempre peyorativo, referido a conjunto heterogéneo de individuos. Yendo al grano, me refiero a la plaga de políticos y comunicadores que permite esta piel de toro. Ambos armonizan un tándem preciso, necesario, imprescindible, para llegar al embeleco que constituye ahora mismo la democracia española. ¡Viva la banda! es el grito minoritario, adiposo, de quien vive a la sombra opípara del poder eventualmente detentado. El noventa por ciento de la población, como mínimo, debiera estar hastiada de tanto acoso farsante e impositor. Pero no. Hete aquí que han corrompido la conciencia social y al coro ruinoso, infame, se adhieren de muy buen grado -cuando llegan las elecciones- numerosos colectivos vejados y vehementes.

Un perfecto, codicioso, programa de ingeniería social (iniciado con el nefasto sistema educativo llamado LOGSE y con el complemento vil, felón, de una prensa huidiza) permite a políticos y periodistas vivir de forma regalada a costa del fraude democrático. ¿Cuándo, si no, individuos -con dudosa valía intelectual y catadura moral- podrían permitirse una vida regalada, propia de potentados? No preciso nombres, incluyendo todas las ideologías, para elaborar un memorándum presente en la mente popular. Quien me lea, sabe que culpo al pueblo de colaborador principal. Aunque el papel protagonista sea adjudicado exclusivamente a políticos y prensa, el ciudadano (ahora contribuyente) tiene un importante quehacer de comparsa, si bien muchos se crean estrellas. Por tanto, este pueblo es corresponsable activo de la coyuntura presente.

Lo típico -al tiempo que sustantivo- de la banda actual, viene configurado por el desorden anarquizante, folklórico. Avistamos fuerzas heterogéneas diluidas en el maremágnum político-mediático. Se ha difuminado la vieja socialdemocracia moderada, gobernante, con un comunismo totalitario, novecentista. Demagogia y populismo desbancan el mandamiento recto, ético. Izquierda y derecha abandonan sus espacios tradicionales jugando a novedosos sondeos, mañas e ingenios, mientras consiguen desorientar al ciudadano, desheredada marioneta. Experimentan, en este laboratorio desconcienzado, una utopía tiránica con la saña que no apetecen para lograr el Estado de Bienestar. Porque utopía cae dentro de su campo, válida solo cuando el objetivo se refleja en ellos mismos. Egoísmo se convierte en doctrina troncal por muchos esfuerzos que realicen para ocultar, con palabras talismán, sus verdaderos anhelos.

Cabría preguntarse, entre otros interrogantes no menos oportunos, qué reflexiones llevan a un partido de gobierno a pactar con totalitarios, presuntos delincuentes y reconocidos antiespañoles, unos presupuestos en vez de ejercer de auténtico patriota y convocar elecciones. Se emplea como justificación el que gobiernos precedentes lo hicieran. Constituye otro ejercicio de configurar un lenguaje ad hoc, torciendo el oficial, para modular mensajes contaminados y argumentar quimeras. Comprendo menos el cesarismo expelido por todas las siglas nacionales hasta el punto de emponzoñar sus respectivos partidos antes que abandonar el poder, bajo un consentimiento suicida o cretino. Pedro Sánchez prefiere amortajar el PSOE antes que abandonar La Moncloa. Vimos a su antecesor, resuelta su economía, en la misma tesitura.

¡Viva la banda! claman alborozados quienes, fuera de ella, sin nepotismo, descubren un futuro incierto, ruin. Banda, privilegio y arbitrariedad forman el trípode sobre el que se sustenta nuestra democracia. A lo sumo, cabe añadir que las muestras no presentan signos de afección a la gente. Incluso aquellos que se distanciaron de la casta, han resuelto zambullirse hasta el cuello en ella. A más a más, como dirían los catalanes, poseen guardia personal, un símbolo -como sabe todo el mundo- netamente proletario. Qué pronto convergen los que pretendieron abrir una brecha simbólica tan insustancial como falsa. La prensa también forma parte básica del espectáculo, cuya contribución seguramente es bien remunerada. En ocasiones, ciertos periodistas que atizan la progresía como método eficaz traspasan todas las líneas de lo razonable y campan a sus anchas por el repugnante fanatismo dogmático, cuando no maniqueo

Évole asevera con rotundidad: “Me preocupa Vox porque hay mucha gente dispuesta a votar a un partido fascista”. Fascista es un anacrónico recurso propagandístico que intenta resucitar tiempos olvidados, de siglos pretéritos, ya que ciertos partidos necesitan etiquetas poderosas que aviven el subconsciente colectivo. Santiago Gonzáles -en el polo opuesto, pero sin ofrecer alimento electoral- dice: “El peor presidente de nuestra Historia es un psicópata que emputece todo lo que toca”. Ambas no constituirán ningún breviario de frases célebres, ni por sobriedad ni por estilo. Tal vez, el cetro lo detenten El País con sus bandazos y la Sexta TV ejemplarizando una fidelidad indiscutida.

Dentro de la órbita política tenemos declaraciones, actos, que serpentean el insulto a la inteligencia. Sánchez anuncia desmarcarse de la cita Iglesias-Junqueras. Martínez Maíllo, tabernario, considera que “Iglesias es un crack, es el puto amo”. Sin que le falte razón, sus palabras ajan crédito a las formas políticas. Carmena se gasta un millón de euros en redecorar el palacio donde se ubica el ayuntamiento. Susana Díaz, asida al cinismo, exige a Tejerina que pida perdón a los niños andaluces, etcétera, etcétera. Es incuestionable. Una élite encumbrada, estafadora, viviendo a lo grande, exclama (olvidando a la gallina de los huevos de oro y en permanente francachela) ¡Viva la banda!

viernes, 12 de octubre de 2018

GOBIERNOS IMPUNES O EL OCASO DE ENGAÑABOBOS


Esta mañana he presenciado una entrevista a Susana Díaz, tras haber disuelto el Parlamento andaluz y convocar elecciones para el dos de diciembre.Un gobernante siempre aspira a agotar legislatura, pero quiero lo mejor para mi tierra”. Esta andanada la evacuó sin mover un músculo y con sonrisa cautivadora. Enseguida me ha asaltado un axioma incontestable: el noventa y cinco por ciento del extracto de nuestros políticos viene determinado por ausencia de valores, cinismo, desfachatez y labia. El otro cinco por ciento restante, lo llena una mente indigente, plana, pretenciosa. Esta sutileza, entre otras diversas, determina que vayamos de mal en peor. Cuarenta años de democracia, si se puede conceptuar así, y hemos evolucionado poco o nada. Acaso, a peor. Forjamos una ilusión esperanzadora y nos han llevado a un escenario lamentable, siniestro, antidemocrático; ahora mismo, censor.

Pedro Sánchez (doctor no, todavía sin deslindar) sosia magistral del “inolvidable” Zapatero, recorre terco el espacio de la vileza. Prometía austeridad -como ética “exclusiva” de una izquierda interclasista, proletaria- y derrocha dinero público además de dejarse avistar ese achulado talante con que acicala su inepcia. Desde que ocupa el gobierno, de forma legal y no tanto legítima, el PIB ha caído unas cuantas décimas favorecido también por una segunda crisis mundial en ciernes según augures de todo prestigio. Sin embargo, aparte ciertas bombas saudíes de ida y vuelta, su programa conocido se ciñe a la exhumación de Franco, hacerse fotos con migrantes y bajar el IVA en prendas de higiene femenina. Ah, se me olvidaba. Muestra interés desmedido por codearse con líderes internacionales porque se le echa la casa encima. Perderemos miles de millones, pero, al final, será culpa de cualquier turco que asome la cabeza.

Los medios todavía siguen refrescando la corrupción del PP, “el partido más corrupto de Europa” hasta que Arcadi Espada preguntó a un feligrés convencido: ¿Cuál es el segundo? Cierto que distinguidos representantes peperos metieron (presuntamente unos, y otros no tanto) mano a la caja llevándose algunos milloncejos. Pero en este país, sin contar con las deficitarias empresas públicas, han desaparecido miles de millones del ámbito local, autonómico y nacional por mala gestión, desidia voluntaria o involuntaria. Probablemente familiares, amiguetes y amiguitas se hayan ensuciado los hocicos con un achocolatado pastel caído del cielo cual maná nutriente. Ninguno que yo sepa: presidentes, ejecutivos, gobernador del banco de España, dignatarios de ciertas cajas rebosantes de inmoralidad, evalúa la probabilidad de ser juzgado a causa de las enormes pérdidas dinerarias ocasionadas por su insolvencia, quizás pillaje.  

Me parece injusto que semejante caterva de aventureros indoctos abandonen la política -muchos de ellos jubilados- peripuestos, pulcros, jurídicamente limpios. Sé que cohecho, prevaricación y desfalco tienen demasiados vericuetos para facilitarles un escape con poco esfuerzo y mucha altanería. Son inmunes a otras figuras jurídicas porque, fatalmente, la estulticia no delinque ya que la sociedad (supuesta soberana y contribuyente real) elige incluyendo vicios ocultos, o no tanto. Es verdad. Votar con rechazo significa tener una imagen tal vez prefabricada del contrario, pero no vemos de qué pie cojea el individuo cercano a nuestros afectos; tanto al gobierno como a la oposición llegan auténticos desconocidos. Dicha quiebra les permite salir indemnes de los desastres que ocasionan. Los redime esa “irresponsabilidad” donada por ciudadanos con equivalente torpeza.  El político inepto, a su casa.  

Disponemos también de engañabobos. Conformando una única categoría, surgen dos estereotipos amantes del atraco y de la corrupción: medios y prebostes o viceversa. Los primeros -saltándose cualquier regla deontológica- inducen al extravío colectivo con su línea editorial intransigente, corrupción sin paliativos de la conciencia social. Conllevan, asimismo, un atraco ético cuando reducen al máximo la discriminación semántica y el hábito reflexivo. Nuestros prebostes atesoran con avidez ambos defectos, siempre ocultándose tras cualquier biombo impostor, teatral.  Pese a la gran cantidad de memos que abarrotan el espacio nativo, a estos especímenes protegidos se les va terminando el chollo a poco. Exceso e impudor dejan al descubierto tanta trivialidad, tanto fantoche, tanta contingencia, que les es imposible ocultar el auténtico individuo. Se va abriendo lentamente una luz clarificadora y su ocaso parece próximo.  

Hoy ha caído la primera hoja otoñal. Estaba cantado pese al histrionismo de horas antes. ¿Alguien piensa que se puede firmar cualquier acuerdo complejo de forma instantánea, fugaz, si previamente no estaba cerrado? Ayer Podemos aseguraba no tener respuesta afirmativa a los PGE. Sánchez, raptado por su ambición, ha medido mal la fuerza del partido populista y totalitario. No ha calibrado lo suficiente la egolatría de Iglesias, cosa que si ha hecho este con el apetito desbocado de Pedro. Pablo hubiera rubricado su “liberalismo democrático”, si fuera preciso, con tal de seguir afirmando: “Hoy, Podemos tiene más poder que nunca”. ¡Menudo es él! De todas formas, el principio de acuerdo para los Presupuestos probablemente sea un brindis al sol, por suerte. Es imposible que Sánchez dé a Torra lo que pide y por tanto el sí del independentismo a los Presupuestos. Si así ocurriera, la CUP ridiculizaría a sus contrincantes. No es lo mismo votar contra Rajoy que asentar un gobierno refractario al pulso independentista.

Bocazas tienen todos los partidos, en mayor o menor proporción y calidad. Ninguno, no obstante, rivaliza con Rufián. Comprendo que este ejemplar -único- defienda su pan (pasó de parado a superar los siete mil euros mensuales), pero todo tiene un límite y el impresentable diputado lo traspasa sin pudor ni continencia. Permítanme una apostilla. Aun discrepando de Julio Anguita, máxime sobre sus tesis económicas, le niego cualquier semejanza con líderes de la izquierda más o menos extrema. Don julio ofrece algo de lo que los demás carecen: honradez y rectitud acrisoladas. A diferencia del resto, él sí defendería, incluyendo errores, intereses nacionales y no particulares. Paradigma sin seguidores porque idealistas apenas existen; la mayoría se presta a oscuras y rentables componendas. Escudriñen, adviertan; de estos “virtuosos” hay legión.


viernes, 5 de octubre de 2018

SER O NO SER


Constituye la frase más famosa del monólogo de Hamlet, príncipe de Dinamarca, sobre la vida y la muerte. William Shakespeare -en sus reflexiones sobre ambas, expuestas en dicho soliloquio- quizás fuera el antecedente cercano, preeminente, del existencialismo. Sartre tituló su obra sustantiva “El ser y la nada” con evidente analogía respecto a la obra shakespeariana. Ortega, dentro de su peculiar perspectivismo, también recorrió la senda existencialista. Ello, le llevó a advertir: “La vida es futurización, es lo que no es”. Observamos una clara avenencia entre los tres autores a la hora de titular o definir sus discernimientos. Shakespeare quiebra una concepción esencialista del hombre, propia de la filosofía clásica, para abrir un nuevo interrogante donde la existencia (y su angustia vital) ocupa el arranque de cualquier lucubración en los dos últimos siglos.

Cierto es que empirismo (escuela que preconiza la propia experiencia como método para llegar al conocimiento) y fenomenología (sistema cuya tesis indica que solo podemos conocer los fenómenos, nunca el ser-objeto) coexisten, mientras atesoran preferencias (no exentas de vacilaciones), con el existencialismo durante los siglos postreros. El individuo, sometido a presiones límite, se aferra al relativismo en sus diversas formas. Así se va construyendo una sociedad vacilante, perdida, manejable, cuyos añejos valores -morales o éticos- han sido sustituidos por otros de reciente cuño donde destacan codicia, egocentrismo, abuso e insolidaridad. Vemos con estupor, asimismo zozobra, como poco a poco nos deslizamos sin freno a un abismo insondable. Peor que el destino resulta esa estulticia casi irracional que nos empuja sin oponer resistencia. Un refrán popular indica: “Lo que la naturaleza no da, Salamanca no presta”; es decir, necedad y desastre son compañeros de un viaje alejado de cualquier escapatoria educativa, restauradora.

De entre las varias rutas inciertas emprendidas por gobiernos pérfidos e impulsadas por una sociedad necia, estúpida, cabe señalar el Estado Autonómico, su avidez, y en especial aquellas Autonomías que se consideran a sí mismas con identidad nacional. Ahora, Cataluña preocupa al pueblo español debido a la situación de quiebra social y a la imagen que brinda al mundo entero. Los independentistas aducen oscuras razones históricas para exigir independencia y república. Al parecer, su génesis como pretendido reino dataría de la primera mitad del siglo XIII. Reivindican conjuntamente, quimérica tesis, Valencia y Mallorca en esa unidad llamada Países Catalanes. Lo que ellos denominan Reino-Principado-Condado de Cataluña aparecía formado por varios condados-territorio (no administrativos) situados en el área geográfica de la actual Autonomía y otros allende los Pirineos, hoy Estado francés. Más razones históricas tendrían Valencia, Sevilla, Badajoz, Toledo, Zaragoza, etc. “reinos de Taifas” a finales del siglo XI. Llegaríamos al Estado plurinacional efectivo, a la España desvertebrada, a la nada.

Puedo comprender el sinvivir de políticos y sociedad catalana desde que una marea de independentistas superó ese palo y zanahoria que CiU astutamente exhibía ante los diferentes gobiernos nacionales. Era el statu quo perfecto. Venteando la bandera del independentismo conseguían miles de millones y competencias jamás imaginadas. Ese mensaje reiterativo, pertinaz, de “España nos roba” y parecidos eslóganes, acabó por imponerse al paripé de un soberanismo de pega. Necesitaban nutrir la llama nacionalista para mantenerse en el poder y, cubriéndose con la bandera catalana, forjar una panda que saqueó, presuntamente, Autonomía e instituciones adyacentes. En aquellos años de González, Aznar y Zapatero, no eran independentistas, ni mucho menos; pancismo e intereses espurios fundamentaban su ADN político. Pero hace tres años, una diada multitudinaria les hizo ver el monstruo que habían creado. Solo restaba huir hacia adelante y aquí, en esta tesitura molesta, irreversible, suicida, nos encontramos.

Imagino, si es que les queda algún escrúpulo, el abatimiento del señor Mas. Menos de los presos o fugitivos porque consintieron una situación advertida. Quisieron acreditarse héroes nacionales y terminarán por emerger tontos inútiles. Hoy, el Parlament se ha embarrado debido a la divergencia JxCAT y ERC a la hora de delegar o designar los diputados presos o huidos. Se ha resuelto a favor de la concordia, aunque el desgarro sigue intacto. Era lo esperado, pues ni el gobierno catalán -junto a sus apoyos- ni Sánchez (y su soporte) quieren elecciones anticipadas. Torra y Torrent deben andar como el verso de Santa Teresa: “Vivo sin vivir en mí”. Vacilan si ser (nacer, vivir cual políticos en el alambre) y exponerse a la cárcel o no ser (fenecer políticamente e iniciar otro aliento porque la muerte es causa de vida) disfrutando del sueño de estar vivos incorporados a un bucle dulce e ilusorio. Creo que todas sus angustias, fiascos y velas, terminarán en la mazmorra social por “traidores” o en el cautiverio judicial por presuntos y graves delitos penales. La gilipollez acaricia su peaje. 

El pueblo catalán padece sus demonios internos y otros externos disfrazados de políticos patriotas. Semejante carga les hace transitar por un viacrucis que, a poco, siente sustituirse tomando cuerpo una turbulenta mezcla de intolerancia, agresividad e inconformismo. En un vaivén mecánico -grupos minoritarios, pero muy fanatizados- van por libre, han abandonado el no ser aupando el ser a extremos que empiezan a desazonar a sus mentores. Han eliminado el orden facilitando, de este modo, la irrupción lógica de gentío acéfalo, agreste, anárquico, rabioso, subsumido por un separatismo impostado. Uno ve ciertas imágenes, atesora información, y se sorprende (pese a los años) de la sandez infinita que encierra el género humano.

Sánchez, presidente inusual, paga su ambición mostrando cuan postizo tiene el ser.  Un doctorado lacio y falso; compromisos incumplidos; apariencia fraudulenta, estilo, carácter y palabra hipócritas; amigo del escondite, de silencios inconclusos, evita contra viento y marea dejar la presidencia, el sillón, las sinecuras, el no ser. He aquí quien arrastra una vida dificultosa, mostrenca, indefinible, huidiza, pero lo prefiere a la tranquilidad anodina del que abandona focos y prebendas. Rearmando la disyuntiva, ambición o silencio sustituyen al antañón ser o no ser.