viernes, 29 de octubre de 2021

FIGURAS Y FIGURONES

 

DESFACHATEZ

 

El DRAE —de forma rigurosa, mordiente— enseña que desfachatez significa descaro, desvergüenza. Iniciada la Transición, el vocablo ofreció toda su inmundicia corregida y aumentada a lo largo de múltiples años. Son tantos los rastros adscritos al bipartidismo que sería correoso, difícil, acotarlos en breve espacio. Advertiremos únicamente la impudicia reciente porque esta, como las viandas frías, pierden aroma, sabor y suelen tener digestiones molestas. Perfilar sobre qué asuntos se ajusta mejor el epígrafe resulta tarea espinosa, pues hay exceso de ellos tanto a nivel individual como colectivo o partidario. Aunque reseñar que algo pueda causar sorpresa en los últimos tiempos resulte extraordinario, la cantidad y calidad de dichos o hechos extravagantes (insolencias, en suma), avala el impulso actual de la misma.

Opino que, en justicia, corresponde a los partidos desfilar primeros por la degradación a que han llevado el sistema democrático. Primero los populares porque su convención se realizó antes que ninguna otra. Gastaron toda una semana en cerrar o entornar puertas con inexistentes huellas de Ayuso, pero orladas de aldabas gallegas o andaluzas. Las cuitas partidarias, siempre henchidas, parecen escarnecer al ciudadano justificando implacables imágenes mentales cuando la realidad objetiva anota únicamente conveniencias del partido, de sus líderes. Estas convocatorias —estruendosas, caras—solo sirven de alimento a diarios y medios audiovisuales, pues carecen de connotaciones exteriores, incluso electorales. Su lectura, exclusivamente interna, debe asentar liderazgos sólidos no siempre logrados debido a antagonismos nacientes.

El PP, desde mi punto de vista, lleva sobre sus hombros cuatro errores gravísimos, sobre todo los tres últimos: guillotinar a Cayetana Álvarez de Toledo, realizar un discurso ofensivo, estúpido, en la moción de censura presentada por Vox, enfrentarse a Ayuso y pactar la renovación de ciertas Instituciones Estatales. Deduzco que todas se deben al “estratega” Teodoro García Egea, tal vez submarino (más o menos consciente) del PSOE. Temo que Casado —probablemente buena persona, pero falto de magnificencia— tenga un pésimo equipo. El famoso discurso infamante contra Santiago Abascal, e impropio del talante de Casado, corroboró el poder de Egea mientras han emergido vacilaciones sociales entre un PP nebuloso, melifluo, y Vox que gallardamente, en principio, coloca los puntos a todas las íes que vienen apareciendo por el horizonte nacional.

Ayuso (personaje político muy atractivo, dentro y fuera del país) no significaba ningún peligro para Casado, pero era terrible adversaria de Sánchez. Sin embargo, el enfrentamiento gestado entre Génova y Puerta del Sol, o sea, el resquemor desafiante lleva a TGE (Teodoro García Egea) a imponerse, sumergido en un errado e insostenible prurito, a MAR (Miguel Ángel Rodríguez). Ahora, pese a aparente concordia, abierto el melón, quedan páginas en blanco para escribir un futuro confuso y palpitante. Deduzco por diversos signos que, a priori, si hubiera habido deslealtades habrían llegado de Galicia o Andalucía. Los proyectos falsarios del gobierno traerán graves consecuencias sociales y Casado, al igual que Rajoy con Zapatero, tendrá La Moncloa como premio gris e inmerecido. Son las veleidades inesperadas que hostigan este mundo caótico.

Los acuerdos PP-PSOE para renovar el Tribunal Constitucional, Tribunal de Cuentas y Defensor del Pueblo, sin contar con ninguna otra sigla, ponen de manifiesto primero la inocente poquedad del PP y después el exclusivo apetito del bipartidismo incontinente, voraz. Quienes apoyan a Sánchez lo tienen asumido porque el peaje que exigen esconde connotaciones gravosas para España como nación, además de constituir la única posibilidad de procurarse increíbles privilegios. Sin embargo, este gesto débil e incluso poco o nada democrático, claro que ofende a Vox, a sus votantes y, casi seguro, a los propios votantes del PP. Ignoro si la presunta indignación social levantada en las filas conservadoras y liberales, robustecerá a Vox o irá a la abstención. Sea como fuere, Casado ha puesto enormes piedras en el camino que le llevaba irremediablemente a la presidencia. 

El cuadragésimo congreso del PSOE en Valencia —gran escaparate, aunque desierto, a mayor gloria del líder— ha exhibido total sumisión al inepto presidente reduciendo la sigla a un grupo de amiguetes que ocupan la Ejecutiva. Esta situación anómala, propia de siglos atrás, condenará al partido a penar en la oposición durante varias legislaturas, salvo incidencia natural o provocada. De pretenciosa resonancia, su contenido postizo, pícaro, trapisondista, viene acompañado de promesas que se hicieron en el congreso anterior, lógicamente incumplidas antaño, y con arranque parecido hogaño. Su añadidura, aprobación de la Ejecutiva flamante con el noventa y cinco por ciento de asentimiento, indica qué espíritu crítico llenaba Feria Valencia, espacio donde tuvo lugar. Algún iluso cerebro parió el eslogan de “congreso de luz y unidad”. Chirrió hasta Felipe González.

“Somos el partido que nunca falla a España”, dijo Sánchez en un espectacular momento de arrebato —el fraude es constante, tenaz— mientras permite al “asimétrico” gobierno catalán (ese que desea desterrar el español de sus aulas) ampliar a treinta centros más las clases de árabe. Eso sí, sigilosamente para que no lo descubra la sociedad “simétrica”, de segunda. Conjugar comunistas totalitarios, independentistas nazis (unos, de izquierdas; otros, de derecha burguesa) y aberzales, tiene sus riesgos. Aprobar los PGE le supone tragar sapos y culebras porque si se baja los pantalones con ciertas Comunidades aparece desnudo en las demás. A mayor castigo, bajan aguas turbulentas movidas por el Ibex, Europa y Unidas Podemos, junto al enredo de Alberto Rodríguez (el rastas) que ha arrastrado a la señora Batet. ¿Qué decir de Yolanda Díaz contra Nadia Calviño? Queda una incógnita en el embrollo: saber por dónde va a reventar.

Termino con un rosario de desfachateces. Presidente de Asturias: “El revulsivo que necesita el PSOE es Pedro Sánchez”. Montserrat Bassa de ERC llama asesinos a la policía nacional. Zapatero alaba en Valencia la “decencia del PSOE”. Baltasar Garzón sobre la resolución del Tribunal Supremo favorable a la fiscal general: “Hoy la justicia ha estado presente al rechazar la pretensión de usarla políticamente” cuya lectura es: “el gobierno no ha usado la justicia políticamente”. Desconozco cuánto durará esa consideración sobre la justicia española, aunque parece haber versiones suyas opuestas. Iglesias, califica de “involución democrática” la pérdida del escaño de Alberto Rodríguez. Hablar de democracia un comunista, además de desfachatez, es un sarcasmo. Este recorrido tópico, en retales, por desfachateces desmesuradas, incomparables, me recuerda una frase certera: “El circo sigue mientras haya quien aplauda a los payasos”.

viernes, 22 de octubre de 2021

OLVIDO HUMILLANTE

 

Permítanme que, aguijoneado por las circunstancias, haga un paréntesis fugaz en la temática habitual y defienda mis raíces cual hábitat genuino. Pondré en ello, a falta de eco difusor, enorme voluntad. Me repugna que la cercanía de los hechos pudiera afectar mi rectitud, aspiración esencial de cualquier articulista ecuánime, independiente.

Sin concretar lugares geográficos, sé casos reprobables por conocimiento personal o referencias contrastadas. También este capítulo tiene respuestas dispares y remedios enfrentados a doctrinas que catequizan una igualdad deontológica, mecánica, cuasi fraternal. El asesinato de un preboste inglés ha llevado al gobierno a blindar la seguridad del resto de diputados. Aquí, en España, se toman medidas a priori incluso con escasas evidencias de peligro físico. Todos conocemos el caso del ex vicepresidente Iglesias cuya mansión era custodiada por decenas de guardias para evitar “escraches” ácidos o manifestaciones incómodas. Percibimos que el gobierno, líderes y personal destacado, poseen seguridad a cargo del contribuyente. ¿Quién responde de la seguridad ciudadana y a quién se imputa su costo? ¡Qué bobada de respuesta!

Asaltos, desmanes, hurtos, son prácticas rurales cuya difusión apenas recogen los medios, principalmente audiovisuales. Es absurdo realizar con ellos un muestrario rutinario, ortodoxo, sin más. La trascendencia delictiva debe marcar cualquier análisis por mucho que afecte intereses propios, legítimos, crematísticos. Propinar maltrato físico a alguien, obviando consecuencias finales o secuelas, ha de considerarse el signo más temible de inseguridad. Atentar contra los bienes materiales, son trances gravosos, irritantes, pero hasta cierto punto tolerables; tal vez, intolerables.

Pretendo dar voz a un escollo específico del mundo rústico con la escasa convicción de que, paso a paso, alguien resuelva las múltiples carencias de la España vaciada. Preocupa que el escenario presente señale un síntoma, no la enfermedad; denote avidez, pero no refrende ejecución. El cotejo indica que al síntoma/apetito lo caracteriza un marco amplio, genérico, ilimitado. Mientras, la enfermedad/ejecución viene determinada por espacios de delincuencia individual, restringida. Sin contar con datos oficiales, creo que los síntomas se han disparado (también la enfermedad proporcionalmente) de forma exponencial. Pandemia y crisis —unidas a un gobierno social-comunista inmerso en propagandas fraudulentas, asimismo a una sociedad hipnotizada, quizás estúpida e insensible— han acarreado esta coyuntura cada vez más preocupante.

La Manchuela conquense-albaceteña, subcomarca triangular que nace en Minglanilla, colinda el río Cabriel y supera el Tajo hasta toparse con Almansa, Albacete y La Roda, es zona de almendros. Dicen los entendidos que su fruto tiene una calidad excepcional; sin menospreciar otras áreas, la mejor almendra de España. Yo, nacido en aquellas tierras (Manchuela conquense) antes de extenderse su cultivo, conozco la materia e incluso poseo una pequeña heredad.

Los agricultores saben bien de esfuerzos, sacrificios familiares, privaciones y renuncias. Escasez de agua y clima extremo hacen peligrar con frecuencia sus cosechas ahondando penurias y desesperanzas. Si ya el entorno es difícil, duro, turbulento, faltaban los amigos de lo ajeno para herir todavía más a quien soporta tan pesada carga. El campo jamás ha defraudado: quitar algo para comer se acepta por la ancestral costumbre campesina, pues se considera moralmente bueno satisfacer lo perentorio, pero no dar cobijo a la disipación. Fuera de ese gesto que ratifica el fin social de la propiedad, cualquier adquisición sin previa licencia se considera hurto. Entre otros muchos generalizados, el caso que deseo exponer —con total autenticidad— fue la sustracción en un bancal (desde los propios árboles) de mil kilogramos de almendra, aproximadamente, cuyo valor se tasa entre mil y mil quinientos euros. Es decir, se trata de un delito importante.

Pese a la magnitud de lo cogido, sospecho que el asunto quedará impune. En ocasión anterior, y ante el continuo merodeo de desconocidos (personas y fines) por el término municipal, los agricultores de mi pueblo formaron un grupo de WhatsApp. Parece que la autovigilancia resultó satisfactoria. No obstante, aparte su evidente desafuero, corresponde al Estado salvaguardar derechos e intereses salvo olvido o dejamiento de funciones; en ambos casos desafortunada praxis y degradación gubernamental. El medio rural, imprescindible para alimentarnos, tradicionalmente ha sido marginado.

Nuestros campesinos, hechos de cuitas meteorológicas y sinsabores, saben de olvidos e indignidades como nadie. Dueños de todas las inseguridades (económicas, meteorológicas y políticas), ahora suman la de quienes —al amparo de lo inmenso, de lo furtivo— fijan en ellos su atropello. Conforman sombrías y desentrañadas cuotas sociales que suelen salir de sus cubículos cuando desaparecen los últimos rayos vespertinos. Deduzco la dificultad para poner remedio a parecidas situaciones en el agro español. Ayuntamientos y Diputaciones deben conocer esta problemática y ellos tendrían que actuar primero. Tal vez aumentar la guardia civil, bien provista con medios móviles, junto a controlar los circuitos, asimismo particularidades, de las redes comerciales, menguara o concluyera parcialmente esta picaresca en claro ascenso. Hasta que llegue ese momento, estarán condenados injustamente al olvido humillante.

viernes, 15 de octubre de 2021

FIGURAS Y FIGURONES

 

SIMBIOSIS,   CORSÉ  Y  ABSOLUTISMO 


Acabo de ver un video titulado ESPAÑA ES. En el artículo anterior definí “verismo”, pero nada lo explica mejor que dicho video. Retorcer la realidad hasta corromperla, hacerla postiza, burda, ridícula, casi esperpéntica y risible constituye esencia del “verismo”. Las instituciones que Sánchez (sospecho con la anuencia de un PSOE convertido en cómplice necesario de la banda) manosea despótico, frío, ejercen verismo infecto, bravucón. Algunos ministerios olvidan la existencia de juicio, lógica y sentido común, lanzando absurdos apropiados a sus mentes desnutridas. El país se ha convertido en campo de experimentación donde embrollo, bellaquería y cobijo encubren la rapiña. Otro video explícito muestra a un trabajador alejado del fascismo —perdida toda calma, tal vez equilibrio— ante su nómina erosionada por impuestos confiscatorios. Con formas airadas, muchos como este gritaban el otro día: “¡fuera, fuera!”.

Aquella España del video (soberbia, quimérica, sin ningún parecido) es pura antítesis de la que vivimos y debieran advertir nuestros vecinos europeos. Una máscara, quizás mascarada, jamás puede sustentar el crédito ineludible para esgrimir argumentos convincentes. Aquella España fraudulenta, inexistente, se cimienta sobre una simbiosis nociva, disgregadora, hipócrita. El sanchismo —en siniestra compañía con Unidas Podemos, ERC, PNV y Bildu, al menos— instituye esa “relación de ayuda o apoyo mutuo que se establece entre personajes o entidades, especialmente cuando trabajan o realizan algo en común”. Este entrecomillado plasma la acepción dos de simbiosis. No puede descartarse, incluso ahora, que PP (con harta frecuencia) y Ciudadanos padezcan cierta imantación ideológica atraídos por ancestrales complejos aquellos y volubilidad estos.

Sánchez, un incompetente encubierto, cree ser el mejor estadista del mundo mundial cuando por pura contingencia preside el gobierno gracias al apoyo de partidos infames. Semejante egocentrismo disparatado le impide soportar pitidos, abucheos y lindezas cada vez que los ciudadanos tienen ocasión de mostrarle su “afecto”. Decía Achille Tournier bien pertrechado: “Puede el desprecio servir de alivio muchas veces, pero jamás de consuelo”. Esperemos que desaliento y hastío pongan cada cosa en su sitio. Solo una ambición infinita (al abrigo de la vieja sigla, malograda por el acomodo que descubre incoherencias e ignominias) le hace responsable delincuencial del negro futuro que se vislumbra en el horizonte. ¿Qué razón hay para que enemigos irreconciliables (PSOE y PCE) cohabiten sin estridencias notables? ¿Acaso encontramos alguna que consienta a grupúsculos antiespañoles gobernar España? Sí, la codicia de un oportunista.

Ni siquiera como estrategia (sinónimo a veces de simbiosis) debe desubicarse un partido político. PSOE, PP, UP, ERC, JxCat, PNV y Bildu están totalmente desubicados; Ciudadanos, antes también, ya no. Resultará curioso, pero quien conserva su espacio es Sánchez: La Moncloa. ¿Qué adhesivo moderno ensambla a PSOE y PCE (UP), demócrata el primero y totalitario el segundo? Encajar PSOE con ERC, JxCat, PNV o Bildu supone un milagro más que una lucubración lógica. Encubro la desorientación suicida de PP para coincidir con Vox. Luego, los gravámenes vienen cargados de contrasentidos. Al presidente, sus propios ministros —que a la vez son oposición— le piden que las eléctricas paguen parte de la factura para aprobar los presupuestos. PNV le exige lo contrario si quiere conseguir el mismo resultado. Simbiosis mal diseñada, clandestina.

Los llamados barones del PSOE, en su práctica totalidad, tienen complicado liderar de nuevo sus respectivas Autonomías porque el partido fue demolido por una banda al que ella, y sus puntales, han quitado toda sustancia. Esa desubicación nacional, en beneficio exclusivo de catalanes y vascos, hace que la sigla se presente famélica más allá de dichos límites. Andalucía se adelantó preparando el futuro camino electoral. Madrid, a su vez, expuso la realidad social que por lo bajo atisbará las próximas consultas autonómicas y locales; asimismo, generales. ERC hace un flaco favor a Sánchez cuando afirma: “Ahora mismo votaríamos que no a los presupuestos”, pidiéndole de forma tácita, amenazante, mayores compensaciones dinerarias o competenciales. En perjuicio del resto, incluso predios socialistas, cederá sin antídoto. Exigencia de esta simbiosis emponzoñada.

Deduzco, al igual que muchos ciudadanos, que el presidente carece de honor y dignidad; principios, probablemente para él bastante ligeros, endebles, inadvertidos. Al presente, se hacen necesarias las opiniones vertidas por Miquel Giménez en su artículo Cuatro plumas para Sánchez: “Jamás un presidente ha sido más abucheado que Sánchez en el desfile de nuestra Fiesta Nacional. Cualquier otro dimitiría”. Hinchas, Margarita Robles (ministra de defensa) verbigracia, se manifiestan contrarios afirmando que “es una falta de respeto a las Instituciones”. No recuerdo que dijera algo semejante cuando el trece de marzo de dos mil cuatro —jornada de reflexión— se acosaron organizadamente las sedes del PP al grito de “asesinos”. Aquello no pudo entenderse como falta de respeto, fue un ataque frontal a la democracia. Dejemos para lances infantiles las estupideces fanáticas.

Volviendo a Sánchez, algo le incomoda (sin embargo) cuando evita ruedas de prensa y exposiciones públicas. Es el corsé. La acepción tercera del DRAE indica: “Limitación o constricción impuesta a una forma de actuar”; es decir, falta de autonomía.  Aprobar los PGE, imprescindibles si quiere presidir el gabinete y gozar del despilfarro público, le hace parecer un zombi a punto del KO o muñeco del pin pan pun. Unidas Podemos, quiere ordeñar la ubre por la parte que colme (calme) a sus feligreses. ERC y PNV pretenden presionarla de manera distinta porque sus entusiastas adeptos exigen doble ración. Entre tanto, Madrid —sepultura del ególatra— y resto del país, innecesarios para satisfacer sus veleidades autocráticas, quedan situados en los arrabales patrios sufriendo desprecios e indignidades continuas. Proscribe cualquier territorio baldío o ineficaz para el escaparate.

Rubalcaba definió este gobierno Frankenstein porque quiere gobernar el país apoyado en quien pretende fracturarlo. Ahora, con la misma desgracia no obstante, veo un sistema absolutista ya que cumple a rajatabla el ritual del siglo XVI para elegir al rey: “Nos, que cada uno de nosotros somos igual que Vos y todos juntos más que Vos, te hacemos rey si cumples nuestros fueros y los haces cumplir; si no, no”. Antes eran nobles poderosos, entre ellos algunos barones. Ahora tercian poderes autonómicos específicos, pero no barones políticos. PP y PSOE son culpables únicos de esta situación anómala, poco democrática, por no cambiar la ley electoral creando una sola circunscripción para el Parlamento y diecisiete para el Senado. Si así lo exigiera la Constitución, se cambian los artículos correspondientes. Cualquier otro análisis que impida dicha medida significaría una desgraciada e interesada excusa.

viernes, 8 de octubre de 2021

FIGURAS Y FIGURONES

 

VERISMO  Y  VERACIDAD


La Historia de España, en concreto los últimos cuarenta años, viene atiborrada de mensajes exagerados, falsos. Realmente no existe sigla con experiencia gubernamental que eluda tan lamentable perversión. Solo Vox y Más Madrid o País, según su área de acción, tienen reconocida una limpieza irreprochable porque “hacen de la necesidad virtud”. El resto, en mayor o menor medida, han ido construyendo discursos bastardos, vergonzosos. Creo —los datos empíricos así lo constatan— que las dos excepciones expuestas dejarán de serlo cuando toquen alguna parcela de poder por exigua que sea. Este beatífico país (sería imposible, sin dicho epíteto, comprender la situación actual) potencia, tal vez de forma irreflexiva, una política miserable, llena de aventureros pícaros, cleptómanos. Estamos llegando a extremos escalofriantes, sin paridad en Europa.

España ahora, quizás desde hace años, ha perdido la brújula, el norte, y vagamos a la deriva, beodos, dando tumbos. Todos tenemos culpa; bien por acción, ya por omisión. Sin embargo, se ha convertido en hecho pragmático que el fracaso es huérfano; a lo sumo, padre putativo. Así lo valoran la generalidad de partidos políticos, algunos de los cuales superan abiertamente el sentido común y las líneas democráticas marcadas. Unidas Podemos —que cual Saturno va comiendo a sus hijos exhibiendo una destrucción imprecisa— propone eliminar el delito de enaltecimiento del terrorismo porque ETA ya no existe. Mientras, sugiere tipificar como delito el enaltecimiento del franquismo porque “a contrario” Franco todavía existe. Absurdo. Análoga argumentación utilizó Ángela Aguilera, portavoz de Adelante Andalucía, comparando los homenajes a ETA y la manifestación nazi (según su expresión) de Chueca. Usar raseros diferentes es inmoral.

Verismo, en puridad, constituye una tendencia literaria o plástica a finales del siglo XIX protagonizada por narradores y comediógrafos. Sublima la realidad aplicándole aureolas espectrales que destiñen la verdad objetiva. Escenifica contextos rentables. Asimismo, describe, con tramas sórdidas, personajes, enclaves y emociones. Ampliando su campo de acción, se da en relatos con apariencia verídica, fidedigna. No obstante, es herramienta ideal para mutilar la verdad, aunque parezca refuerzo o exaltación de una realidad particular. También procura encubrir la delincuencia. Por el contrario, veracidad indica cualidad de veraz; es decir, que dice o profesa siempre la verdad. Verismo es camuflaje, ocultamiento; conforma, cínico, patrañas con talante narrativo, plástico. Existe entrambos, al menos, una diferencia sustantiva cuya notación transcurre entre el relato subjetivo, maniobrable, postizo, del verismo y el hecho irrefutable, prominente, de la certidumbre.

Este gobierno —otro cualquiera, sin precisar sigla alguna— se aplica angustiado, con excesiva perseverancia, al verismo. Si digo que la izquierda bate récords, siempre asistido por la ayuda inagotable de medios anejos (prácticamente el total), aun constatada su evidencia plena, se me tachará de parcialidad e incluso de fascista. Esos retratos caricaturescos, esa estigmatización del rival (auténticas conspiraciones), realizados a discrepantes, forman parte enjundiosa del verismo. Crónica autóctona —en sus abundantes facetas— (incluso europea, compleja en los aspectos político-jurídico-militar) y verismo impulsan un complemento consolidado, firme, que perfila sin decoro el tono político. Desterrar la ortodoxia político-social, oponer veracidad y ciudadanía, apuntalaron las bases siniestras para enviciar esta democracia ignominiosa e insustancial.

El relato franquista fue cicatero, ignoro si por táctica militar o debido al talante sobrio, cauteloso y retraído del dictador. Durante tres décadas se impuso una veracidad confortadora, pocas veces espeluznante más allá de las circunstancias. Desde luego, en transparencia, Franco no hubiera envidiado a Sánchez confrontando uno y otro sistema. Suárez, pese a la barroca exaltación retórica “puedo prometer y prometo”, evitó anuncios inverosímiles inmerso en testimonios veraces. A lo largo del siglo XX, dos políticos significativos, Gramsci (primera década), ejemplo de veracidad, dejó su tesis sobre hegemonía cultural de la izquierda para conseguir una superestructura dominante, esencial, lucrativa. Santiago Carrillo (segunda mitad) lucubró un verismo: el eurocomunismo, versión ilusoria del totalitarismo marxista.

Reitero, el verismo sublima la realidad objetiva gestando un fraude a la propia realidad. Los gobiernos que lo practican de forma recurrente anidan, cuanto menos, talantes tiránicos; desde luego, antidemocráticos. Este ejecutivo social-comunista que penamos, castiga al ciudadano con su práctica habitual, incluso cuando sus efectos perturban gravemente la salud. Cuantos relatos surgieron en la pandemia, henchidos todos de verismo, supusieron —y lo siguen haciendo— inconvenientes dolorosos para una población desconcertada ante tanta información fluctuante. Incluso el Tribunal Constitucional, no exento de procesos sombríos, ha desautorizado el primer Estado de Alarma (consecuencias incluidas) y el cierre pueril del Parlamento. Aquel irresponsable: “Hemos vencido al virus”, ¿cuántas muertes pudo producir?

Señalar algunos disparates que acompañan a relatos oficiales —si prefieren sinónimos populares pueden denominarlos “cuentos chinos”— jamás podría considerarse actividad agotadora. A botepronto se consigue revelar millares, dichos por el patrono (principal fuente) y resto de silentes validadores. Sánchez maximiza su acción gubernamental en cualquier explicación, evidentemente cargada de verismo, cuando la realidad se empeña en confirmar que este gobierno es el mayor impostor y oscurantista desde antes de la democracia. Constatamos el caso insólito de que, en ocasiones, las órdenes vienen respaldadas por comités de expertos, sanitarios o económicos, cuyos componentes se mantienen ocultos. Tal sinrazón justifica ese sentimiento generalizado de que dichos comités son patrañas de un gobierno falaz y superado ante coyunturas cotidianas.

¿Existe veracidad en alguna de nuestras instituciones? Pregunta clave y difícil su respuesta. A primera vista, examinando todos los ámbitos que configuran el Estado, diría que no. Aquella intelectualidad capaz de sopesar principios y vida priorizando los primeros: “Ganaréis, pero no convenceréis”, dijo Unamuno sin temor, hoy calla por prevención o ausencia. Queda —como única reserva— el pueblo, vinculado (según la concepción romántica alemana) al origen de las naciones y por tanto del Estado. Sin embargo, el paisaje globalizado hace temer un verismo del que la sociedad no participa. Han extendido una telaraña donde al individuo le queda poco margen para clamar su verdad. En este escenario nocivo, impuesto, subsistirá, eso sí, un anhelo infinito de defender la libertad como motivación inequívoca de veracidad individual.

viernes, 1 de octubre de 2021

FIGURAS Y FIGURONES

 

UNIDAS  PODEMOS


La criatura tuvo un origen radiante, extraño, fantasmagórico. Fue bautizada Podemos evocando el eco poderoso de aquel estribillo delirante, fantasmal: “sí se puede”. Su tono era demasiado global, gregario, para no caer en un mar de dudas sangrantes. Las primeras elecciones generales celebradas a finales de dos mil quince, Podemos se presentó coaligado con otras tres confluencias y obtuvieron sesenta y nueve diputados. En mil dieciséis, ya con el nombre de Unidos-Podemos con Izquierda Unida y las consecuentes confluencias, obtuvieron setenta y un diputados, pero un millón menos de votos. En abril de dos mil diecinueve, bajo el nombre de Unidas-Podemos y toda la recua, obtuvieron cuarenta y dos parlamentarios. Asimismo, en diciembre del mismo año, con la misma denominación, treinta y cinco. ¿Influyó “Unidas”, vocablo, en la decadencia o fueron más significativas las estupideces de algún líder estratosférico? Vete a saber.

Definir fantasma podría colocarnos en la pista acertada para comprender a este grupo variopinto y orquestado —semejante al hombre orquesta— que le permite ser oposición de su propio gobierno. Me recuerda a aquellos viejos trotamundos de mi infancia (generalmente húngaros) cuya máxima era “más difícil todavía”. Las diferentes opciones aclaran fundamento, adalides y realidad. Así, la segunda afirma: “Visión quimérica como la que se da en los sueños o en las figuraciones de la imaginación”. La quinta: “Persona envanecida o presuntuosa”. La séptima: “Aquello que es inexistente o falso”. Es curioso cómo una misma voz describe con gran fidelidad personas y términos, porque al final nada se ajusta a molde alguno salvo la mentira que lo hace vistiendo múltiples caretas que engañan únicamente a quien quiere dejarse trastear.

Unidas Podemos es un melindre, una quimera sabrosa, tocada paradójicamente de extremismo trasnochado, totalitario, baldío por estos lares que conocen a fondo sus “recetas”. Escohotado advierte las razones del desengaño: “La información consolida el divorcio entre intocables cultivadores de la objetividad y retóricos del camelo”. Él, durante años inmerso en la vanguardia intelectual comunista, sabe de qué habla cuando ofrece ciertos detalles significativos. Preciso aclarar que información difiere de catequesis adoctrinadora desarrollada por el periodismo pancista. Heterodoxo, transversal, durante su memorable nacimiento e infancia, a poco fue absorbido por desordenados apetitos personales amén de un comunismo purgador, implacable, con quien se atreviera a oponer ideas o actitudes contrarias al precepto —más bien culto— oficial.

Aún existe gente predispuesta a ver peligro potencial en Unidas Podemos, pese a su evidente declive. Incluso constatada la atávica negligencia del español, posee (quizás como particularidad compensatoria) especial clarividencia, un sexto sentido discriminatorio. Nadie como él es capaz de separar paja y grano, sin lucubración previa, cuando la circunstancia lo requiere. Cierto que aplaza paciente e ingenuamente su análisis para cambiar de alternativa política por ineficaz que se muestre el partido favorito. Las elecciones alemanas han permitido, tras cuatro legislaturas de Merkel, que la socialdemocracia —casi desaparecida en Europa— recupere viejas ilusiones. Sin embargo, el marxismo extremo está proscrito y casi extinguido al menos donde nunca llegó la influencia soviética; es decir, áreas libres de dominio estatista. ¡Ay! esta España.

Festejar cien años del PCE, donde se dieron cita líderes consagrados de Unidas Podemos y ex-dirigentes en aparente retirada, constituye la prueba incontestable del comunismo (o sea, totalitarismo) que practica UP. Tanto que han votado NO a que la OTAN proteja Ceuta y Melilla con el argumento de que no podrían atracar en ellas barcos militares rusos. En otras palabras; para ellos Rusia tiene prioridad sobre España. Al parecer también la tienen Cataluña, País Vasco y Bildu. Advertidas estas premisas, ¿qué objetivos persiguen cuando se presentan a unas elecciones generales? Y lo que es peor, ¿cómo pueden recibir votos de personas ajenas a tales inclinaciones? Porque no debemos olvidar —la Historia es testigo irrefutable y atemporal— que el comunismo implanta una doctrina incompleta (nunca llegó a consolidar la plena libertad, constreñida por un capitalismo “alienante”, quedándose solo en la preliminar “dictadura del proletariado”), falaz e histriónica.

A Podemos, con sus continuas variantes semánticas, lo fundaron (al decir) un grupo de “intelectuales” y actores el doce y trece de enero de dos mil catorce. Destacan Juan Carlos Monedero, Alberto San Juan, Jaime Pastor, Santiago Alba Rico, entro otros de parecida peculiaridad y prestigio. No estaban Pablo Iglesias, Íñigo Errejón, Carolina Bescansa… ni tampoco fue fruto del 15-M ocurrido en dos mil once (tres años antes). Ya empezó con falsos cimientos y, sobre ellos, se construyó el tinglado mediático posteriormente visto en su faz tremendista, ostentosa, obscena. Este partido, nunca mejor dicho, sacraliza credo y púlpito compartiendo método o estrategia con su antípoda ficticia, Iglesia. Ambos tienen el dogma como guía, como pitanza espiritual e ideológica. Confía que la toma del poder sea pacífica, si no… ya veremos. Tal vacilación admite hoy un onirismo mentecato.

No cabe ninguna duda: Iglesias no dejaba dormir a Sánchez, tampoco a inversores indígenas y foráneos, menos a Europa. Por eso lo echaron del gobierno, pero sigue en primera línea del activismo político. Sus declaraciones postreras, referidas a la situación general, insultan al ciudadano lúcido y potencian su afición —ya conocida— al sarcasmo. Dijo en la fiesta del PCE: “Estamos ante un retroceso de la democracia”. Legítimo, cierto, afirmado incluso hasta por un socialista (no confundir con sanchista vacuo, extremo), pero Inaceptable si lo observa un comunista antitético. Yolanda Díaz, candidata oficiosa a presidir el conglomerado pedigrí, quiere atraerse lo que huela a izquierda jaranera, pero veta a Errejón y Teresa Rodríguez, discrepantes distinguidos de Iglesias. ¿Tendremos en escena otro Cid Campeador que muerto ganó una última batalla?

Ahora mismo veo a Unidas Podemos abrazado forzosamente, casi oprimido por un impulso místico. “Contigo no puedo vivir y sin ti muero” parece el alivio amoroso, pasional, de alguien esclavo a una efusión imprecisa. La relación gubernamental sanchista-podemita destapa continuas discrepancias porque quieren, a la vez, contentar sin previa avenencia a una feligresía adversaria, litigante. UP, sin embargo, no puede desligarse de Sánchez porque forzaría su propio sepelio. Todavía hoy, al calor vivificante del BOE, no se deshace por completo. Deduzco que tiene el tiempo contado. Si cuando llegue la próxima convocatoria electoral sigue en el gobierno, Sánchez lo absorberá; si no, el votante le reclamará una deuda difícil de satisfacer. Segundas partes (ofertas, halagos, en fin, palabrería) nunca fueron buenas, reza un dicho popular; en política, menos.