sábado, 7 de enero de 2012

RAJOY ENSEÑA LA PATITA


Acción y reacción son fenómenos simultáneos. Por esto, poco importa lo idóneo o inoportuno del epígrafe y los párrafos que integran el artículo. Menos si quebranto ese margen de cortesía cimentado en la centena. Recién salido del paritorio oficial, el gobierno, diligente (mascullando extraordinarias urgencias), ha empezado a imperar, tal vez por rebote a la calma advertida antes de venir el parto derecho; en realidad apremia prorratear la ingente deuda sin sobresaltos. Confiesan un grave traspié cuando apuntan que la situación se muestra mucho peor de lo esperado. ¿De qué se asombran si llevan gobernando seis meses casi todas las autonomías; causantes, según indican y por añadidura, del  vigente estado ruinoso?  ¿Patraña o cura en salud?

 

Discrepo de ese aforismo estricto y capcioso: "No hay peor ciego que quien no quiere ver". El invidente involuntario padece la tiranía del reglamento. El que abraza la farsa tiene margen de maniobra. Puede entornar los ojos, mirar de soslayo o adentrarse en la perspectiva bordeando el peligro de enfocar únicamente la tapadera. Mantener el órgano operativo, al margen de su eficacia,  permite idear una evasiva a la carta, creíble y ponderada. Definitivamente argucia y ceguera son antitéticas. El político, en su ilimitada apetencia de seducir al personal con quimeras y sortilegios, acude al refranero para endilgar alegaciones sugestivas. "Todo lo que no se cata es dulce" justificaría la disparidad de criterio en la oposición y en el poder. Ortega y Gasset supo formularlo con absoluto rigor cuando añadió al yo el atributo circunstancia.

 

Será chocante y fortuito, pero el PP hasta ahora gobierna las vísperas. Al menos así lo proclama porque el Consejo de Ministros representa, impulsivo, el acto básico de la gobernanza. Sus dos primeras sesiones, donde se tomaron acuerdos capitales, terribles, ocurrieron el veintitrés y treinta de diciembre, asimismo vigilias muy significativas en la civilización cristiana. El día treinta, además, ocurrieron dos novedades: el acierto de anticipar amarguras prescritas, para poner buena estrella al nuevo año, y la desaparición táctica de Rajoy, abrumado quizás por fervorosas y recientes manifestaciones que oscurecen (ennegrecen mejor) ese previo introducido por la vicepresidenta cuando aunaba crudeza y compromiso presidencial de someterse siempre a la verdad. Había tan poco fervor que el mero anuncio de subida impositiva, extrema, variada, dejaba al descubierto una laxitud indecorosa. A menos de un mes vista, don Mariano se desgañitaba en afirmar lo contrario de esto que ahora doña Soraya revocaba con aparente disgusto. Adornaba la derrama (detalle poco original) con un epíteto postizo. "Impuesto solidario". ¿A que suena bien? ¡Pero si parece más llevadero!

 

La reciente confrontación electoral no ha servido para nada. Ni el ciudadano (desde ahora contribuyente) practicó su soberanía ni los políticos interpretaron el resultado. Unos siguen obviando el desastre y otros tasan mal la falsa victoria. El PSOE pretende encontrar ese camino que perdió hace años dejándose guiar por quien lo condujo al laberinto. El PP, indeciso, impotente, preso de sus ofertas, de sus facundias, copia la estrategia errática del  rival. Como novedad, airea de forma ostentosa su compromiso de no engañar jamás a los españoles, de no callar incluso acontecimientos espinosos. Sin embargo miente. Lo hace al anunciar, sin cortapisas, la subida de las pensiones armonizándolas al IPC (soy pensionista y este año dos mil doce cobraré menos). También cuando se sorprende, ajeno a la sospecha,  de la desviación del déficit en dos puntos; germen (así expuesto) que ha forzado las medidas extremas.

 

Hemos referido sólo una minucia del escenario económico. Quedan vírgenes el social e institucional. Arranca el curso y ya padecemos controversia. Ciertos guiones desazonan. Señor presidente, España le concedió una mayoría absoluta a fin de dar la vuelta al calcetín  pero "para este viaje no se necesitan alforjas". Algunas declaraciones primigenias y la celeridad probada en homenajear a quien trajo menoscabo, levantó esa polémica inútil de si usted practica una política liberal o socialdemócrata. Personalmente pienso que da igual galgos o podencos; pues, a la postre, son todos perros.

 

Poco a poco la ilusión crea desesperanza y el optimismo desgana. Usted señor Rajoy, al igual que en el cuento, no es nuestra madre; enseña una patita que recusamos, que nos intranquiliza, que nos desencanta. Aparece una patita falsa, hecha de bruma y de holganza.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario