Contrasentido (nos enseña
el DRAE en su tercera acepción) designa el concepto opuesto a lo que correspondiera
deducirse de proposiciones antecedentes. Remite a un acontecer que rompe moldes
en cuanto al conjunto de individuos practicantes. Los políticos que ofrece esta
tierra árida y seca baten de largo todos los récords habidos y por haber. No he
divisado ningún colectivo, por colindante a ellos que fuere, con un grado tal
de excelencia, de desparpajo. Sin embargo, me extraña poco que estos “probos
señores” -a la vez cómplices o protagonistas de la crisis que padecemos- caigan
en semejantes extremos. Es la sociedad, inmersa en un escenario abarrotado de
conflictos, quien debiera evitar el oprobio que apareja. Le puede ya amarga
impotencia bien desidia penitente. Llevamos así más tiempo del permitido por
esa norma olvidada de que la libertad se gana día a día, con esfuerzo, luchando
incansablemente para conseguirla. El silencio es una táctica necia; la senda
que lleva inexorablemente al despeñadero.
Hemos de acostumbrarnos a
considerar no la noticia sino el trasfondo. Admitir sin más una información,
siempre interesada, significa entregarnos a ellos arrebatados por esa
resonancia que les facilitan los medios puestos a su servicio. Carecen de
excusa y nosotros estamos legitimados para descubrir el muestrario de
despropósitos cometidos. Como siempre, empiezo por el poder porque suele ser
fuente de agravios notables. Aznar lleva años criticando tibieza e inercia de
Rajoy ante ciertos asuntos, Cataluña verbigracia. No obstante, él fue su guía y
creador. Desconocimiento del personaje, yerro o alta traición. Don Mariano decía
estar siempre con las víctimas del terrorismo para, a renglón seguido, soltar a
Bolinaga. Mientras presidía la oposición proclamaba comportamientos antitéticos
a los del PSOE (bajada de impuestos, ley del aborto, nueva política
antiterrorista, etc.) para luego caer en parecido lodazal. Añadan cuanto
estimen oportuno de su cosecha sin prevención, sin temor a equivocarse, pues
hay bastante tela que cortar.
Constato que todos los
partidos practican la demagogia, el engaño, aun la derrota. Pese a ello, la
izquierda campea sobrada por estos menesteres porque en un marco capitalista
solo puede realizar guiños. La socialdemocracia genuina succiona los mismos
pechos que el liberalismo; son, al menos, hermanas de leche. El marxismo odia,
por el contrario, las reseñas democrática y capitalista porque ambas
representan su desaparición. Quien tenga sentido común, aunque sean dosis
exiguas, sabe que el capitalismo solo acepta iniciativas liberales como único manual
asequible. Todo lo demás constituye ruidos extravagantes, llamadas peregrinas
hechas desde un entorno histriónico, falaz, embaucador. La izquierda, digo, en
este medio se encuentra desplazada, con poco pulso y menos mensaje. De ahí que
se vea apremiada a inventar propuestas que divergen de la real problemática
ciudadana.
El PSOE lo sabe pero
carece de alternativas. Procura compensar su indigencia ideológica con cinismo
y propuestas ardientes amén de insustanciales. Al ocaso de Felipe González, el
partido empezó a abandonar los postulados que le llevaron a ser hegemónico en
España, a escribir páginas vertebrales de nuestra historia reciente. Abandonar
moderación y electores fue una constante con Zapatero. Cogió el testigo
Rubalcaba y se llegó al clímax durante el quiebro de Sánchez. Elevado a los
altares en segunda oportunidad, su real o aparente radicalidad origina el
curioso enigma -puede que acertijo- de si acabará convirtiéndolo en puro
testimonio. ¿Percibe acaso don Pedro qué prodigio guarda el Estado Federal para
resolver de golpe el jeroglífico catalán? Seguramente no. Cataluña quiere un
estatus sui géneris -quebrando la solidaridad interregional- o la independencia;
ambos de imposible admisión ahora mismo. Creo que PDeCat está consumiendo un
opiáceo para dilatar los apuros provocados por tanta corrupción y
adoctrinamiento desequilibrante. Pronto sufrirán, abandonados, los efectos
letales una vez se imponga la cruda realidad.
Ahora Pedro Sánchez desea
instaurar la república que, como todos sabemos, es una prioridad social. Palos
de ciego para amortiguar sus excesos verbales, asimismo tanta desnudez
doctrinal. Demanda también una reforma fiscal para aumentar el gasto público,
¿para qué si no? al tiempo que se controla el déficit y se busca
incansablemente la reindustrialización (sic). Ignoro la forma de conseguir lo
expuesto si él no debe creer en milagros. Defiende una única soberanía dentro
del Estado Plurinacional. ¿Cómorrrr? Acaricia derogar la reforma laboral.
¿Querrá dignificar salario y duración de los contratos laborales a través de
Empresas de Trabajo Temporal (EETT) precisamente creadas por el PSOE? Rizando
el rizo, persigue desenterrar a Montesquieu de cuyo sepelio tuvo un papel
protagonista el señor Guerra, don Alfonso. Democratización del Estado,
Educación, Universidad, Sanidad, etc. como si el país fuera Tanzania o él
acabara de caer de un planeta ignoto. ¡Cuánta filfa y propaganda barata
atesoran estos desmemoriados!
Ciudadanos tiene un
discurso contra el independentismo pero a favor del hecho singular catalán, tal
que Castilla o Extremadura, pongamos por caso, fueran plurales o exóticas. No,
amigos, un partido nacional debe caminar recto, sin ladeos ni tumbos, y asumir
un compromiso de sensatez, de solidaridad, que hoy por hoy solo se vislumbra en
UPyD. De Podemos pongo en evidencia la falsedad de su evangelio “anticasta”
cuando proceden de un elitista linaje universitario. Esconden su ADN
totalitario envolviéndose en banderas democráticas que detestan. Aventando una
ética extraña, agreden a rivales libres de resolución judicial mientras
defienden sin fisuras a conmilitones condenados por sentencias firmes;
escarnecen a víctimas del terrorismo -nacional e internacional- con burdos
argumentos y equidistancias. Etcétera, etcétera, etcétera.
Para concluir, y sin que
sirva de precedente, me van a permitir una licencia por la que pido excusas
previas. Lo que digan o callen Pablo Iglesias, Irene Montero, Íñigo Errejón,
Monedero (el embozado) y resto de caterva indocumentada e hijos de papá, me la
suda. Indico así el camino a una sociedad crédula, ingenua y dócil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario