Comienzo mayo con esta cabecera
común. En ella centraré mis acotaciones políticas, al menos, hasta las
elecciones municipales y autonómicas. El objetivo que me propongo es
diseccionar, desde mi punto de vista, dichos y hechos efectuados por prebostes -con
mayor o menor transcendencia- de la vida nacional. No tienen por qué estar
ligados a partido alguno. Pueden constituir otros entornos cuyas resoluciones
afecten de manera notable al ciudadano. Supone una fórmula particular de
síntesis semanal (elemento clave) de la crónica política.
Un hecho mediático, que
no social ni mucho menos sustantivo, lleva días abriendo telediarios y
alimentando tertulias. Sorprendentemente, Monedero abandona la primera línea
del partido para diluirse entre la plebe. Renuncia al vínculo universitario y
se acosta a quienes, con toda probabilidad, otros líderes juzgarían lumpen. Algunos
analistas aprecian hartazgo o depuración. Al contrario, yo advierto un
movimiento táctico muy calculado. Sobre todo por la inmediatez del debate
electoral y el pretendido lastre que arrastra. Si bien su proximidad al régimen
venezolano, desde tiempo atrás, y la extraordinaria minuta asesora -factor de sospechas-
no se ciñen a él en exclusiva. Existen reseñas y documentos gráficos por los
que Pablo Iglesias, junto a otros destacados miembros de Podemos, adjudicó lisonjas
o pautas diversas a los gerifaltes de aquel país. Alguno, además, presenta
oscuras relaciones con la moral pública.
Ocurre que, como ya enunciara
meses atrás, Podemos se nutre de un voto inestable y volátil. Ofreciendo el
cielo como botín de conquista, su techo no llega al millón y medio. Con galas socialdemócratas,
moderadas, pierden un millón de extremistas y ganan un millón de crédulos. Es
decir, mantienen un equilibrio traumático, una quimera adosada absurdamente a su
realidad gratuita, pueril. Pero es que no hay más. Ciudadanos, PSOE e IU, ocuparán
el espacio al que ellos renunciaron de primeras. Ahora, pese al señor Monedero,
ya es tarde. Contra la inescrutable dinámica social no cuentan arrogancias ni
vanidades.
Aparecieron, asimismo, revelaciones
que invitaban al déjà vu. Que Federico Trillo y Martínez Pujalte, ambos
diputados, cobraran sustanciosos emolumentos por asesorar a la misma empresa, genera
recelo -hasta indignación- aunque tal actividad fuera legal. El error consiste
en creer que el político queda redimido de mancha si cumple la ley, obviando el
ejemplo ético. Es un escenario tan curioso que se va agravando de forma proporcional
a los esfuerzos por invocar su honorabilidad. Todavía peor cuando la clase
política (casta para otros, cada vez menos cristalinos) se encuentra ayuna de crédito.
Vana es la confesión e inexistente el indulto ciudadano. Políticos y memoria
son divergentes. Se acuerdan de Santa Bárbara solo cuando truena. Compensa
semejante coyuntura el olvido contumaz que cultiva el pueblo español.
La anécdota imprevista
vino de Susana Díaz. Olvidado el viejo ábaco que la llevó al yerro electoral -en
un cálculo ingenuo- avista la segunda vuelta como tratamiento saludable y lenitivo.
Podemos y Ciudadanos le causan terribles molestias, hondos sufrimientos. A
ninguno le conviene atarse a un partido que transpira fracaso por todos los
poros de su piel. Ni siquiera les satisface el sacrificio del señor Griñán, en
el ara, para congraciarse con quien redima la investidura. Podemos, a la vez,
pudiera encarnar un Caballo de Troya mortal, concluyente. Mi ardor solidario me
incita a concebir pena por la señora Diáz. Pobre, siente el declive nacional
antes de disfrutar el albor andaluz.
Pedro Sánchez o el
PSOE, que tanto monta, no se cansa de desplegar una estulticia innecesaria.
Ahora va y declara que hará pactos con todos, excepto el PP y Bildu. ¿Qué oportuno
e inteligente estratega rumió semejante barbaridad? Omiten en qué caverna salvaguardan
su doctrina, arteramente antitética. Caminan rectos hacia el estadio testimonial.
Reclamamos menos insensateces y más propuestas que conduzcan, por fin, a ambas siglas
mayoritarias a una eficaz Política de Estado.
El PP pelea con empeño
para conquistar un trofeo muy reñido: el cetro del desatino. Llevan meses
blandiendo una bonanza económica que nadie, salvo ellos, avista. Es
incontestable el exiguo aumento del empleo, del PIB, la alegría suicida del
consumidor, etc. etc. ¿Alguien ha estimado cuánto va a incrementarse la deuda
pública y los impuestos a partir del próximo año? ¿Observan que todas las
obras, paradas durante tres años, se encuentran en plena vorágine? Digo,
afirmo, que no es oro todo lo que reluce. Me recuerda el debate Solbes-Pizarro -sin
dichos personajes- con los papeles cambiados. Entre tanto el PSOE gasta su
munición en la rancia amnistía fiscal. ¡Qué poca creatividad! De pena.
Salvo de esta aridez,
únicamente en parte, a Ciudadanos e IU. Aquel tiene un discurso moderado, pragmático,
eficaz. Debe, no obstante, mostrar una infraestructura firme porque, hasta el
momento, el peso lo lleva Albert Rivera. Nunca puede gobernar un partido que ofrezca
tan escuálida representación. Deja al descubierto verdadero tufo de cesarismo,
aún no usufructuado por los rivales, que choca o desmerece en un sistema
democrático, incluso a fuer de formal. Con pequeños retoques constituye vigorosa
alternativa de gobierno. Izquierda Unida puede desaparecer, a poco, en la
confusión o revitalizarse si encuentra pronto el camino correcto. Es el espacio
de la izquierda belicosa pero demócrata. Tiene un trabajo urgente y delicado.
Dentro del maremágnum
lamentable vivido esta semana, y que alcanzó el clímax con las declaraciones del
ministro Catalá, destacaremos una isla de elogio y bien hacer: la impecable respuesta
del gobierno ante la catástrofe de Nepal.
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