Entre diversas
acepciones, el vocablo decente significa honesto, justo, debido. Otra habla de
digno, que obra dignamente. Una última indica de buena calidad o en cantidad
suficiente. Por tanto, indecente significaría todo lo contrario al anterior. El
epígrafe no tiende, pues, a lo hiperbólico o inapropiado. Se ajusta a la
realidad cotidiana de manera irrefutable. ¡Ya me gustaría oponer algún pero
esperanzador! La experiencia, el acontecer diario, niega toda posibilidad de
resquicio que infundiera un escenario distinto. Ignoro qué hemos hecho los
españoles para merecer tanto necio, pese a bastantes informaciones que niegan
la exclusividad a nuestra nación. Aunque seamos un poco torpes, no creo que tal
cotejo deba servirnos de consuelo. Estamos abatidos, desorientados, irascibles,
hartos. El futuro, asimismo, no parece acompañarse de cambios ilusionantes.
Un tópico reiterado
concluye que las formas son importantes en democracia. Si, como da a entender,
las actitudes proveen carácter, debemos reafirmar la falta de decoro e
indecencia política en nuestros gobernantes. El preboste sustituye un ánimo
reflexivo, crítico, por la víscera. Obtiene más rédito si potencia los
instintos antes que el juicio, las fobias sobre empresas comunes. Estimula la
divergencia beligerante, siembra el encono de la dos Españas. Cualquier sigla
apela al frentismo como estrategia pingüe. Ninguna ofrece proyectos,
iniciativas, que minimicen -e incluso aniquilen- esta crisis. Su meta consiste
en infravalorar, cuando no ridiculizar, al rival. Es la prueba evidente de que
al ciudadano lo ubican en segundo plano, muy lejos de cualquier vela o
inquietud.
Hemos de estar muy
ciegos, físicos y aun morales, para no apreciar que al político le interesa
solo el poder; siendo caritativos, fundamentalmente el poder. Nada les preocupa
más aunque quieran ocultarlo tras el seductor biombo de palabras o hechos
pomposos, vanos. Existe una prueba taxativa. Tres años de legislatura bastaron
para que un gobierno irresponsable e inepto facilitara la extenuación de las
clases medias; por cierto, sostén del Estado. Ahora, a meses de las elecciones
generales, aparecen unas vacas gordas con el insólito argumento de que la
economía ha entrado en un círculo virtuoso. Bajan los impuestos, ¿aumentan las
pensiones?, los funcionarios recuperan -en parte- derechos y poder adquisitivo,
aflora otro semestre de ayuda familiar para parados sin prestación; en fin,
Jauja. Rizando el rizo -es decir, rozando el ridículo- ha aparecido una
recomendación para que los altos cargos de las empresas oficiales utilicen el
transporte público y vuelen en clase turista. A buenas horas mangas verdes. ¿Es
posible mayor choteo?
Pero la desfachatez
visita todos los partidos. El PSOE, por boca de varios responsables, asegura
estar preparado para conducir el cambio que exigen los nuevos tiempos. Ayer,
hace cuatro años, dejaron el país precipitándose al abismo y ya dicen estar
preparados para remediar las dificultades presentes. Dos objeciones. De un
lado, su líder actual me recuerda al Zapatero incapaz de perfilar proyectos
realistas. Su propuesta económico-social se limitaba a la Alianza de las
Civilizaciones y el Cambio Climático como concepción vertebral. De otro, tras
repasar opiniones y mensajes, no recuerdo ningún plan para generar riqueza más
allá de la típica fraseología hueca y reiterativa de lugares comunes. Quiero
recordar, de pasada, los tics que muestran bastante indigencia democrática.
Izquierda Unida, su
portavoz y candidato a la presidencia Alberto Garzón, airea extraños -y
presuntos- tejemanejes de la UE para humillar a Grecia. Con ocasión del debate
parlamentario para aprobar la parte que debe abonar España al tercer rescate
griego, Garzón anunció la negativa de su grupo. Adujo la inutilidad del mismo
para sacar a Grecia de la miseria (aspecto con el que estoy de acuerdo) pero
terminó diciendo que la culpa era del capitalismo. Aquí difiero totalmente.
Ningún experto de prestigio se atreve a formular una economía comunista -planificada,
desastrosa y liberticida- como alternativa real al capitalismo liberal. Keynes,
su economista de referencia, tuvo como guía a Hayek, gurú del liberalismo, pese
a tempranas y sustanciales diferencias. Desde mi punto de vista, Garzón es un
líder muy válido pero debe atemperar su visión y análisis económicos.
Sobre Podemos me
abstengo de comentarios. Mis lectores saben de sobra que este partido, para mí,
encarna la plena indecencia política. Ciudadanos, de momento, da bandazos extravagantes
o tactistas. Sorprende que en Andalucía tenga exigencias distintas a las que
aplica en Madrid, aparte explicaciones nada convincentes. Puedo entender que la
matemática electoral en ambas comunidades es diferente y por tanto los apremios
se ajusten a cada circunstancia. Pero todo tiene un límite porque generar
confianza es dificultoso pero perderla supone un instante, un fallo, una
debilidad. Ciudadanos tiene por delante un lento caminar. Sin embargo, le
auguro un futuro esplendido si mantiene equilibrio y coherencia. Ojalá recorran
erguidos, seguros, el camino emprendido.
UPyD, ahora patito feo,
posee la inocencia de quien no ha tenido tiempo de pecar. Como el valor en
aquel ejército de quintas, a UPyD se le supone decente. No existe relato o acción
para imputarle lo contrario. Como he dicho en ocasiones anteriores, visto el proceder
de PP y PSOE, Ciudadanos y UPyD están llamados a alimentar el liberalismo y la
socialdemocracia sobre las cenizas de aquellas siglas en proceso irreversible
de putrefacción. Harán un flaco papel a España, y al pueblo español, si las vanguardias
empresariales y financieras desasistieran a este partido llamado a completar los
postreros intentos de regeneración política. Al pueblo corresponde también poner
su grano de arena para que no se malogre la probable semilla que nos ha de traer
bienestar, hoy por hoy de lejana adquisición.
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