domingo, 14 de agosto de 2011

TRÁNSITO ESPINOSO


Días atrás apareció "Un pozo sin fondo" artículo que, sombrío para algunos, perfilaba la situación exacta de la economía española. Acaso la lectura de los párrafos del mismo pudo generar frustración o impotencia a sus lectores; pero no exageré, ni alteré la realidad ni puede achacárseme una alícuota parte de culpa en su origen. Cierto es que tampoco ofrecía salida factible generadora de milagrosa esperanza. No lo hice por olvido ni armado de mala fe. Tampoco se debió al dulce placer que otorga la venganza promovida, a golpe de necedad, por individuos crédulos, inocentes y hasta dogmáticamente autodestructivos. Es tópico corriente la idea extendida de que cada pueblo tiene los políticos que se merece. Sin embargo, considero que aquí y ahora la regla se muestra esquiva y nos ha castigado con el rebús.

La lamentable y angustiosa realidad económica que nos agita y preocupa, se debe al encuentro planetario (¿quién puso en duda el agudo juicio de Pajín?) de diversos factores muy complejos con presencia irregular. En suelo patrio destacan financieros, gobernantes y órganos de inspección como protagonistas principales. Por ambición, aquellos que gestionan el dinero; por prurito, mezclado quizás con dosis de corrupción afanosa, quien ordena el BOE; por acatamiento, cobardía o medra, los que comandan las instituciones de regulación y vigilancia. Hincar el diente al poder financiero, asimismo empresarial, escapa a nuestro ámbito de acción democrática y el tremendismo revolucionario parece extemporáneo e inapropiado; nada operativo.

Son los políticos quienes deben cargar con honores o vergüenzas por su labor, representando la soberanía popular. Lo recoge la tradición parlamentaria y la Carta Magna. Nadie puede erigirse en heredero del éxito ni evadirse plenamente del fracaso notorio. El político se convierte en fautor del ciudadano. Al menos, así lo considera el más genuino principio liberal. Con todo, la clase política (sin exceptuar doctrina o sigla) se ha encastado en un gremio agresivo, enemigo del juego limpio. El Estado Social y de Derecho tiene como fundamento filosófico la salvaguarda de los derechos e intereses ciudadanos. No creo necesario exponer cuán lejos están los prebostes que nos gobiernan, en el poder o en la oposición, de rendir su acción a este objetivo.

En esta santa piel de toro hemos padecido, soportado, el mayor oprobio a que pueda someterse una sociedad. Mentiras, trapicheos, manipulación, corrupciones, rapiñas, fueron prenda corriente (lo siguen siendo) con la pasividad, si no el beneplácito, de una mayoría cerril. Imagino que la desventura no se asienta sólo en estos lares, pero el consuelo de su extensión alimenta únicamente a los tontos: nosotros. Nuestra sociedad, plena de indolencia, buena fe, actitud acrítica, dogmatismo disgregador, constituye una pitanza idónea para esta especie de rapaces con cuello blanco y ademanes timadores

Encontraron en el reverdecer de las dos Españas la piedra filosofal que les aporta un privilegio eterno. ¿Qué adormidera utilizarán los intitulados de izquierdas para convencer a media nación que hay un poder de pobres y otro de ricos? En serio, ¿alguien conoce algún gobierno de pobres? Ilusos.

Disponemos de un recurso. No hay otro si utilizamos un método pacífico: el posible. Se llama voto en blanco o abstención. Por mucho que digan, configura una excelente respuesta democrática. Aniquilaríamos de una tacada el "chiringuito" articulado por la casta imperante, todopoderosa, y la crisis que suscitan.

 

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