Quienes sigan mis
artículos saben que los políticos, sin ninguna salvedad, me causan desazón para
ser suave y, sobre todo, caritativo. Teniendo en cuenta mi escasa fe, el
racionalismo que me caracteriza, así como la actividad empírica acumulada desde
el régimen franquista a la democracia, no me siento nada proclive a comulgar
con ruedas de molino. Desdeño cualquier argumento que pretenda persuadirme de
las supuestas bondades sembradas por gerifaltes a la hora de gestionar el
bienestar ciudadano. Da igual momento y país. Importa poco qué sello moral
impregne la envoltura del mensaje. Incluso, en ocasiones, pretenden el
adoctrinamiento perverso. El individuo solo les atrae cuando no constituye una
rémora para conseguir o consolidar poder. Los autócratas, especie solapada pero
abundante, persiguen encarnizadamente al ciudadano antagonista. Sin embargo,
“sarna con gusto no pica”. Niego que el pueblo sea tonto pero sí algo necio e
inocente. El jeta habilidoso -denominado casi siempre político- es un lince, nos
abruma y juega con las cartas marcadas.
Europa se encuentra hoy
desorientada. Pese a que también la Comisión está constituida por políticos,
estos parecen provenir de un extraño planeta. Se dejan querer estúpidamente o
la nueva élite griega pretende incluso el tálamo carnal gratuito. Tsipras no
necesitaba ganar ningún referéndum; era ya la jactancia convertida en dios
mitológico. Tal divinización es el apeadero extremo del demagogo. Los
demócratas no necesitan consagrar sus actos, los populistas demagogos sí. Lances
y actores conforman una cohorte que los aúpa al poder y, a la vez, conforman un
filtro o lastre, según los casos. El presidente griego falto, al parecer, de
caterva celeste ha optado por ungir al pueblo (hundido en la miseria) para aunar
orgullo con divinidad de segunda, esa que protege el último aposento sacro.
Los próximos meses
vienen generosos en eslóganes, dichos y refranes. Percibo uno que ha de liderar
todos los mensajes previos al día D. “Cuando las barbas de tu vecino veas
pelar, echa las tuyas a remojar”, se repetirá de forma tan cansina como fructífera.
Grecia pagará un alto precio por la arrogancia y verborrea de Syriza izadas al
Olimpo. Sea cual fuere el acuerdo a que finalmente se llegue, los griegos se
han sumergido en las procelosas turbulencias de una indigencia tercermundista.
Cuando despierten del estado catatónico actual, propiciado por el elixir
demagógico, deberán digerir durante algunos años su insensatez. Otros
demagogos, afines o rivales, intentarán sacar partido de tan onerosa
experiencia recomendando al ciudadano europeo escarmentar en cabeza ajena.
Podemos exhibe, además,
una osadía hiriente, de sarpullido. Mis raíces manchegas me hicieron
especialmente sensible a la bravuconería del ególatra, a responder con firmeza
al reto. Espero que este carácter bravo, aguerrido, sea común en la extensa
piel de toro. Podremos soportar mentiras, fraudes, desdenes, pero zaherir la
humildad es intolerable. Nuestro pundonor individual no se negocia, ni puede
medirse ni compararse. Quien despliegue un talante prepotente comete la mayor
ofensa que pueda erosionar la cautela ciudadana. Las últimas noticias muestran
una vez más el fondo totalitario de un Pablo Iglesias de postín, huero, con
lógica contrahecha; divergente sumo entre lo dicho y lo cumplido. Gracias al
plan de primarias propuesto, pasa a ser gestor torpe, pero indiscutible, de
Ahora en Común. Podemos es tan socialdemócrata como casta la Trotaconventos. Aparte
hábiles técnicas de púlpito, dista mucho de ser un partido renovador,
demócrata, ético. Es una tramoya para conseguir un poder absoluto que no piensa
ceder ni compartir; una nueva casta más casposa que la anterior porque tiene
antecedentes ideológicos del siglo XIX. El desvelo por los ciudadanos oscila
entre arriesgados experimentos y notables desamparos aplicables a Syriza y
Tsipras, sus correligionarios griegos.
El primer error lo ha
cometido el PSOE. Esa estrategia de unir su destino al de Podemos crea
incertidumbre y rechazo. ¿Hay alguien capaz de definir cuál es la política real
de Pedro Sánchez? ¿Qué proyecto tiene de España, si esconde alguno? De momento
solo le interesa sustituir al PP en el gobierno. Sospecho que semejante
proyecto es insuficiente para ganar unas elecciones. Carece de referentes
actuales y los pasados constituyen un auténtico lastre. Veremos al final, pero
no deben hacerse demasiadas ilusiones. Jugar con fuego siempre implica riesgo;
y no pequeño, incalculable.
Rajoy y PP personifican
el desacierto pues desconocen a sus votantes. La derecha no es dogmática, sino
racional. Convencer con miedos o mentiras a dos millones de ciudadanos
críticos, con sentido común, aparenta misión imposible. Rajoy perderá las
elecciones por derrochar inútilmente aquel capital político que hace cuatro
años puso en sus manos el pueblo español. Vio en él una última oportunidad para
que diera la vuelta al roto calcetín. No pudo o no quiso y será el primer
presidente que cumpla una sola legislatura. A mayor inri, proviniendo de una
mayoría absoluta. ¿Cómo se puede desperdiciar tanto crédito? Vanidad de
vanidades; es decir, vacuidad.
Nos queda como repuesto
exclusivo, para continuar con esperanza, Ciudadanos y UPyD. Albert Rivera tiene
que andar con pies de plomo porque es rival serio y lo observarán a fondo,
tanto en su comportamiento cuanto en sus disposiciones. Dicen los mentideros
que algún colaborador, quizás barón, actúa con escaso tino. Cuidado con los
espontáneos. Asimismo, espero del partido magenta una renovación seria para colocarse
a la cabeza en las elecciones generales y tener un protagonismo del que ahora
mismo carece. Sería bueno para España y para los españoles que recogiera el
espacio de la izquierda moderada, socialdemócrata, abandonado por un PSOE
echado al monte. Así sea.
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