España —desde tiempos
inmemoriales— condiciona la fortuna al torcido azar de una moneda del imperio
que se lanza al aire mientras ojos escrutadores desean que en su definitiva
posición horizontal pueda verse cara o cruz. He aquí porqué se exige una moneda
imperial, pues el anverso era la cara del emperador de turno y el reverso
siempre una cruz. Sin embargo, lo habitual se convierte en atípico dentro del
espacio concreto de mis raíces castellano-manchegas terciando dos variables,
ignoro si innovadoras: verano y dinero contante y sonante a la hora del juego
que se convierte en concurrido y popular. Lo llamamos “las caras” e intervienen
dos monedas. Si salen caras ambas, gana el banquero que cubre las apuestas; si
cara y cruz hay que volver a lanzarlas; si cruces ganan los apostadores. Como
no respetábamos la siesta de nadie, había algún que otro altercado.
La secular costumbre hoy
se mantiene solo en los campos de futbol y, casi siempre, en diferentes
gobiernos que llevamos penando los españoles cuatro decenios. Sabemos (salvo individuos
o medios que viven ricamente al calor del BOE, sin olvidar la caterva de
perezosos incluso sectarios irredentos) que el “sanchismo” ha hecho un arte
sublime de este método aleatorio para manipular. Su oráculo es la moneda al
aire supliendo ausencia de ideas o iniciativas. Luego rectifican con igual
táctica en infinita sucesión de asesoramientos aéreos que traen idénticas insensateces.
Creo que, como según parece ocurrió en realidad, alguna vez la moneda cae metafóricamente
de canto creando un desconcierto teatral. La verdad es que estamos llegando a
una coyuntura entre carnavalesca, con rasgos muy atrevidos, y esperpénticamente
deformadora, psicótica.
Esta fórmula, tan válida
o inválida a cualquier otra que escape al dictamen racional, viene tasada con
espectacular adhesión. Aun así, sin más, especímenes contrahechos, estafadores,
la suelen arrinconar para dar fe al sino antagónico (en ausencia de criterio),
cuando no al absurdo. ¿Quién no conoce ocurrencias de Sánchez, una vez lanzada
al aire la célebre moneda para, segundos, minutos u horas más tarde, desdecirse
completamente y “capturar” —entonces sí— el “vellocino”, cual Jasón redivivo?
Transforma y sustituye el acaso por una mitología áurica; es decir, que le
permita soñar con ricas vetas doradas para satisfacer deseos personales sin
completar. Esta política necia, incierta, ligera, oscurantista
(antidemocrática), ha ocasionado, presuntamente, daños sanitarios y económicos,
rayanos en lo delincuencial si no de plena judicialización. ¿Culpa del método?
No, ¡qué va!, del efecto. Las “caras” sustituyen al sentido común.
Recuerdo algún
“baratero”, encargado de lanzar las monedas, hábil, cuco, tramposo. Las
“careras” (piezas del juego) debían tener antes de lanzarlas cara y cruz en
planos opuestos, pero dicho personaje, y de forma sibilina, las ponía en el
mismo plano —moviendo los dedos con extraordinaria maestría— sacando siempre
caras si el suelo era arcilloso e impedía el bote. Era un azar controlado, trilero,
nada azaroso. Por lo que llevo viendo, Sánchez, “baratero” y banca, hace
argucias para sacar siempre caras, como si sus ambiciones le vinieran satisfechas
por un destino foráneo, excepcional, advenedizo. Sí y no; fuera de una gestión
pública nefasta, inconsistente, lo tiene todo promediado. Sin caer en cuenta, está
evaporando no su nulo crédito sino cualquier posibilidad de sentarse otra vez
en La Moncloa. El exceso crea indigestión política y social; ni los suyos, ni
PP.
Puede que el delirio narcisista
le impida comprender que, en esta ocasión, sean los ciudadanos quienes “cubren”
la apuesta que él quiera arriesgar. Tiene un futuro alarmante, más que delicado,
por pervertir las normas en vigor. El primer lanzamiento lo hizo con monedas
marcadas de anticomunismo. Luego, siendo comunistas radicales, las difuminó de novel
liberalidad blanqueándolas con etiqueta democrática. Quiso alternarlas con
otras llenas de intriga y codicia, incluso de violencia. También esa pretensión
le llevó a alejarse de la muchedumbre y hoy, un poco tarde, siente un desapego
casi imposible de revertir a tiempo. Europa, espectador incrédulo e inexperto del
actual lenguaje político, se harta a poco de la extravagancia y terminará
revisando su proceder con ejecutivo tan fraudulento. Sánchez, cara al porvenir,
ha derrochado toda oportunidad.
La inmediatez del cálculo
efectuado por Sánchez le lleva a permitir que otros, usando bronces anticonstitucionales,
anhelen convencer a fanáticos de su legalidad en lances con marcado carácter rupturista.
Ni ordenanzas, ni autolimitaciones; sirven al precepto concebido por hábitat y
usos internos. Este caos normativo e instrumental le lleva a conseguir participantes
heterogéneos, minoritarios, que le sirven para un descosido, pero le acarrean —al
mismo tiempo— un roto generalizado en suelos electorales consistentes y fértiles.
¿No creen ustedes intempestivo, anacrónico, disparatado, que ERC utilice
monedas tendenciosas, fanáticas, e invoque la ilegalización de Vox? Asimismo, ¿conciben que Puigdemont se haga el longuis, las
eche, mire hacia arriba y afirme que “los presos de ETA sufren vulneraciones de
derechos inadmisibles”? ¡Vaya “barateros”!
Sánchez calla (tal vez
trague) y soporta, además de lo anterior, que Podemos quiera investigar los
abusos de la Iglesia a menores mientras da carpetazo a los de Baleares. Sanidad
lanza al aire las monedas a ver qué pasa y exime de cuarentenas, no obstante la
opinión de expertos, a escolares menores de doce años con contacto estrecho de
Covid. Pese a todo, lo grotesco —aun azaroso— viene con la concesión de la Gran
Cruz de Carlos III a personas irrelevantes cuando no nocivas para el país,
contra los embriones de la concesión. Me recuerda a Hannah Arendt en sus
reflexiones: “Cualquier persona puede llevar a cabo los más horrendos crímenes
cuando pertenece a un sistema totalitario. El problema radica no en dormir su
conciencia sino en eliminar su piedad”.
Los medios, a su vez, utilizan
“las caras” casuales para evitar un trabajo extenuante. ACODAP (Asociación
contra la Corrupción y en Defensa de la Acción Pública) ha acusado en el juzgado
número treinta y cinco de Madrid a Antonio Ferreras, Ana Pardo y Newtral por
corrupción y censura al no difundir noticias verdaderas publicadas en EEUU
sobre muertes sobrevenidas por las vacunas.
La alternativa que viene tampoco
es “moco de pavo”. Martínez-Almeida: “Almudena Grandes no merece ser hija
predilecta de Madrid, pero yo tengo los presupuestos”. Vergonzosas declaraciones
de otro aficionado a “las caras”. El PP plantea crear una inspección educativa
del Estado para vigilar el uso del castellano en Cataluña. Después de tres
legislaturas con gobiernos del PP, “a buenas horas mangas verdes”. Tras este
artículo figurado, simbólico, con PSOE, PP e independentistas, da igual que
salga cara o cruz, casi
convendría que absortos por el juego popular (pero sin sentido político) cayeran
de canto. Nosotros respiraríamos y ellos, los políticos, por lo menos quedarían
totalmente desguarnecidos, descubiertos.
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