domingo, 22 de enero de 2012

IMPERICIA, INDECENCIA E INCONSISTENCIA


Constituyen los tres pilares que hoy sustentan la configuración política de esta tierra, cuya mayor virtud -a la vez defecto inveterado- es la paciencia o sumisión, que manifiesta de manera ciega; mostrándose peligrosa cuando explota por inusual arrebato. Este soporte inmundo, podrido, vertebra a su vez el débil régimen que se nos aparece poco atractivo, desilusionante y, sobre todo, carísimo. Creo a fondo que manifestaciones, aun hechos turbadores, protagonizados por prohombres (también promujeres, que diría una ministra de cuota) producen rechazo y hastío general. Me temo de su inconsciencia, pero uno (ya entrado en años) compara aquella dictadura atípica con esta democracia lacia y no encuentra argumentos sólidos, rigurosos, para ensalzar una sobre otra. Cuando un sistema, se llame como se llame, privilegia realmente a un grupo, clase o casta, lo hace conculcando libertades y derechos de los demás. No es democrático pese a apariencias, empeños o parabienes. 

 

Sé que la última especulación es políticamente incorrecta. Sospecho el cúmulo de calificativos expuestos, más bien arrojados, por mentes incapaces de contrastar opiniones sin adueñarse de un espacio (teóricamente honorable) que no les corresponde a priori, incluso ni a posteriori. Poco importan las etiquetas imputadas porque nada debo a nadie ni tuve jamás, ni tengo, cargo, regalía u óbolo alguno. Al igual que muchos españoles veteranos, hube de sufrir la dictadura (insisto atípica) y ahora tengo que sufragar la democracia (reitero lacia). Otros -atraídos por el incensario o el improperio dogmáticos- no pueden decir lo mismo, en ningún caso.

 

Podría haberme decantado por diferentes rasgos, entre los múltiples que pueden aplicarse a la casta gobernante que se enseñorea en el solar patrio, sin temor a la hipérbole o la calumnia. Elegí las del encabezamiento porque ajustan perfectamente con la realidad, más allá del soporte semántico. Si sustentamos una generación perdida, la tópica ni, ni, ¿por qué el azar o los hados no pueden agravar tal escenario sobrellevando políticos in, in? Dicen que cada sociedad tiene los gestores de acuerdo a sus merecimientos. La reflexión tiene miga, me ofrece honda inquietud, pues se aproxima sin remedio al punto  obvio de que nuestra comunidad luce una vileza suprema, salvo especial maridaje asimétrico.  

 

 Contadas siglas (ninguna para ser exactos) alejan actitudes y modos de los vocablos que abren estos renglones. Al menos son cautivas de uno; múltiples sin embargo, con cierta insistencia, afrontan todos. Treinta años de experiencia son suficientes, deberían serlo, para tasar sin riesgos capacidades y talantes del amplio abanico ideológico español (utilizo “ideológico” por inercia, mas sin ninguna convicción). Los partidos nacionales pierden vigor a la par que los nacionalistas exacerbados no encuentran el juicio. Estos, con urgencia, contra todo precepto fisiológico, consumen, agotan, aborrecen, su propio caldo de cultivo. Desconozco qué impulso suicida les lleva a pretender la independencia, a sacrificar la gallina de los huevos de oro, a ese afán dañino -desde el punto de vista económico- de una segregación ruinosa para ellos. España, el resto, perdería sólo parte de su identidad pero lograría, a cambio, sosiego. ¿No vale la pena el canje? Destruiríamos una tradición de quinientos años, sí; ¿y qué? Al pan, pan y al vino, vino. Con China de por medio, los nacionalismos excluyentes e insaciables son ahora, sin exigir análisis profundo,  una rémora.

 

Repasemos someramente sustancias o accidentes. Desde mi punto de vista, hoy no hay ningún partido que se afane en conseguir el bien ciudadano. Todos acarician tocar mando como sea. El PSOE de Zapatero se ha suicidado en una inútil orgía de omnipotencia que nos llevó a la bancarrota. Los pretendientes que han de protagonizar la reforma, al paso que llevan conseguirán su ocaso definitivo. El PP es víctima de complejos e incoherencias. Consumido el último cartucho, sin reservas en la canana, agotado el postrer recambio, tras él viene, zaguera, la desesperanza.  Le auguro un porvenir escaso y difícil. IU desaparecerá por extemporánea, quimérica y errante. UPyD presenta buena perspectiva pero debe deshacerse de lastres originarios. Los nacionalismos se ahogarán en su propia salsa si antes no han asfixiado a España.

 

Sí, amigo lector, tenemos complicado salir de la crisis, abandonar el marasmo. Con semejantes partidos, con este armazón creado, impuesto, somos contribuyentes a lomos de la impericia, la indecencia y la inconsistencia.

 

 

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