viernes, 7 de julio de 2017

CONTRASENTIDOS SIN ENMIENDA


Contrasentido (nos enseña el DRAE en su tercera acepción) designa el concepto opuesto a lo que correspondiera deducirse de proposiciones antecedentes. Remite a un acontecer que rompe moldes en cuanto al conjunto de individuos practicantes. Los políticos que ofrece esta tierra árida y seca baten de largo todos los récords habidos y por haber. No he divisado ningún colectivo, por colindante a ellos que fuere, con un grado tal de excelencia, de desparpajo. Sin embargo, me extraña poco que estos “probos señores” -a la vez cómplices o protagonistas de la crisis que padecemos- caigan en semejantes extremos. Es la sociedad, inmersa en un escenario abarrotado de conflictos, quien debiera evitar el oprobio que apareja. Le puede ya amarga impotencia bien desidia penitente. Llevamos así más tiempo del permitido por esa norma olvidada de que la libertad se gana día a día, con esfuerzo, luchando incansablemente para conseguirla. El silencio es una táctica necia; la senda que lleva inexorablemente al despeñadero.

Hemos de acostumbrarnos a considerar no la noticia sino el trasfondo. Admitir sin más una información, siempre interesada, significa entregarnos a ellos arrebatados por esa resonancia que les facilitan los medios puestos a su servicio. Carecen de excusa y nosotros estamos legitimados para descubrir el muestrario de despropósitos cometidos. Como siempre, empiezo por el poder porque suele ser fuente de agravios notables. Aznar lleva años criticando tibieza e inercia de Rajoy ante ciertos asuntos, Cataluña verbigracia. No obstante, él fue su guía y creador. Desconocimiento del personaje, yerro o alta traición. Don Mariano decía estar siempre con las víctimas del terrorismo para, a renglón seguido, soltar a Bolinaga. Mientras presidía la oposición proclamaba comportamientos antitéticos a los del PSOE (bajada de impuestos, ley del aborto, nueva política antiterrorista, etc.) para luego caer en parecido lodazal. Añadan cuanto estimen oportuno de su cosecha sin prevención, sin temor a equivocarse, pues hay bastante tela que cortar. 

Constato que todos los partidos practican la demagogia, el engaño, aun la derrota. Pese a ello, la izquierda campea sobrada por estos menesteres porque en un marco capitalista solo puede realizar guiños. La socialdemocracia genuina succiona los mismos pechos que el liberalismo; son, al menos, hermanas de leche. El marxismo odia, por el contrario, las reseñas democrática y capitalista porque ambas representan su desaparición. Quien tenga sentido común, aunque sean dosis exiguas, sabe que el capitalismo solo acepta iniciativas liberales como único manual asequible. Todo lo demás constituye ruidos extravagantes, llamadas peregrinas hechas desde un entorno histriónico, falaz, embaucador. La izquierda, digo, en este medio se encuentra desplazada, con poco pulso y menos mensaje. De ahí que se vea apremiada a inventar propuestas que divergen de la real problemática ciudadana.

El PSOE lo sabe pero carece de alternativas. Procura compensar su indigencia ideológica con cinismo y propuestas ardientes amén de insustanciales. Al ocaso de Felipe González, el partido empezó a abandonar los postulados que le llevaron a ser hegemónico en España, a escribir páginas vertebrales de nuestra historia reciente. Abandonar moderación y electores fue una constante con Zapatero. Cogió el testigo Rubalcaba y se llegó al clímax durante el quiebro de Sánchez. Elevado a los altares en segunda oportunidad, su real o aparente radicalidad origina el curioso enigma -puede que acertijo- de si acabará convirtiéndolo en puro testimonio. ¿Percibe acaso don Pedro qué prodigio guarda el Estado Federal para resolver de golpe el jeroglífico catalán? Seguramente no. Cataluña quiere un estatus sui géneris -quebrando la solidaridad interregional- o la independencia; ambos de imposible admisión ahora mismo. Creo que PDeCat está consumiendo un opiáceo para dilatar los apuros provocados por tanta corrupción y adoctrinamiento desequilibrante. Pronto sufrirán, abandonados, los efectos letales una vez se imponga la cruda realidad.

Ahora Pedro Sánchez desea instaurar la república que, como todos sabemos, es una prioridad social. Palos de ciego para amortiguar sus excesos verbales, asimismo tanta desnudez doctrinal. Demanda también una reforma fiscal para aumentar el gasto público, ¿para qué si no? al tiempo que se controla el déficit y se busca incansablemente la reindustrialización (sic). Ignoro la forma de conseguir lo expuesto si él no debe creer en milagros. Defiende una única soberanía dentro del Estado Plurinacional. ¿Cómorrrr? Acaricia derogar la reforma laboral. ¿Querrá dignificar salario y duración de los contratos laborales a través de Empresas de Trabajo Temporal (EETT) precisamente creadas por el PSOE? Rizando el rizo, persigue desenterrar a Montesquieu de cuyo sepelio tuvo un papel protagonista el señor Guerra, don Alfonso. Democratización del Estado, Educación, Universidad, Sanidad, etc. como si el país fuera Tanzania o él acabara de caer de un planeta ignoto. ¡Cuánta filfa y propaganda barata atesoran estos desmemoriados!

Ciudadanos tiene un discurso contra el independentismo pero a favor del hecho singular catalán, tal que Castilla o Extremadura, pongamos por caso, fueran plurales o exóticas. No, amigos, un partido nacional debe caminar recto, sin ladeos ni tumbos, y asumir un compromiso de sensatez, de solidaridad, que hoy por hoy solo se vislumbra en UPyD. De Podemos pongo en evidencia la falsedad de su evangelio “anticasta” cuando proceden de un elitista linaje universitario. Esconden su ADN totalitario envolviéndose en banderas democráticas que detestan. Aventando una ética extraña, agreden a rivales libres de resolución judicial mientras defienden sin fisuras a conmilitones condenados por sentencias firmes; escarnecen a víctimas del terrorismo -nacional e internacional- con burdos argumentos y equidistancias. Etcétera, etcétera, etcétera.

Para concluir, y sin que sirva de precedente, me van a permitir una licencia por la que pido excusas previas. Lo que digan o callen Pablo Iglesias, Irene Montero, Íñigo Errejón, Monedero (el embozado) y resto de caterva indocumentada e hijos de papá, me la suda. Indico así el camino a una sociedad crédula, ingenua y dócil.   

 

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