viernes, 28 de julio de 2017

PROCESOS JUDICIALES Y CORRUPCIÓN


Toda acusación popular se genera sobre dos vertientes. Una política cuya sentencia, en un sistema democrático, viene dada por el resultado electoral. Otra, presenta vínculos jurídicos y su ejecutoria, objetivamente, corresponde a la fiscalía. Existen, sin embargo, colectivos que, disfrazados de oscura representatividad, aseguran ser voz y salvaguardia del pueblo. Se arrogan competencias previstas, de forma bastante cautelosa, en el texto constitucional. Tanto que, a veces, precisa de profundo adiestramiento hermenéutico.

Nadie duda del mandato, que recoge la Constitución, sobre el acceso de instituciones oficiosas a ejercer una acusación particular en cualquier proceso penal. Pero su labor queda invalidada cuando subsiste riesgo de extrañas aventuras ajenas al acto justiciable. Conocemos entidades virtuosas hasta el momento de presentar maniobras vergonzantes que dejan al descubierto un sinfín de irregularidades. Primero sucumbió la SGAE (Sociedad General de Autores y Escritores). Luego, salieron a relucir las impurezas que atesoraba Manos Limpias cuyo presidente fue encarcelado y sometido a escarnio social. Este caso marcó bastantes desavenencias entre el espíritu constitucional y usos picarescos que de él se hacen.

Ayer, es un decir, de manera inopinada irrumpió la noticia del tejemaneje que asedia al fútbol. El señor Villar, presidente de la federación española, presuntamente realizó múltiples ilegalidades tramitando el negocio balompédico. La salpicadura también afectó a familiares y amigos, alguno de los cuales le acompañan en la cárcel. Ignoro si hay materia o no para iniciar estrictamente un proceso, deseo, con pocas probabilidades de causar víctimas inocentes. Pareciera una confabulación de individuos sin escrúpulos aunados por un azar maldito.

Hay quienes ofrecían causas engorrosas, con enjundia, dependiendo de qué ubicación doctrinal se asigne al sujeto. La Asociación de Abogados Demócratas de Europa (ADADE), se ha personado como acusación popular en el caso Gürtel. Dicho colectivo, aparte la arbitrariedad que desprende su nombre, aprovecha una coyuntura subjetiva para sentar a Rajoy en el banquillo de los testigos, aunque algunos lo consideren infractor de antemano. Renuncio a buscar implicaciones entre el presidente y la ética como lo haría con cualquier otro preboste de empaque. Por esto, llevarlo a juicio debiera tener consideración de abuso manifiesto, sin que ello significara excelsa templanza o impunidad.

Mencionaba, daba a entender, el atropello de estos abogados al autodefinirse como demócratas. Esa facultad deja al resto, inexorablemente, en el ámbito totalitario. Demasiada vestimenta semántica para tan poca trascendencia. Tal asunto es un ejemplo vivo, reciente, del uso desaprensivo, indigno, que se hace de la acusación popular. Convertir las leyes en subterfugio de brega política mancha su pureza; perversión más significativa en quien debiera observarlas con criterio recto y riguroso. No vale todo para obtener réditos electorales. Al final, el ciudadano acaba percibiendo qué oculta la máscara.

Insisto, es probable que don Mariano -pese a lo impoluto de su presencia ante el tribunal- adolezca de alguna mancha. O de varias. No obstante, hacer de él muñeco del pim, pam, pum, constituye un hecho alevoso. Parece evidente que, la mencionada asociación, no arrastraría a sus partidarios ante ninguna magistratura. Bien por indicios, bien por sospechas, la farsa forma parte esencial del acontecer diario. Además, nadie quiere su propiedad -justo lo contrario a aquello que despierta envidia o loa- pero ante cualquier rechazo el reparto se realiza con equidad, con similar porcentaje.

Sánchez e Iglesias elevan a preeminencia la caricatura urdida por ADADE. Ambos, a dúo, a la par, respectivamente piden la dimisión de Rajoy amén de una comparecencia extraordinaria. Don Pedro, en un arrebato de cinismo, asegura que él dimitió para “defender sus convicciones”. Se coge antes a un mentiroso que a un cojo, asevera rotundo un refrán muy popular. En efecto, a Sánchez le hicieron dimitir por varias razones, entre ellas el abismo a que abocaba al partido. Luego, con artimañas mil, con verdades a medias jalonadas de engaños completos, supo transferir “sus convicciones” a gran parte de afiliados. Tampoco necesitó grandes esfuerzos. Siento auténtico interés de que explique Estado Federal y España Plurinacional; razones y consecuencias. Asido a este pedrusco doctrinal, seguirá alimentando por poco el martirologio del PSOE.

Reitero, Sánchez e Iglesias -con tácito refrendo de Ciudadanos- exigen no sé cuántas renuncias a Rajoy por corrupción. Cuando existe una crisis económica notable, la corrupción crematística es grave pero hay otra vertebral siempre: la corrupción democrática. Populismos y convicciones personales nutren el dogma que cala en mentes irreflexivas poniendo en peligro la convivencia social y con ella el sistema de libertades. Una izquierda radical, ultramontana, favorecida por la resonancia de medios cuya deontología queda supeditada a la cuenta de resultados, lleva irremisiblemente a la ruina material y moral. Así lo atestiguan años de Historia, superada esa posibilidad de enjoyarla con sutilezas.

El individuo cree que propaganda y agitación políticas son tácticas imprescindibles. Para los regímenes totalitarios y tiránicos, sí; sin duda. En absoluto sirven para sistemas liberales; ya que dichas tácticas quiebran, conculcan, la soberanía popular sometida a la conciencia social. Una creación funesta debida a esa corrupción ideológica que pervierte toda esperanza democrática. Además, sin ninguna duda, también potencia el extravío material.

 

viernes, 21 de julio de 2017

ARRITMIAS DE UN PSOE CADUCO

El PSOE cumple ciento treinta y ocho años de existencia. Sus deudos afirman que tanta senectud, tanto empirismo, añaden un plus cuando se tasa crédito y alcance. Sin embargo, objetivamente, los años afectan al vigor físico a la vez que comportan un enorme deterioro intelectivo. Asimismo, a consecuencia de estos factores psicofísicos, disminuye el umbral de percepción ante cualquier estímulo ciudadano. Peaje vital común a todo universo orgánico. Vemos, pese a lo expuesto, que con harta frecuencia sus líderes destacados camuflan virtudes entroncadas con teóricas solturas adquiridas en el fragor de vehementes confrontaciones políticas. Antes bien, los más cercanos, quienes condujeron el siglo XXI, revelan una involución dañina, aterradora. Como suele decirse: “están de capa caída”.
Cierto es que aquellos primigenios compases, allá por el ocaso del siglo XIX, tuvieron nula penetración social por el escollo que supuso la alternancia política entre conservadores y liberales. Deberemos añadir también el importuno freno a la industria en ciernes de una menesterosa -igualmente que aristocrática- economía agraria. Tal coyuntura se arrastró durante el primer tercio del siglo XX. Este periodo fue protagonizado, pese a la Guerra de Marruecos y movimientos proletarios en la rutilante industria catalana, por continuos éxitos sindicales del anarquismo frente a políticos de un PSOE todavía impermeable a la conciencia popular. Casi con seguridad, esta circunstancia le llevó a colaborar con Primo de Rivera (el dictador) para conseguir cierta vitalidad impulsando una maniobra rastrera, amén de sangrienta, contra la CNT. 
Durante la Segunda República tuvo una actuación destacada -no sé si negativa- que desembocó en inútil e injusto conflicto civil. Son conocidas las diferencias ingénitas, vertebrales, irreconciliables, entre Largo Caballero (el Lenin español), secretario general de UGT, e Indalecio Prieto, secretario general del PSOE. Cabe destacar la impronta de Julián Besteiro, presidente del Congreso y enemigo acérrimo de empezar una guerra que él consideraba espantosa y perdida. A lo largo del franquismo, el partido desapareció de hecho en favor del PCE que se mantuvo activo dentro y fuera de nuestras fronteras. Rodolfo Llopis, secretario general del PSOE en el exilio, mantuvo una postura contraria al activismo interno. Surgió así una corriente renovadora en la que, al final, se impuso Felipe González en mil novecientos setenta y cuatro.
Próxima la muerte de Franco, el PSOE fue organizándose de forma semiclandestina porque ya se vislumbraba qué papel debería desempeñar en una España democrática. Efectivamente, compartió de manera notoria los Pactos de la Moncloa que alumbraron la Transición. Como uno solo, sin advertir ninguna brecha, todos los partidos arrimaron el hombro para cerrar viejas heridas y esparcir ilusiones nuevas, frustradas con el paso del tiempo. Siete años después Felipe González cosecho la cifra récord de doscientos dos diputados y, en tres legislaturas, España se modernizó pasando a ser miembro del Mercado Común y de la OTAN. Lástima que su gobierno acabara corrompido, ensombreciendo una gestión positiva pese a todo.
Tras él vino Zapatero, personaje curioso, complejo, incalificable. Ignoro si por incomprendido o porque realmente resultó nefasto, para mí ha sido (sin lugar a dudas) el peor gobernante de este último periodo y, añado, de siglos atrás. Puede que, como mucho, se encuentre confortado por el no menos irritante, sosias y sucesor Rajoy. Siendo grave la irresponsable actuación -ignorancia suprema- que tuvo antes, durante y después de la crisis económica, ganan de largo los conflictos sociales que provocaron sus leyes. Paradójicamente tachadas de progresistas, una rupturista Ley de Memoria Histórica, la llamada de Género y su papel protagonista en el Estatuto de Cataluña, marcan un camino lleno de obstáculos e interrogantes que, a poco, viene ilustrando su aciago e incómodo transitar.
Rubalcaba ocupó un espacio transitorio; incoloro, inodoro e insípido pese a los oráculos. A las puertas esperaba otro indocto, tipo Zapatero pero más agresivo e intransigente. Pedro Sánchez tuvo el deshonor, que yo sepa, de ser el primer secretario general inhabilitado por un Comité Federal. Qué decepción suscitaría entre la vieja y la nueva guardia para descabalgarlo. No obstante, su ambición pudo más. Consiguió seducir a militantes irreflexivos, amén de escorados (tal vez descocados), y vuelve con bríos para constatar un cerrilismo indescifrable. Confunde porque quiere, porque es su único éxito, deseos de afiliados y de votantes: divergentes, inconexos, a distancia astronómica. Desconoce las penalidades del socialismo francés u holandés y martillea, en fin, sobre aire dilapidando energías que no le sobran.
Confía un ejecutivo con la tóxica contribución de Podemos. Lanza a los cuatro vientos esa quimera del gobierno de izquierdas cuando incluye en él la derecha burguesa nacionalista. Detesta al PP -derecha social, sobria- y pretende apoyarse en la burguesa. Semejante incongruencia articula la prueba evidente, definitoria. El viejo partido ha llegado al estado catatónico, gastado, sin energías, acéfalo. Huérfano de dinamismos, de impulsos, poco puede esperarse cuando ya apunta delirios agónicos, cercano a la extenuación fulminante. Lejos de significar una impresión, más o menos subjetiva, el aire se llena de efluvios mortuorios.
Queda ulterior ocasión en que hablaremos de Organización Federal y del Estado Plurinacional para ver el asiento que en ellos tiene el problema de los políticos (digo bien, políticos que no individuos) catalanes.

viernes, 14 de julio de 2017

VACACIONES INMERECIDAS

 
 
 
El miércoles, día doce, el Congreso consumó su último pleno. Está previsto continuar del doce al catorce de septiembre; por tanto, sus señorías atesoran dos meses de holganza. Sé que algunos jurarán encontrarse al pie del cañón en quehaceres socializantes o administrativos. Sin cuestionar su certidumbre, aseguraría un escaso porcentaje de quienes cumplen tan aleatoria conjetura. Se acierta, con seguridad, si nos pronunciamos por asemejarlas a las vacaciones escolares, pero menos meritorias que ya es decir en razonamiento del común. Aparte dicho debate, lo vertebral es la eficiencia no las horas que ejercen de “culiparlantes”. Asimismo, nunca he observado ninguna reserva especial de algún portavoz contra esta pauta clasista; más si cabe cuando España necesita una desinfección a fondo.
Utilizando pareja expresión a la frecuente de un periodista curtido, voy a ofrecer información sin ápice de criterio personal. Europa -siempre en el ámbito económico, jamás en el político o militar- instituyó el MUS (Mecanismo Único de Supervisión) de cuyos designios se hace eco el MUR (Mecanismo Único de Resolución). Bajo estadio de expectativa, de germen, se encuentra el FUR (Fondo Único de Resolución) que debe financiar, a futuro, los acuerdos de la JUR (Junta Única de Resolución). Son instituciones europeas, bajo control del BCE (Banco Central Europeo), para vigilar el sistema financiero y acometer los test de estrés. Basándome en mi compromiso de dar únicamente informaciones, la “intervención” del Banco Popular fue un acuerdo entre dicha entidad, el Banco de Santander y el gobierno español. El MUR bendijo dicho acuerdo sin más. Constituye el primer caso, puede que también el último, a la hora de arbitrar un banco nacional.
Ahora preciso inquirir y exponer mi opinión. Si nos atenemos a los medios, ¿dónde se encontraba el Mecanismo Único de Supervisión cuyo cometido debe ser prioritario a cualquier providencia de su ejecutor Mecanismo Único de Resolución? Si no actúa porque le pilla lejos, porque no puede englobar tanto espacio, ¿para qué se crea un organismo totalmente inútil? ¿Acaso sus objetivos sean otros? ¿Cultivar nepotismos y contactos a alta escala, verbigracia? ¿Para qué sirve una Junta Única de Resolución si no se dispone del Fondo Único de Resolución? En España decimos poner el carro delante de los bueyes. Podían nuestros eurodiputados hacerles comprender que estas paradojas llevan al extravío, a nutrir el euroescepticismo sin posibilidad de oponer argumentos contundentes. Si no funcionamos como unión política ni militar, y chirría el engranaje económico, ¿qué hacemos en este avispero, aun siendo conscientes de nuestra debilidad? Verdad que estamos mejor si nos olvidáramos de la deuda impagable, pero…
Las interioridades de la banca española -pese a los test- pillan fuera de juego a estos probos tecnócratas europeos. Tampoco es que cueste e importe tanto. Lo que no puede admitirse bajo ninguna excusa es que Sebastián Abella, presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) o Luis María Linde, gobernador del Banco de España (BE) no conocieran las dificultades accionariales o balances quiméricos del Banco Popular. Tanto de forma afirmativa como negativa, son cómplices del escamoteo, expropiación o, en términos pretéritos, requisa, efectuada (con nocturnidad y alevosía) a cientos de miles de accionistas, entre los que me encuentro, bonistas y propietarios de deuda subordinada. Quien se lleva mi desprecio y reprobación individual es Luis de Guindos, por ser responsable político de este insólito desaguisado y porque le pagamos para defender la ley, la justicia y los intereses de los ciudadanos. Menudo lucimiento tras lo de Lehman Brothers. Sin abusar, no olvido a Rajoy. ¿Cuántos irán a la cárcel? Ninguno. Hoy, arruinar al ciudadano-contribuyente (y otras diversas andanzas) sale gratis.
Hagamos números. Cuando el Popular se vendió al Santander por un euro, acciones, bonos y deuda tenían un valor que superaba tres mil millones. El valor neto de los activos inmobiliarios, según cita el Confidencial del siete de julio, asciende a diez mil trescientos millones que sumados a los anteriores genera un montante de trece mil trescientos, al menos. Si incluimos los cinco mil doscientos millones de deducciones fiscales (Público siete de julio) y los errores cuantificados -según parece- en los pasivos, sospecho que alguien ha logrado completar un negocio/apropiación redondo.
En la introducción al prólogo del “Saco de Cuenca” de Miguel Romero Saiz, se lee: “Las preguntas fundamentales de la vida jamás serán respondidas pero, aun así, podemos y debemos seguir adelante”. Resulta curioso que ante el hurto (tomar o retener bienes ajenos contra la voluntad de su dueño, sin intimidación en las personas ni fuerza en las cosas; confirma el DRAE) a centenares de miles de ciudadanos humildes, ningún parlamentario haya levantado la voz para denunciarlo. Ni la “casta”, ni quienes han deslizado enorme interés por “salvar a la gente”. Habéis lucido una profesionalidad manifiestamente mejorable. Espero que estos meses de ocio, de asueto, sirvan para acometer serenas reflexiones y regresar con algo más de compromiso personal y colectivo. Sin renunciar a ninguna pregunta, casi perdidas las esperanzas de recibir respuesta, nosotros seguiremos adelante; llevamos siglos haciéndolo, pero los tiempos cambian.
El Banco Santander ha previsto la provisión de novecientos ochenta millones de euros a fin de compensar la “fidelización” del accionista del Popular. Supongo que este reconocimiento expreso de la injusticia cometida, no surge a resultas de ningún escrúpulo sino -pese a ceremonias retóricas- al intento de paralizar los recursos que se vienen anunciando por parte de inversores poderosos. Los minoristas, que se pudran. A la vez, se vislumbra un pelotazo, pues la entidad compradora adquiere (en teoría) un banco libre de accionistas, bonistas e inversores con deuda subordinada. Yo solo pido que me paguen mis acciones al precio que cerraron cuando se decidió este lance increíble que vulneró claramente algunas leyes y la seguridad jurídica del país. Son mías; por lo tanto no se me pueden negar salvo que, desaprensivamente, instituciones europeas, amén de nacionales, cercenen el derecho a la propiedad. Cuando las siglas y los medios callan, se hace más intenso el clamor iracundo de los afectados. Hemos de recordar a protagonistas y adláteres que han fracasado (tal vez con plena consciencia) como dirigentes al servicio del pueblo, que únicamente ocupan un lugar en el espacio, en su mismidad. Por este motivo, disponer de vacaciones oficiales significa expandir u optimizar un dispendio sin contrapartida, un acto más de aprovechamiento sistémico. Seguiremos en contacto.  
 

viernes, 7 de julio de 2017

CONTRASENTIDOS SIN ENMIENDA


Contrasentido (nos enseña el DRAE en su tercera acepción) designa el concepto opuesto a lo que correspondiera deducirse de proposiciones antecedentes. Remite a un acontecer que rompe moldes en cuanto al conjunto de individuos practicantes. Los políticos que ofrece esta tierra árida y seca baten de largo todos los récords habidos y por haber. No he divisado ningún colectivo, por colindante a ellos que fuere, con un grado tal de excelencia, de desparpajo. Sin embargo, me extraña poco que estos “probos señores” -a la vez cómplices o protagonistas de la crisis que padecemos- caigan en semejantes extremos. Es la sociedad, inmersa en un escenario abarrotado de conflictos, quien debiera evitar el oprobio que apareja. Le puede ya amarga impotencia bien desidia penitente. Llevamos así más tiempo del permitido por esa norma olvidada de que la libertad se gana día a día, con esfuerzo, luchando incansablemente para conseguirla. El silencio es una táctica necia; la senda que lleva inexorablemente al despeñadero.

Hemos de acostumbrarnos a considerar no la noticia sino el trasfondo. Admitir sin más una información, siempre interesada, significa entregarnos a ellos arrebatados por esa resonancia que les facilitan los medios puestos a su servicio. Carecen de excusa y nosotros estamos legitimados para descubrir el muestrario de despropósitos cometidos. Como siempre, empiezo por el poder porque suele ser fuente de agravios notables. Aznar lleva años criticando tibieza e inercia de Rajoy ante ciertos asuntos, Cataluña verbigracia. No obstante, él fue su guía y creador. Desconocimiento del personaje, yerro o alta traición. Don Mariano decía estar siempre con las víctimas del terrorismo para, a renglón seguido, soltar a Bolinaga. Mientras presidía la oposición proclamaba comportamientos antitéticos a los del PSOE (bajada de impuestos, ley del aborto, nueva política antiterrorista, etc.) para luego caer en parecido lodazal. Añadan cuanto estimen oportuno de su cosecha sin prevención, sin temor a equivocarse, pues hay bastante tela que cortar. 

Constato que todos los partidos practican la demagogia, el engaño, aun la derrota. Pese a ello, la izquierda campea sobrada por estos menesteres porque en un marco capitalista solo puede realizar guiños. La socialdemocracia genuina succiona los mismos pechos que el liberalismo; son, al menos, hermanas de leche. El marxismo odia, por el contrario, las reseñas democrática y capitalista porque ambas representan su desaparición. Quien tenga sentido común, aunque sean dosis exiguas, sabe que el capitalismo solo acepta iniciativas liberales como único manual asequible. Todo lo demás constituye ruidos extravagantes, llamadas peregrinas hechas desde un entorno histriónico, falaz, embaucador. La izquierda, digo, en este medio se encuentra desplazada, con poco pulso y menos mensaje. De ahí que se vea apremiada a inventar propuestas que divergen de la real problemática ciudadana.

El PSOE lo sabe pero carece de alternativas. Procura compensar su indigencia ideológica con cinismo y propuestas ardientes amén de insustanciales. Al ocaso de Felipe González, el partido empezó a abandonar los postulados que le llevaron a ser hegemónico en España, a escribir páginas vertebrales de nuestra historia reciente. Abandonar moderación y electores fue una constante con Zapatero. Cogió el testigo Rubalcaba y se llegó al clímax durante el quiebro de Sánchez. Elevado a los altares en segunda oportunidad, su real o aparente radicalidad origina el curioso enigma -puede que acertijo- de si acabará convirtiéndolo en puro testimonio. ¿Percibe acaso don Pedro qué prodigio guarda el Estado Federal para resolver de golpe el jeroglífico catalán? Seguramente no. Cataluña quiere un estatus sui géneris -quebrando la solidaridad interregional- o la independencia; ambos de imposible admisión ahora mismo. Creo que PDeCat está consumiendo un opiáceo para dilatar los apuros provocados por tanta corrupción y adoctrinamiento desequilibrante. Pronto sufrirán, abandonados, los efectos letales una vez se imponga la cruda realidad.

Ahora Pedro Sánchez desea instaurar la república que, como todos sabemos, es una prioridad social. Palos de ciego para amortiguar sus excesos verbales, asimismo tanta desnudez doctrinal. Demanda también una reforma fiscal para aumentar el gasto público, ¿para qué si no? al tiempo que se controla el déficit y se busca incansablemente la reindustrialización (sic). Ignoro la forma de conseguir lo expuesto si él no debe creer en milagros. Defiende una única soberanía dentro del Estado Plurinacional. ¿Cómorrrr? Acaricia derogar la reforma laboral. ¿Querrá dignificar salario y duración de los contratos laborales a través de Empresas de Trabajo Temporal (EETT) precisamente creadas por el PSOE? Rizando el rizo, persigue desenterrar a Montesquieu de cuyo sepelio tuvo un papel protagonista el señor Guerra, don Alfonso. Democratización del Estado, Educación, Universidad, Sanidad, etc. como si el país fuera Tanzania o él acabara de caer de un planeta ignoto. ¡Cuánta filfa y propaganda barata atesoran estos desmemoriados!

Ciudadanos tiene un discurso contra el independentismo pero a favor del hecho singular catalán, tal que Castilla o Extremadura, pongamos por caso, fueran plurales o exóticas. No, amigos, un partido nacional debe caminar recto, sin ladeos ni tumbos, y asumir un compromiso de sensatez, de solidaridad, que hoy por hoy solo se vislumbra en UPyD. De Podemos pongo en evidencia la falsedad de su evangelio “anticasta” cuando proceden de un elitista linaje universitario. Esconden su ADN totalitario envolviéndose en banderas democráticas que detestan. Aventando una ética extraña, agreden a rivales libres de resolución judicial mientras defienden sin fisuras a conmilitones condenados por sentencias firmes; escarnecen a víctimas del terrorismo -nacional e internacional- con burdos argumentos y equidistancias. Etcétera, etcétera, etcétera.

Para concluir, y sin que sirva de precedente, me van a permitir una licencia por la que pido excusas previas. Lo que digan o callen Pablo Iglesias, Irene Montero, Íñigo Errejón, Monedero (el embozado) y resto de caterva indocumentada e hijos de papá, me la suda. Indico así el camino a una sociedad crédula, ingenua y dócil.