Que astros, siglas y
personas, se contorsionaran hasta lo insólito, lo enigmático, para hacer
presidente del gobierno a un doncel torpe, ya no cabe ninguna duda. Hete aquí,
no obstante, que el tal nos ha salido, además, fatuo, caprichoso -atributo muy peculiar-
y manirroto. Utilizar el Falcon de forma abusiva aquilata su altanería. Sánchez
se la ha espetado a todos los españoles; principalmente a quienes, deslumbrados,
aclamaron a un buñuelo de viento. Cuando la pose se convierte en esencia, en
sustancia política, es el momento en que la ciudadanía debe empezar a
preocuparse. Pudiéramos pensar, y sobrarían razones, que cualquier político
patrio merece un tiempo de clausura para lograr su plena asepsia. En este preciso
caso, desdeñamos tan importante diligencia (además de imprescindible) y hemos
hecho, mejor nos han hecho, un pan como unas tortas, al decir popular.
Sánchez despunta
únicamente en trasladar a los medios -felones a esta sociedad cautiva de ellos-
voluntarismo, porque él es puro gesto. Regeneró la Ley de Memoria Histórica
(una invitación beligerante a la desmemoria); prometió exhumar los restos de
Franco inmediatamente; acogió, antes de desplegar innumerables reservas, a los
migrantes del Aquarius y afirma, espantado, subir impuestos a los ricos en
complot con Iglesias. Conjeturo que la última no ocurrirá salvo incapacidad
suicida. Ni subida de impuestos ni elevación del techo presupuestario, otra
exigencia del señor Iglesias cuyas deudas sociales y personales embargan el sombrío
marco de unos pactos espurios. Y no subirá impuestos porque finalmente siempre
pagan los mismos arrastrándole a un cataclismo electoral. El resto de repiques,
desde mi punto de vista, tampoco serán satisfechos porque prefiere el humo al
fuego. Quiere desconcertar, no encender hogueras incontroladas.
Ignoro si es por
desconocimiento o carencia, pero no me viene a la memoria ningún plan,
proyecto, tal vez compromiso, para mejorar el ámbito laboral, económico,
sanitario y educativo, de los españoles. De aquellos incontables anuncios simultáneos
a su llegada al poder, no se ha materializado ninguno. Y eso que, al decir de
la numerosa claque, el nuevo gobierno llegaba para recuperar lo que Mariano
Rajoy había derruido. Como se sabe, fue el gobierno más corrupto de Europa
hasta que alguien -con creatividad e inteligencia- preguntó a un representante
de tan exacto cotejo: ¿quién es el segundo? La respuesta fue una vergonzosa y
vergonzante callada. Estos leales representantes dignísimos de la ética
escrupulosa, suelen amigarse al silencio; aunque con excesiva frecuencia
asedian el choque burdo abusando de epítetos. Son aquellos especímenes del
“quítate allá que me tiznas”.
Sospecho que, aparte significativos
intentos de recuperar algunos votos huidizos con gestos hacia la izquierda radicalizada,
nuestro gris presidente quiere animar una falsa compostura. Ahí es fácil
encontrar las razones, curiosas eso sí, para utilizar el Falcon de manera
inusual colectivizando una quimera tópica. No es por seguridad, como aseguró
Alsina, ni por asunción de la “agenda cultural”, excusa de Carmen Calvo en otra
deposición intelectiva a las que nos tiene acostumbrados. ¡Qué va! Sánchez sube
al avión como representante de aquellos que jamás tendrán oportunidad de
hacerlo. Somos tan necios que aplaudimos, aunque nos cueste muchas jornadas de
nuestro trabajo, a aquel que -siendo de los nuestros- puede codearse y actuar
cual si perteneciera a la élite financiera o empresarial. Constituye una
pequeña victoria, quizás venganza, del necio humilde. Parecido sentimiento
despierta el deportista multimillonario. Acaso, como Hacienda, Neymar (verbigracia)
seamos todos. ¿Cabe mayor gilipollez? La sociedad española urge sólida restauración
moral.
Carmen Calvo,
vicepresidenta y ministra de Igualdad, es su mejor gesto. Poseedora de retórica
chocante, absurda, es el culmen que rasga toda exigencia oratoria. Desarrolla
el papel idéntico al del bombero torero que arrastraba al lego a la fiesta
nacional mediante un espectáculo grotesco, risible, pero seductor. Basta una
perla para comprender la atracción y arraigo que ella despierta en los medios
de comunicación: “Un concierto de rock en español hace más por el castellano
que el Instituto Cervantes”. ¿Quién puede ofrecer mejor nutrimento publicista?
Nadie. Semejante prodigio fue descubierto por Zapatero y Sánchez, calco
clónico, no dudó en encomendarle esa ardua labor que viene realizando con
rotunda desenvoltura y capacidad. Conforma el chascarrillo noticiable,
llamativo, espectacular. Todo ejecutivo, aun el más discreto, desea que cada
día se hable del gobierno, sea para bien o para mal. Carmen Calvo, perseverante
y fecunda, supera cualquier reseña.
Consignada la paradoja
-entre lo grosero, lo raro y lo exquisito- que acapara audiencia en los medios audiovisuales,
analicemos lo ocurrido a RTVE. Mientras gobernaba el PP y el consejo del ente
público era supuestamente ocupado con mayoría de dicho partido, se alegaba
parcialidad y manipulación en los informativos. De ahí que todos los viernes
una pléyade de arácnidos negros, en sentido metafórico, se asomara a la pequeña
pantalla para visibilizar su disconformidad. Sin embargo, noticias y siglas
diversas se veían reflejadas con normalidad, sin que ello implicara la
inexistencia de cierta propensión a destacar algunas concretas. Hoy, por propio
sesgo y la espuela incisiva de Podemos, asistimos, dentro del mismo sentido
metafórico, a la metamorfosis de aquellos arácnidos antañones en coleópteros
peloteros de parecida tonalidad cromática, pero de aspecto mucho más
repugnante. Ahora sí hay un filtro osmótico que permite el paso solo de
noticias líquidas, vacías de contenido o lisonjeras.
Conquistada esta
herramienta de manipulación política que eternamente persiguen los partidarios de
Gramsci, el resto de retos comprometidos durante la moción de censura se han
diluido en el incumplimiento, en la farsa. Porque Sánchez es su personificación,
un gesto ininterrumpido, vehemente, casi esencia vital. Al mismo tiempo, al
igual que “la cabra tira al monte”, se ha rodeado de personajes que muestran similar
predisposición para no exhibirse aislado, ungido pequeño islote en la
inmensidad del cinismo oceánico. Al efecto, pregunto inocentemente. ¿Creen capaz
a nuestro presidente para concluir algo útil a la sociedad? Los favorecidos por
el nepotismo rampante -distinguida conducta de corrupción actual- dirían que sí.
¿Ustedes?
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