domingo, 3 de abril de 2011

UN PRESIDENTE NEFASTO


Ayer, en el Comité Federal del PSOE, Zapatero anunció que no sería candidato en las Generales de dos mil doce. Por vez primera expresó la convicción personal para sintetizar tal decisión. Demasiado tarde. La realidad, empero, es muy diferente. Un escenario económico delirante y sin visos de arreglo mediato, asimismo desacreditado nacional e internacionalmente (lastre fatal, contaminador), predispuso a los barones regionales a la exigencia del pronunciamiento definitivo; es decir, lo echaron. Constituye un motín en toda regla. Entraña el último esfuerzo para salvar algún enclave municipal o autonómico. Menos tranquilizador resulta su denuedo por aguantar -al frente del gobierno- hasta agotar la legislatura y, según palabras textuales, completar las decisiones que acaben con la crisis (cínico compulsivo o bromista genial). Le exhorto a convocar elecciones anticipadas o, a lo sumo, proceda como un presidente prejubilado y no haga nada. Sería el primer servicio al país y justificante precioso de su indemnización futura.

Se va Zapatero, sí. Queda, sin embargo, la ristra de indocumentados (o menos) corresponsables, cómplices, del desbarajuste. Durante siete largos años, nadie se atrevió a cuestionarlo, a la crítica discordante, disidente. Nadie, salvo algunos de la vieja guardia arrinconados indignamente, queda impoluto -sin contaminar por el siniestro virus del zapaterismo- para conducir al partido por otros derroteros; aquellos que, superando demagogias y falsos eslóganes, puedan contribuir a realizar una política en beneficio de todos los ciudadanos. Se deben desterrar tics decimonónicos, usos republicanos, tácticas totalitarias. Urge interpretar el momento.  PP y PSOE precisan una dirección de consenso para (como mínimo) cambiar la Ley Electoral, acordar una Ley de Educación racional, organizar la Universidad, prestigiar y liberalizar la Justicia y reconducir el Estado de las Autonomías.

El presidente más autócrata de la transición abandona (forzado) el poder, derrochando ínfulas democráticas al anunciar primarias para elegir sucesor en lugar del "dedazo como otros". Los medios empiezan a hacer cábalas e incluso a arrimar el ascua a su sardina (en adelante, el señor Rodríguez va a comprobar el frío que se siente cuando sea -de hecho ya lo es- un cadáver al sol). Barajan, olvidadizos, los nombres de Rubalcaba, Chacón, Bono o, en el colmo del desvarío, Blanco. Pero, señores, a qué jugamos. Cualquiera de ellos haría bueno al mismísimo Zapatero. No podemos olvidarnos de Maquiavelo, resucitado en el siglo XXI, junto al GAL, el 13 M o el Faisán. Qué ilustres meninges pretenden encaramar a la presidencia del Gabinete a una antiespañola confesa. Recuerden la operación Roca, prócer no nacionalista, en épocas donde aún no se había enconado (por políticos irresponsables) el enfrentamiento entre catalanes y resto de españoles. Podemos sufrir un presidente inútil (a las pruebas me remito), pero no cabe en la jobniana idiosincrasia hispana una presidenta antiespañola; nos pasaríamos de la raya. Yo soy de Cuenca; por tanto, a Bono quien no lo conozca, lo compre. Al señor Blanco (antes Pepiño) pobrecillo, sus paisanos no lo quieren ni de alcalde y los gallegos "tienen mucho mundo".

¿Entonces? Utilizando una expresión rompedora: no me "mola" ninguno del abanico conocido. Desde mi punto de vista, el sucesor ha de presentar, como credenciales idóneas, una buena formación académica; pero prioritariamente espíritu conciliador, alejado de dogmatismos y nada sectario. Desde luego ninguno que haya abrevado el elixir prodigioso, planetario, ni se hubiera ubicado próximo al pesebre contiguo. Desconozco la fauna política en sus diversas especies; espero, no obstante, se encuentre algún individuo capaz de concentrar cualidades apropiadas en una y otra reserva.

El acontecer histórico no admite optimismos. España viene sufriendo el azote injustificado de gobernantes tan pésimos que rebasan con creces la marca lógica, en razón de los merecimientos atribuidos al pueblo que los sustenta. La encuesta del CIS revela que el tercer problema con que se enfrenta la sociedad son los políticos. Para mi es el primero y casi único.

Zapatero va a ser -sin duda y con diferencia- el peor gobernante de España, en siglos; asistido por el mutismo encubridor, cobarde y necesario de oportunistas, cuando no el aplauso descarado de medios agradecidos. Ha hecho de la necesidad virtud; deja un país devastado, no sólo económicamente, y en la UCI a su propio partido. Resultaba impensable pudiera realizarse labor destructora tan perfecta. Lo peor es que dice adiós impunemente. ¡Maldito!

 

 

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