viernes, 20 de noviembre de 2015

DE COYUNTURAS Y GATOS


Seguramente el epígrafe chocará, e incluso confundirá, a más de uno. Sin embargo, no hago otra cosa que transcribir actitudes habituales y repetidas. Las injurias siempre resultan llevaderas contra el cronista, o hipotéticos antecedentes del caso, en lugar de dirigirlas a aquellos que protagonizan siniestros lances. Al censor pareciera adornarle un talante cuanto menos pusilánime, pues el mensajero le sirve de biombo para disimular taras menos airosas. En fin, todo un anacronismo que se difumina insensible al correr de los tiempos, aunque surja tenaz con escenarios especiales. Estos días vivimos la desgracia suprema de alguno. Políticos concretos y personajes bien definidos, diluyen la maldad asesina embrollando informaciones verificadas con argumentos peregrinos. 

Antes de continuar voy a exponer mi soporte ideológico. En varias oportunidades he revelado una irredenta propensión abstencionista. No se debe a impulsos viscerales ni rechazos provenientes de actitudes políticas átonas o reprensibles. La razón definitiva se debe a mi sensibilidad ácrata nacida de profunda predilección por un albedrío consciente. Creo que su alcance, cuando hablamos de sustancia, supera a la razón; es decir, el hombre se computa y distingue por su libertad. Como consecuencia, reniego de cualquier ingrediente o proyecto que puedan limitarla. Entre ellos, el poder político amén de otros con parecido ensamblaje. Sé, al mismo tiempo, que la utopía establece servidumbres que impiden alcanzar cotas de satisfacción personal, pero cualquier sistema social es utópico. Hago esfuerzos para, sin caer en marginaciones obtusas, mantener esta certidumbre.

Libre de prejuicios políticos que pudieran oprimir la ecuanimidad de manera total o parcial, me dispongo a enjuiciar hechos y objeciones actuales. El postrero, no exclusivo, es el acto terrorista cometido en París y que terminó con centenares de víctimas. Un eco absoluto resonó por todo el orbe y la Marsellesa fue símbolo sentido de recogimiento, fortaleza, memoria y homenaje a aquellas bajas inocentes. Conmoción y trauma social impulsaron una unidad que, poco a poco, viese matizada en demasiados países próximos, miembros de la OTAN. Bien es verdad que, desde un punto de vista oficial, gobiernos y oposición fueron terminantes a la hora de calificar los atentados; también de ofrecer apoyo expreso. Luego, donde se anota digo aparece Diego.

No obstante, cada vínculo, cada convenio, viene acompañado de su obstáculo. Ignoro aquellos que anidan allende nuestras fronteras; los aborígenes, estos que inundan España, se van conociendo a lo largo del devenir histórico. Desde hace tiempo, la izquierda patria busca tres pies al gato siempre que la ocasión lo permite. Le importa poco desbarrar, mantenerse en la incoherencia de entrever asuntos y soportes cambiando el color de los cristales. Usan adminículos ad hoc, ventajosos, reversibles, aptos para detectar -cual veleta meticulosa- aires y refugios. Emergen de la necedad perfilando una fisonomía sobria, severa, clarividente. ¿Por qué España idolatra tanto la indigencia intelectual? Acaso haya abundancia de mentecatos para compensar la escasez de lúcidos.

Niego todo pronunciamiento ex cáthedra en cuestiones doctrinales; menos, en aquellas que necesitan del recto juicio como aval. Cuando un personaje -elevado a tal categoría por accidente, inercia o consenso- se presta a zanjar dudas e imprecisiones con su verbo “certero”, me entra un sentir que cabalga entre lo grotesco y el epíteto nada caritativo. Justificar los asesinatos de París aun indicar cierta inclinación a hacerlo, desde mi punto de vista, implica una encarnadura cuyo atributo prefiero dejar en los piadosos espacios del mutismo para que cada lector ocasional decida utilizar el suyo. Eso sí, no escatimen mordacidad ni exceso porque pudieran quedarse cortos.

Me empalaga tanta altanería. Resulta imposible coincidir con el ególatra, con el salvador que pide cautela, a su vez, de los salvadores. Hay políticos de medio pelo, populistas, que argumentan sus querencias de ruptura con la civilización española y europea proponiendo mesas de paz contra la venganza. ¿Por qué no sugiere las mismas acciones a los yijadistas? ¿Vislumbra qué consecuencias tendría una mesa unilateral para la paz? Podemos se satura de Dédalos que quieren escapar de sus angustias vitales con débiles e inflamables alas de cera, pero su líder Pablo-Ícaro vuela demasiado cerca del sol, pese a las múltiples advertencias sociométricas.

Desde luego, yo no sé si François Hollande acierta al bombardear Raqqa; si lo hace al pactar con Rusia bombardeos masivos, heridos ambos países por un terrorismo indiscriminado. Tampoco sé si Manuel Valls atina al anunciar que hay peligro real de terrorismo químico o bacteriológico. Por la misma razón, desconozco si adivinan quienes propugnan estrategias contrarias. Soy espectador y analista discreto, respetuoso con las medidas que toman responsables más expertos e informados. De una vez para siempre habría que separar intereses políticos, individuales o no, de valoraciones que afectan a todos los ciudadanos y que nunca sabremos la decisión tomada si quienes están fuera del poder lo ostentaran. Predicar y dar trigo suelen ser términos irreconciliables.

Los asesinatos de París reeditan nuestros muertos de aquel fatídico 11M. Conocemos una diferencia sustancial: nadie ha inculpado al presidente francés por realizar bombardeos junto a Estados Unidos, ni inferir causa-efecto. En aquella ocasión (2003) intervinieron, además de EEUU e Inglaterra, Polonia y Australia entre otros. La participación española fue testimonial. Pese a ello, el terrorismo solo hizo acto de presencia en España -dejando un recelo irresoluto- y Aznar fue tildado de asesino, culpable, condicionando el resultado electoral. Evidente; siempre hay alguien con sacudidas antidemocráticas que aprovecha cualquier coyuntura para buscarle tres pies al gato.

 

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