Nuestro presidente en funciones tiene siete vidas como los
gatos; más aún, resurge de sus cenizas cual ave Fénix. Eso sí, son pavesas fraudulentas
hechas de mentiras, de argucias, sin conciencia ni escrúpulos. Muchos creerán una
hipótesis demasiado aventurada si conjeturo la cercana muerte del pájaro mitológico
porque haya elegido un vuelo rasante para impresionar (tal vez alarmar) a
rivales declarados o confundir agradablemente a votantes indecisos. Sánchez ha renacido
de sus cenizas en sobradas ocasiones. Sin embargo, le pronostico una caída
definitiva al dejarse llevar por su envanecimiento petulante. Uno debe saber dónde
se encuentra el límite, por encima del cual queda indefenso ante los avatares adversos
de una prominencia ilusoria, ridícula. Quizás ignore que Carl Gustav Jung concluyó:
“También el ave Fénix muere, de ahí su similitud con el hombre”.
Tras dos derrotas aparatosas y un incidente bufo, hizo del
engaño la única actividad para conseguir los objetivos que su ambición -alentada
por furtiva avidez consorte- le sugería. Engañó a afiliados, a siglas diversas,
a Podemos (un amor concupiscente) y a la sociedad al enarbolar, en su moción de
censura, un acta de corrupción del rival sin firma ni rúbrica jurídica mientras
ocultaba con indecencia la milmillonaria cochambre andaluza. Ahora, ajeno,
disparatado, hace extensiva la mentira, el disfraz, a los suyos y a sí mismo.
Le pirran fastos y formas, pero también se deja seducir por el vasallaje. Todo
ello, en perfecta síntesis, se vio días atrás cuando presentó -ante un
escenario casi medieval, cortesano- trescientas setenta propuestas (buñuelos de
viento, al fin) para convencer a Iglesias de que avale una investidura a priori
onerosa para España, el PSOE y Podemos. Segundos antes de que termine el plazo,
veremos quién es más agudo o más cínico.
El sismógrafo político advierte que los movimientos apreciados
tienen un cometido claro: debilitar a Podemos, hasta dejarlo desnudo, testimonial,
y endilgar al PP una dieta descarnada con la ayuda valiosa de Ciudadanos. Dos
semanas han bastado para dejar al descubierto las intenciones del partido
naranja en la Comunidad de Madrid. Apoyar la comisión de investigación sobre
Avalmadrid, impulsada por PSOE, Más Madrid y Unidas Podemos, avanza turbias intenciones.
Jamás ninguno de los tres últimos ha tenido curiosidad por aclarar presuntas
ilegalidades o corrupciones de adláteres e incluso nacionalismos excluyentes. A
mayor gloria, sus condenados en sentencia firme han sido defendidos por propios
y extraños a capa y espada. Apesta más un buen embozo que una mala acotación. Rivera,
don Albert, muestra desmedida zozobra por sobrepasar al PP obviando altos intereses
generales. Quien juega con fuego puede terminar abrasado.
Abraham Lincoln, hace años, advirtió: “Puedes engañar a todo
el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes
engañar a todo el mundo todo el tiempo”. Ese vuelo a ras de suelo que viene realizando
Sánchez desde hace meses pareciera una forma nítida de ver el territorio aledaño,
cumbres y valles, sentimientos y pasiones que dejan al descubierto individuos
de cuyos yerros pretende vivir opíparamente. Tanto color, tanta concreción, es
pura apariencia, simulación total. Pensamos, no exentos de lógica, que esa
visión en cinemascope le va a permitir llevar al huerto a un famélico Iglesias
so pena de anticiparle unas elecciones tóxicas. Pero no; el único perdedor,
quien va a chocar con una realidad indeseada, ruinosa, es él. Lo vaticina Lincoln,
el propio Pablo (“si no aceptas un gobierno de coalición, jamás serás
presidente”) y el vuelo decrépito, mustio, del ave Fénix.
El ave Fénix soporta dos limitaciones. Un vuelo muy alto,
encaramado al cenit, padece los efectos ardientes, mortíferos, del sol; un
vuelo a escasos metros del suelo, rasante, tiende a terminar estrellándose fatalmente.
Sánchez experimentaba un vuelo virtual, emotivo, altísimo. No obstante, se va imponiendo
la realidad cicatera, prosaica. Los apoyos que busca entre independentistas,
nacionalistas vascos (atiborrados de insolidaridad, si no de traición) y
extremistas de izquierda, con el plácet tácito de Bildu, le obligan -lastrado por
semejante compañía- a coronar apenas arboleda y áticos. Permítanme un inciso. Comprendo
que ni PP, Ciudadanos o Vox tengan representación en el país vasco. Son
partidarios de excluir o ajustar el “cupo”, cosa que no ocurre con nacionalistas
e izquierda, pese a que más de uno destaca su carácter solidario, garante de la
justicia social. El “cupo” es la materialización evidente de lo contrario, de
la farsa.
Plinio describe el ave
como un águila grande que posee un collar dorado alrededor del cuello, un
cuerpo color púrpura y cola azul. Pedro -docto y ducho en ceremonias, pero sin
la magnanimidad de su tocayo Pedro IV de Aragón llamado el ceremonioso- desconoce,
sospecho, este detalle que bien le pudiera servir para corregir el tiro
gubernativo. Si nos ceñimos a la mitología griega cuya base sustantiva y
metafórica es el contenido plenario del presente artículo, llegaríamos a la
conclusión de que los colores atribuidos por Plinio corresponden, en este
orden, a Ciudadanos, PSOE y PP; es decir, al bipartidismo trino. El primero en
votos, gobernaría; el segundo ocuparía la oposición; el tercero ostentaría el papel
de bisagra. ¿Casualidad o previsión? Probablemente no lo sepamos nunca porque
la indigencia notable que menoscaba a sus líderes acabe por no ensayar un derrotero,
pero tampoco el contrario.
Según se cuenta, a la entrada del Oráculo de Delfos podía
leerse la inscripción “Conócete a ti mismo”. Esta máxima era el secreto de la sabiduría
y la felicidad. Si uno no se conoce a sí mismo desembocamos en el autoengaño,
un narcisismo desbocado que lleva a la propia muerte. Conocerse a sí mismo
implica existencia de un ser próximo, un espejo en el que mirarse, una organización
social. Por eso, al ególatra le exaspera cualquier compañía que pueda verificar
los fiascos personales, la falta de sabiduría y su inmoral, repugnante, alianza
con el desencanto. Pedro no quiere coaligarse con nadie, probablemente ni desee
un bipartidismo (trino en este caso) donde tenga que competir con otros
partidos. Sánchez odia el águila colorida de Plinio y se ceba en un gobierno
único, monocolor. Me incomoda estar de acuerdo con Iglesias, por una vez y sin
que sirva de precedente, pero creo -con rigurosas e inequívocas razones- que
aquí quien sobra es el actual presidente en funciones.
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