domingo, 25 de septiembre de 2011

POLÍTICOS Y DEMOCRACIA


Hay términos tan dispares, tan opuestos, que llevan implícita en su inmanencia un enfrentamiento metafísico. Tal ocurre con los conceptos ser y nada, indeterminados en su propia indeterminación. Las lucubraciones filosóficas si se limitan al estadio formal, si rehúsan dar respuesta práctica a los misterios del hombre y de la vida, pueden considerarse meros pasatiempos de individuos extravagantes. Yo, propenso por carácter a examinar declaraciones y actos, me encuentro a menudo inmerso en callejones sin salida (zarandeado por lo incongruente) hasta darme de bruces con el absurdo. Es la ingrata sensación que percibo cuando analizo las atrevidas evacuaciones referidas a la sentencia sobre el uso del castellano en la ordenación educativa de Cataluña. Veamos.

 

Desde su arranque, el Tribunal Constitucional nos tiene acostumbrados a sentencias salomónicas; es decir, a desmantelar al sujeto jurídico para avenir derechos e intereses, imprecisos, contradictorios por definición. Tan improbable cometido genera decepciones, desarreglos y escaramuzas. Los nacionalistas, faltos de argumentos rigurosos para sustentar sus tesis independentistas (más bien legitimar su voracidad dineraria), centran el hecho diferencial, identitario, en la lengua. Pretenden convertir un idioma particular en doctrina capaz de gestar sentimientos refractarios. Por este motivo, persiguen romper el único vínculo que nos une (según ellos), cuando en el fondo es el único que nos separa: el castellano/catalán,vasco,gallego. La Historia se aprovecha cual método ideal. Evocaciones a fechas y sucesos, presuntamente dotados de verdad, se presentan a la sociedad como columna vertebral, cuna lícita, de sendas naciones. Puros sofismas expuestos con osadía

 

El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, días atrás, emplazó al ejecutivo autonómico a reponer (de facto) el castellano, asimismo lengua vehicular dentro del proceso ordinario de enseñanza/aprendizaje. La sentencia exigía a ambos idiomas un plano de igualdad para evitar que se conculcaran derechos constitucionales. Políticos de todo signo, a excepción de Ciudadanos y PP (estos con la boca pequeña), fueron deslizándose por las turbulentas aguas del radicalismo, desafuero y rebelión. El presidente de la Generalidad, el portavoz de CiU en el Congreso y el jefe de la oposición desbarraron a conciencia. Cada uno alimentaba el delirio de sus respectivas huestes; nada que extrañara. Otros ladraban desgañitados. Sobre estos, corramos un velo de tristeza. Algunos próceres catalanes, con responsabilidades gubernativas o no, tildaron a periodistas, políticos nacionales y jueces (en el colmo del paroxismo) de fascistas; epíteto recurrente que se suele escupir, más que pronunciar, cuando los demócratas de toda la vida se quedan sin razones. Este proceder evidencia una crisis institucional alarmante, escenario de apreciación deficitaria por la sociedad. Además, ningún político tiene derecho a desprestigiar instituciones que sirven de contrapeso y cuya competencia viene determinada por ley.

 

El candidato (no sabemos si Alfredo, Pe Punto o señor Rubalcaba, según ultimísima ocurrencia), experto pescador en aguas fangosas, avivó el fuego con declaraciones cuanto menos hostiles al Estado de Derecho. La inoportuna pretendiente señora Chacón, sosias retórico de su otrora antagonista (el candidato), para justificar la ilegitimidad de la sentencia (por tanto su incumplimiento) vino a decir, más o menos, que , lo aprobado en un parlamento tenía tanta fuerza democrática que escapaba a la rectificación de cualquier Tribunal. Curiosamente estaba asesinando, a traición, los principios democráticos y los derechos ciudadanos que surgieron de la Revolución Francesa. Ambas declaraciones, semejantes a las de otros miembros del ejecutivo, pueden entenderse más graves, si cabe, que las expuestas por cualquier político catalán. No en vano proceden de un postulante al gobierno de España y de la actual ministra del ejército.

 

Lo referido constituye una pequeña muestra de la solidez democrática de quienes, clamores interesados, promueven a instrumentos necesarios en el Estado Democrático: los políticos. Si esta clase elitista, actual casta desaprensiva, tiene en sus manos el fundamento exclusivo del Estado (así lo confirman numerosas voces que aseveran la necesidad de los partidos políticos en un sistema de libertades), vamos listos. La Historia, junto a la experiencia personal, demuestra que a través de minorías sin contrapeso se termina irremediablemente en un sistema totalitario. Recomiendo para el futuro próximo recurrir a una Memoria Histórica especial, inmediata.

 

El ciudadano ha de tasar el contraste entre lo dicho y lo hecho. Tengamos presente, sin límites ni condiciones, la prevención popular: "No es oro todo lo que reluce". Así sea.

 

martes, 20 de septiembre de 2011

PRINCESAS DE PAPEL


Cuando el drama, más bien tragedia, se cierne sobre la cabeza del hombre, tomamos casi siempre una salida ciega. Irremediablemente, el individuo (preso de sus limitaciones, de su impotencia) suele desviar la mirada o, peor aún, esconder la cabeza en un rapto lógico que le lleva a esa conclusión nociva de creer que existe sólo lo que vemos, aquello que advierte nuestro empirismo vital. Así, hoy pretendo difuminar el presente, en su más amplia competencia, para enfocar el objetivo sobre algo baladí, tranquilizador. No se trata de ironizar la "crónica rosa" elevándola a caricatura, ni alterar su esencia ahormándola en artículo de opinión. Quiero, aparte degustar esa válvula escapatoria, dirigir el mensaje hacia eventos que acaparan una reflexión tenue, a la sombra del relato descocado que me ocurrió días atrás.

 
Las princesas aledañas, prosaicas, sin título, surgen de una recreación en la factoría Disney. Junto a gnomos, dragones y hadas, aquellas destacan por su esbeltez y cabellera, cual reseña de indubitable autenticidad. Cercanos, en segundo plano, paladines incógnitos (asimismo de incógnito) protagonizan hazañas hechas a la medida. El final, reiterado, previo, consiste en la boda principesca con el héroe victorioso que siempre resulta ser un infante evocador. Estos cuentos inocentes siguen formando, construyendo, millones de quimeras en chicas impúberes, adolescentes y jóvenes, con el beneplácito de progenitores, probablemente equivocados, que se empecinan en ocultarles un mundo ingrato; a veces sugestivo.

 
Mujeres ya (madres o no) abducidas por aquella rémora instalada en sus vidas (demérito social), siguen apeteciendo esa patraña que enraizó como yerbajo parásito, indestructible y voraz. Sujetas a su influjo inconsciente, se convierten en firmes consumidoras de programas televisivos y revistas del corazón. Publicaciones insustanciales y emisiones anodinas siguen conformando su alimento (in)formativo; administrándoles, al tiempo, adefesios; prototipos que destacan generalmente por hipotéticos desenfrenos sexuales o estudiadas y chabacanas poses de estilo. Surgen, al cabo, inmerecidos mitos, princesas del papel couché o de las ondas, que exhiben como mérito común, usual, no sólo un analfabetismo paradigmático sino, con excesiva frecuencia, una necedad notable. Exiguo e inicuo currículum.

 
Estos personajes carecen además de mesura, equilibrio y humildad. Al igual que sus panegiristas, andan escasos de juicio crítico o ahítos de codicia. Supeditan cualquier límite ético a la gloria momentánea. Pese a sus méritos irrisorios, mantienen con el resto (pobres gentes anónimas) una lejana cercanía necesaria pero molesta. Peaje obligado a la turba que no perdona desapegos ofensivos. La paradoja entre querencia y altanería, es el efecto hipócrita que facilita cualquier rédito crematístico. Encarna el único credo que anima unas vidas opulentas en la miseria moral e intelectiva.

 
Hace días tuve que realizar una gestión en la entidad financiera de costumbre. Jubilado el anterior director, una joven oronda ocupaba su despacho. Habituado a resolver las cuestiones no dinerarias, administrativas, en la sección interior, solicité el oportuno turno para que me atendiera uno de los cuatro empleados, incluida la nueva directora. El azar me llevó ante ella. Referido mi problema, acto seguido (displicente, molesta, vana, sublimada) me remitió a los que atendían en caja con la siguiente frase: "esto se lo pueden resolver los compañeros de la entrada; no es tema para nosotros y menos para la directora". Las formas aparecieron improcedentes, mejorables. Yo, armado de los pobres argumentos que reflejaba mi cuenta, opté por la disculpa y el mutis.

 
Como puede observar el amable lector, la impertinencia, el engreimiento (ese mirar por encima del hombro), la estupidez, se encuentran a la vuelta de la esquina. Son maneras propias de personas puestas, con mayor o menor merecimiento, en el Olimpo; princesas de papel couché, tal vez de papel moneda.

 

 

martes, 13 de septiembre de 2011

LA ESPAÑA DEL ADEMÁN


El vocablo ademán procede del árabe clásico daman, literalmente, garantía legal, con cambio de sentido por los gestos exagerados y juramentos con que se ofrecía o se pretendía suplir. El DRAE nos ofrece dos acepciones: Movimiento o actitud del cuerpo o de alguna parte suya con que se manifiesta su afecto y, en segundo lugar, modales. Me quedo, en esta oportunidad, con la semántica árabe; no porque entrañe un puente a la Alianza de Civilizaciones, pitanza precocinada por nuestro taumatúrgico presidente, sino porque se ajusta o ciñe a los acontecimientos -verdaderamente asombrosos, casi de pasmo- que vienen sucediéndose en los últimos años. Pareciera un tópico impreso en la conducta histriónica de los líderes que vienen manejando el cotarro en sus diversas versiones: política, legislativa, jurídica, sindical y financiera. Al pueblo se le reserva la asistencia. Mudo, más o menos cómodo, ocupa una silla de la platea; convirtiendo su soberanía -constitucional y evocada con desmesura por los gerifaltes - en papel mojado.

Somos un país de ademanes. La acción no tiene vuelta atrás; presenta un canon costoso, impide la enmienda, cosecha el enfrentamiento y la tragedia. El ademán, por contra, se ofrece armonizador; no hay secuelas, sólo tanteo. Permite desandar un trecho para, si se creyera pertinente, reencontrar el camino apropiado. Cierto es que, en ocasiones, los gestos aparecen con tanto realismo que el personal -ajeno a la representación- se desorienta en el juego diabólico de la argucia; por otro lado, artero y peligroso. Todos los partidos lo utilizan, irresponsables, en la carrera para convencer al elector, abierto a cualquier perspectiva por increíble que sea su introducción.


Hay sucesos que se conocen -o se sospechan- y actitudes turbias desgraciadamente bien aderezados con este malsano actuar. Dejo los primeros a la iniciativa, capacidad de análisis y gusto de cada cual. Descubriremos -sin embargo- talantes, comportamientos y estrategias que pretenden darle la vuelta a la tortilla (cocinada sin huevos ni patatas) o presentar, el adefesio resultante, plato exquisito de novísima actualidad. El señor Rodríguez, el año 2004, recibió una nación con la economía saneada, soberbia, impelida por la inercia que le proporcionaba un sistema de fuerzas regulado por el par (escenario envidiable). En estas condiciones, Zapatero era el experto sagaz, el as. Los sonados incumplimientos de compromisos anteriores, la parálisis de planes previstos,  la inmediata anulación de leyes promulgadas por el Ejecutivo precedente y la política interior, así como la inconsistente y huidiza diplomacia exterior, se pretendió ocultar o, peor aún, mentir con descaro pregonando lo opuesto a la gestión emprendida. Entre el desdén y la falacia agotó la primera legislatura; entrados ya casi de lleno en la negada crisis. Era el turno de los antipatriotas.

La desatinada campaña (un ejemplo clásico de ademán) apoyando al juez Garzón, se convierte -por mor de la estridencia y el desbocamiento- en la prueba inequívoca de su efecto devastador. La sociedad no percibe -por suerte para sus adalides- el contenido de la figuración teatral. Si lo hiciera, descubriría la ignominia e irracionalidad del truco o, peor aún, la esencia totalitaria de quien esgrime y pide libertad con grilletes -físicos e intelectivos- prestos para su utilización. ¿Con qué derecho moral, cuáles son las razones para que un fiscal, criado en los pechos de la dictadura, llame franquistas a jueces formados tras la muerte del general? ¿Qué hacen dos sindicalistas bramando por un proceso jurídico, cuando callan ante una situación laboral que lleva aparejada cinco millones de parados? ¿Qué proyecta el rector de una institución que tiene por lema “limpia, brilla y da esplendor” apuntalando el obscurantismo y la confusión? ¿Qué credibilidad tiene un presidente que pregona su apoyo al Tribunal Supremo, mientras uno de sus ministros, y segundo en el partido, airea la preocupación que le inspira otra victoria de los falangistas, al sentar a un juez en el banquillo? Si el ciudadano fuera consciente de la gravedad del hecho, lo calificaría, sin más, de truculento golpe a la democracia y a la convivencia pacífica. Al tomarlo como ademán extemporáneo, como exagerada campaña de marketing, el revuelo y la preocupación alcanzan cotas monumentales. A los españoles les motivan los perfiles, no la substancia.
 
Quiero pensar que este suceso, junto a otros que se prodigan con extraño encadenamiento, forma parte de la humareda gubernamental -con el apoyo de grupos agradecidos- a fin de ocultar la incapacidad interna y el hazmerreir exterior.


Para terminar, deseo dar un consejo a Zapatero. Permítame el atrevimiento, pero a lo mejor le viene bien un punto para la reflexión. No se impaciente, no se obsesione con revestir continuamente los señuelos. La oposición está desarticulada; las próximas elecciones constituirán un paseo, salvo que los parados alcancen la cifra -muy posible- de seis millones. ¿O es que tiene claro se va a alcanzar y acomete remedios preventivos? Evite inducir la movilización de sus incondicionales, porque ese voto lo tiene seguro. Los millones de papeletas indecisas puede perderlos en un falso movimiento, donde se aprecie que a usted le importa únicamente el poder, no el individuo con apuros y esquilmado. Ante esta situación de crisis, tocar a arrebato sólo cuando la apatía, o las encuestas, se ceban con su partido, le ponen en una posición incómoda  y embarazosa porque le dejan las vergüenzas al aire. Ha mostrado el artilugio y cualquier ciudadano está harto de correr tras la liebre mecánica. Tenga cuidado, pues lo que solivianta en España es el ademán.

 

viernes, 9 de septiembre de 2011

HABLEMOS CLARO


Napoleón dijo: "La educación de un niño comienza veinte años antes de su nacimiento, con la educación de su madre". Daba a entender la trascendencia de los progenitores en el proceso educativo del individuo, al tiempo que priorizaba el deber y derecho de llevarlo a cabo. Sin llegar a extremos tan bondadosos, nadie pondría en duda la función cardinal del enseñante desde el nacimiento mismo; tanto que todo sujeto se verá condicionado, en su desarrollo posterior, por los primeros pasos. Con estas palabras pretendo encomiar el prestigio y deferencia que merecen la escuela infantil y primaria. Cuarenta años de profesión avalan tal aserto. El dicho castellano formula su sentencia definitiva: "con el paso del tiempo es imposible enderezar un árbol torcido".

La insólita norma, bagatela dictada por algunas comunidades, que obliga al profesorado no universitario a impartir dos horas semanales más de clase, ha levantado polémicas interesadas desde todos los ángulos. No es cierto, malicio, que dicha medida pretenda mitigar el déficit y aminorar la deuda. Al menos no es la única forma de hacerlo, ni mejor en cuantía. Sin proponernos un análisis exhaustivo, quizás  concluya siendo la menos gravosa para sus intereses políticos y la más cobarde para los líderes nacionales, incapaces de enfrentarse a un Estado Autonómico hambriento, voraz, que (como es de dominio público) hace saltar por los aires presupuestos aquilatados y sentencias ajustadas a derecho. Todo ello sin contar con el concurso de unos sindicatos anclados en velar intereses espurios, impidiendo una reforma laboral moderna, eficaz. Probablemente esta actitud (a lo largo de varias legislaturas) junto a otros beneficios de gestión y formación, pueda tasarse en pérdidas cien mil millonarias para las arcas públicas. Esto ya es harina de otro costal.

Tampoco es verdad que se atente contra la enseñanza pública, en favor de la concertada. Una y otra han llegado a un status estructural que impide cualquier desequilibrio. Fue la LOGSE, con el método constructivista y la escuela comprensiva, quien (de hecho) hizo degradarse hasta extremos insospechados el sistema público. Poca gente debe recordar (veinte años atrás) aquella prohibición de mandar ejercicios para casa; impuesta, con propia voz, por un ministro pésimo cuyo segundo era un tal Rubalcaba. Se perdió el espíritu de sacrificio, el esfuerzo personal, la responsabilidad, la disciplina; en fin, aquello que permite alcanzar una formación idónea si no excelente. Hoy, inmersos en dichos vicios, el analfabetismo funcional pulula por calles y universidades. Estos lodos provienen de aquellos agasajados polvos.

Menos objeción presenta la mengua en calidad que pudiera llevar aparejada tan necia medida. Aparte carencias profesionales comunes a cualquier colectivo, es evidente que detraer un número considerable de profesores tenga consecuencias negativas, en mayor o menor grado. Aunque la acogida social sea óptima, creo que la orden es inoportuna, desde un punto de vista táctico, e indigente desde una inferencia puramente económica. En las condiciones actuales, no debemos permitirnos polémicas desviacionistas y estériles. La educación, a pesar del oneroso sistema que invita irremediablemente a la mediocridad, debe ser objetivo puntero de quien pretenda, con rigor, sacar a España de esta ruina agobiante.

Las huelgas y manifestaciones anunciadas para mediados de mes, constituyen el ritual plástico, sonoro, que fluye de unos sindicatos, sin afiliados, clamando sustento moral. Se unen (oportunos) profesores sensibles al trato vejatorio y habitual como injustos y venerables cabezas de turco. Les arrastra, asimismo, un punzante doble problema: el aumento del paro en compañeros interinos y la notoria disminución de la calidad docente.

A mí, para terminar, me sorprenden dos cuestiones. Los políticos alegan su preocupación total por el ciudadano, cuando sólo les importan sus intereses de clase. Un alto porcentaje de enseñantes que se jactan de defender la enseñanza pública, aplauden la LOGSE (verdadero caballo de Troya) y llevan a sus hijos a centros privados. Ambos entonan una voz alta, pero cínica.

 

domingo, 4 de septiembre de 2011

POLÍTICOS DE OPOSICIÓN


Quizás el epígrafe que corona este artículo de hoy presente una reseña dudosa o ligera, sobre todo porque responde al análisis consumado sin concluir los cien días que la costumbre suele conceder al gobernante bisoño; a aquel surgido tras el pleito electoral. No descarto el efecto malsano que propicia la inactividad veraniega. Más en esta comunidad seca, acaso referida a otros aspectos distintos de la propia pluviometría. Con un poco de cordura, se vedará el duelo electoral desde mayo a septiembre para que ese margen de confianza (los famosos cien días) no lo agote el tórrido sesteo de la canícula. Aprovechando la coyuntura, aunque fomente iras "indignadas", yo lo plasmaría sin costo adicional  en la Constitución. Una reforma ad hoc que populares y socialistas realizan para tasar el límite del déficit público, maniobra trilera para contentar a Europa.

Debo aclarar, por otro lado, el concepto de político. Sin que sirva de precedente, y contra un hábito establecido, prescindiré del matiz peyorativo con que se suele obsequiar acertadamente a este colectivo. En verdad, los políticos no necesitan el concurso de escépticos para ganarse a pulso el descrédito, incluso desprecio, de la sociedad. Así lo confirman los estudios de opinión del CIS. Hoy, digo, aceptaré barco como animal de compañía. Veré en el político, vislumbraré más bien, un conciudadano que ha dispuesto su vida al servicio del prójimo; alejado de ese congénere sinvergüenza, aventurero, estafador, huérfano de principios éticos y estéticos, que pulula por despachos oficiales. El político cobra poco, se comenta con frivolidad en tertulias desiguales. Dado el currículum de un alto porcentaje, en la vida civil difícilmente serían mileuristas. Con todo, ¿alguien cree que si ganaran el cuádruple, verbigracia, la excelencia coparía las siglas patrias? No es cuestión crematística sino de vergüenza torera.

Alejado físicamente de mi comunidad castellano-manchega de origen, conquense para más señas, se me escapan ciertas tonalidades propias de su política. El vuelco electoral de Mayo permitió un cambio en, al menos, cuatro comunidades que pasaron a manos del PP. Por necedad, azar o impudicia La Mancha (eso parece) sufrió la práctica devastadora de un presidente y sus secuaces relativa a consumir el ochenta por ciento del presupuesto, en cinco meses, y la destrucción masiva de documentos "sensibles". En solitario, padece con agudeza el problema farmacéutico y su consecuencia: la huelga de veinticuatro horas, a excepción de Albacete, que mantuvo en vilo a la sociedad residente y veraneante.

María Dolores de Cospedal, política de raza en la oposición, ilusionante, exhibe exiguo nivel en el gobierno. Ha empezado con mal pie su presidencia sin advertírsele lesión o deficiencia alguna. La respuesta al plante, una prueba de fuerza, sobrepasó con creces el grado de la injuria. Aunque sea un colectivo privilegiado, efecto que no viene al caso, los farmacéuticos no han de costear la jeta de quien debe abandonar el cargo y la desorientación inoperante de los sustitutos. Las postreras fechas traen, presuntamente, sosiego, paz y raciocinio suficiente para abrir una mesa de negociación, imprescindible más que necesaria. Con todo, dudo de su valor como lo hago de la pericia que ponga en juego la novel Administración. El viernes, la señora Cospedal anunció (a bombo y platillo) las medidas que tomará para ahorrar mil setecientos millones de euros. Sin oponerme a ellas,  aparte el voluntarismo que desprenden, me parecieron poco válidas (cargadas de populismo) las relativas al aumento de dos horas lectivas en la actividad del profesorado no universitario. Esta norma contenta al personal hostil al funcionario, que padece mala prensa, pero se posterga la llave que debe abrir el futuro de España.

Quien había prometido, abrazados a su política social, dejar intactas las partidas en Sanidad y Educación, mostraron un talante olvidadizo, embaucador. El PP, menos diestro en técnicas demagógicas,  pretende ser discípulo aventajado. Le importa, igualmente, un bledo el costo, la rentabilidad, de cualquier cantidad presupuestada. A la presidenta, un pelín visceral, se le olvida la ruina de su televisión autonómica, junto a otras locales, y sobre todo de empresas públicas cuyo logro es ser centro neurálgico de enchufes, regalías, sobresueldos; corrupción en suma. Privatizar alocadamente no permite acceder a la piedra filosofal ni encontrar soluciones aceptables.

El poder, su responsabilidad, su gestión; su naturaleza personal e intransferible, impide diluir ineptitudes, fracasos, engaños. Delata a quienes son sólo políticos de oposición