Yo, un tipo de pueblo por nacimiento y crianza,
prefiero llamar las cosas por su nombre, evitando atemperar el mensaje o
atributo con expresiones que, tras rechazar la falsedad hipócrita, ahondan el
ancestral sentimiento trágico de la vida. Para catalogar a alguien poco dado al
escrúpulo, a la servidumbre, siempre utilicé un vocablo popular, castizo:
cantamañanas. Hoy, atenuado por los años o el entorno -quizás inducido por la
frescura jovial, socarrona, de mis hijos- utilizo con moderación la estructura italianizante
que abre estos renglones.
Mi paisano de autonomía José Bono, en ese -ya inevitable, congénito- tono distintivo, mitad monacal, mitad aguerrido, se dejó oír semejante frase que no tiene despojo: "A Zapatero le interesa más España que el PSOE". Sospecho la vena ladina del político en cuestión (asimismo cuestionado); no excluyo camuflara el aguijón cáustico bajo su gesto enigmático, amistoso. La herida letal proviene de quien levanta el brazo ofreciendo ese ramo que oculta la daga. Bono aporta escaso crédito entre sus pares; no en balde es un superviviente. Por oposición debe ser sólido, fidedigno, allende la lucha partidaria.
Reconozco que al señor Rodríguez le puede interesar
más España que el PSOE. Sin embargo, hasta ahora, ha demostrado con
persistencia no convenirle, por encima de él, ni la una ni el otro. Al momento
-perdida toda esperanza de seguir rigiendo los destinos del país- es posible,
aunque extravagante, un cambio de rumbo sustancial. Antes, su impulso se
orientaba a satisfacer la ambición desmedida de que hacía gala. Perdido el
horizonte personal, don José Luis -libre de apremios perniciosos- podría
recuperar (a imagen del famoso Caballero Andante) la razón, el equilibrio, la
sensatez. Imagino, si así ocurriera, una metamorfosis inesperada, errática.
Sé que la Ciencia Ficción concentra en el adjetivo su
carga real; es decir, tiene como único alegato la imaginación pródiga de los
autores. Quisiera evitar cualquier paralelismo con esta variante literaria al
articular mi tesis. Si tenemos en cuenta a San Mateo y a su recomendación,
"por sus obras los conoceréis", queda poco margen para la esperanza.
Uno y otro, Zapatero y Bono, tienen un pasado gubernativo lamentable, desastroso.
No obstante -hecha tal salvedad- vemos al mayor vicioso protagonizar proezas
insólitas. Zapatero sabe que Bono es un populista ineficaz, pero posee
excelentes cualidades para el acuerdo. España necesita urgentemente no un
gobierno (el que sea); precisa un pacto de Estado entre PP y PSOE. Ningún
Ejecutivo, ni con mayoría absoluta, tendría capacidad para elaborar leyes tan
complejas como vitales. Por ello, tanto en el gobierno cuanto en la oposición,
el país requiere un Secretario General del PSOE alejado de sectarismos, capaz
de integrar diferentes alientos sociales. Lo contrario significaría el golpe
definitivo para España y para los políticos que gestionan su viabilidad. La
Segunda República ofrece una lección magistral, que nadie debe olvidar.
Bono no es santo de mi fervor, pero -en la oposición-
puede encarnar la postrera oportunidad antes de sobrevenir el caos. Inverosímil
otra alternativa. ¿Se le habrá encendido por fin la bombilla a Zapatero y, en
las últimas, fenece patriota? ¿Acaso será Bono un trovatore matutino? Dejemos
que Cronos responda.
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