miércoles, 9 de marzo de 2011

ALCALDE DEFINITORIO O CRIATURAS DE DIOS


El personaje público, máxime quien acusa ciertos niveles de barbarie, suple determinadas carencias explotando aquellas facultades en que demuestra una destreza óptima. Pretende, de este modo, conseguir nota -no siempre meritoria- ante cualquier valoración o examen. Surgen así, en la pradera política, ejemplares orlados siempre con opaca venda; mientras otros, de catadura similar, les hacen cucamonas. Goya, sin proyectarlo, se adelantó al presagiar la ejecutoria de nuestro país cuando dibujó con insólito acierto "La gallina ciega"; lienzo premonitorio del extraño juego que (prebostes, apátridas y voraces por intereses particulares) ejecutarían celosos dos siglos más tarde.

 La escena costumbrista se limita a un corro, probablemente gente noble ataviada al estilo popular. Sabedor, quizás, el genial pintor aragonés oculta a los espectadores, que a ciencia cierta habría. Pareciera el tributo de su mente, conmovida por un impulso lacayo, quien restara protagonismo a la masa; esa clase necesaria, vertebral, pero asidua expulsada de todo papel estrella. Hoy, seguimos igual. Los protagonistas (políticos, sindicatos, financieros, medios, etc.) no dejan al albur ningún rol del juego, nada escapa a su control. Los espectadores (simples ciudadanos o viceversa) son excluidos de la escena. Sus dimensiones divergen indefinidamente, sin posibilidad de incidir -incluso coincidir- en el mismo plano. Goya no pinta, vierte sobre la tela el ánimo que embarga al hombre de la calle, una nulidad sometida al poder; una comparsa deslucida, ubicada fuera del foco.

 Pedro Crespo (alcalde de Getafe y homónimo curiosamente del de Zalamea que personificara el honor y la dignidad) me asombra. Dudo si su personaje, en esa pradera jugosa de la política nacional, lleva venda o hace cucamonas. Personalmente, lo veo preparado para encarnar cualquier papel con soltura, con eficiencia. Me inclino, sin embargo, por asignarle el segundo, que borda desde mi humilde opinión. Es una actuación compleja. Pasar del carácter sobrio, riguroso, discreto (sin hipérbole), integrado -cual chip androide- en la mente del regidor a ese otro fresco, directo, pelín chabacano (casi barriobajero), sólo podemos admitirlo en auténticos prodigios naturales; en monstruos de Talía. Pulsado por su halo espirituoso, centrado y concentrado en la representación, evacuó aquella frase para los anales: "quien vota al PP es un tonto de los cojones". He aquí, aparte el exabrupto, su primera contribución importante a la lengua. Conjuga, al tiempo, definición y atributo identificando PP y tonto; descubre un código empírico a dicho epíteto, de sustancia inconmensurable. De los cojones, no pasa de complemento preposicional con  ribetes toscos: un simple apéndice rústico.

No ha mucho, el anómalo actor -pedante- quiso sentar sus reales en los mullidos asientos de un Audi ocho. Para acallar críticas incipientes, que no su mala conciencia (me temo), el señor alcalde de Geta (recorte futbolero) declaró, blandiendo simbólico justificante, un costo de cuarenta y dos mil euros. Tácitamente puso en circulación otra vez el aparte genital. Ahora ajustaba con exactitud la gente a quien dirigía tan pertinaz invectiva. Ya no se refería al PP como sujeto paciente; sus convecinos totalizaban el grupo receptor y adjetivado, sin consideración a siglas. Los electores del PSOE portaban la mayor carga por su responsabilidad gestora. El Audi ocho más barato cuesta setenta y ocho mil euros. Por tanto, caben tres soluciones: se compró de segunda mano; un admirador donó medio desinteresadamente o calificó, pródigo, a sus administrados al enarbolar tan ridículo importe. Sospecho que esta última probabilidad presenta la máxima avenencia.

 Espero y deseo que -en adelante- los políticos locales, autonómicos o nacionales abandonen el perverso entusiasmo de emitir definiciones refiriéndose, por lo común, a rivales. Reclamo realicen esfuerzos con el fin de encauzar voluntad e imaginación en aquello que debiera ser objetivo primordial, único: hacer política. Nadie está legitimado para enmascarar ineptitudes y pruritos usurpando competencias lingüísticas que les son ajenas. Evitemos ese interrogante a caballo entre lo grotesco y lo mágico, ¿pero usted de dónde desciende, criatura de dios?

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario