Cuando
alguien intuye un problema cercano, al acecho, el refranero popular -siempre
sabio- proclama que le ve las orejas al lobo. Parece probable que la
implicación temor y lobo arranque de una España perdida en los tiempos (ahora
apenas quedan lobos, aparte algunos bípedos, que causen estragos importantes).
De ahí el fundamento empírico del que surge nuestro proverbio. Sin embargo, la
actitud del individuo presa de semejante infortunio, encierra un amplio abanico
de respuestas. Los más turbados e irreflexivos, dominados por pulsiones poderosas,
emprenden una temeraria huida hacia adelante. Resta el pequeño porcentaje que
se somete al influjo ávido de la adrenalina y se prepara para una disputa incierta.
El
PP masca el fracaso que acopia su política económica. En la oposición proporcionaba
soluciones con aire de suficiencia. Hoy, un PSOE indigente, olvidadizo, cínico,
recomienda recetas que no quiso o no supo utilizar meses atrás. Cronos muestra
tajante, resoluto, la desvergüenza, el fraude continuo, a que nos somete esta
caterva de indocumentados (por utilizar un epíteto suave) que se autodefinen políticos.
Recuerdo, dominando la ira, cuando “expertos” prohombres -ubicados a la derecha
del hemiciclo- impartían doctrina económica al ejecutivo de un Zapatero nefasto,
tragicómico, que dejó un país para el arrastre. Pobre.
Don
Mariano, Rajoy, ahonda la crisis y deja al descubierto una ineptitud extraordinaria.
Todavía pretende sobrevivir del pasado, de un engaño heredado después del “ejemplar”
traspaso de poder, allá por la Navidad de dos mil once. Esgrimir a estas
alturas legados ruinosos para ocultar torpezas propias, tiene corto recorrido y
termina por aparecer el peligroso efecto búmeran. En menos de dos años, la
economía se ha deteriorado enormemente. Paro, deuda, déficit y consumo
presentan índices descontrolados o, a su vera, una temperatura gélida. Si
añadimos otras cifras coyunturales, asimismo bajo un presunto aderezo
culinario, constataremos el agravamiento paulatino de la situación global.
Sirva como apunte significativo, particular e inmediato, el hecho de que, de
mis cuatro hijos, dos (economistas ambos) están parados. Uno lleva varios años;
el otro, es incipiente.
Dicho
lo expuesto, la situación –dicen- mejora con ese añadido contradictorio, casi explícito,
de que tan esperanzadores presupuestos hay que tomarlos con prudencia. Algunos
responsables en la materia: Montoro, de Guindos, Báñez, etc. sustituyen
aquellos “brotes verdes” de antaño, tan efímeros que morían sin apenas iniciar
su ciclo vital, por señales nuevas pero igual de quiméricas. Aunque las siglas
sean diferentes (aun opuestas) la inoperancia, las mentiras, los métodos, los
abusos, hasta el afán de apurar la caja común, son idénticos, clónicos. Es una
demostración inconcusa -a pesar de los ímprobos esfuerzos que realizan determinados
comunicadores para demostrar lo contrario- del escaso denuedo con que nuestra
clase política, casta para muchos, afronta la ética social.
Tan
afrentoso escenario ha abierto los ojos al contribuyente (antes ciudadano) que despliega,
día a día, un desafecto definitivo -lo merecen, cuanto menos- hacia los
partidos mayoritarios. Todas las prospecciones electorales evidencian caídas inusuales
de PP y PSOE. Puede colegirse, con estos resultados, que el bipartidismo pasa a
mejor vida. No sería exagerado predecir la desaparición de los dos, a medio
plazo, si no emprenden con urgencia su total restablecimiento. Los retoques resultan
insuficientes. El señuelo encandila pero, a la larga, agota cualquier prestigio.
Para nada, es mejor abstenerse de hacer algo porque este escenario camaleónico
pudiera mantener salvas futuras expectativas.
Confío
poco, mejor dicho, recelo totalmente en la inteligencia del político. Cálculo e
incentivos son lastres que enturbian el natural discernir y proceder. PP y PSOE
le han visto las orejas al lobo. Inquietos, empiezan a tomar medidas para
defender sus privilegios (patente de corso, para algunos) y alejar ulteriores competidores
a esa carroña en que han convertido el país. El aumento exponencial de IU,
UPyD, incluso C’s (Ciudadanos) si diera el salto al ámbito nacional, amén del
batacazo que se pronostica a ambos partidos mayoritarios, ha conseguido lo que
jamás logró el interés general: alcanzar acuerdos plenos. Deben reconocer la
dificultad que entrañará formar gobiernos estables, tranquilos. Uno y otro
temen colaboraciones con la exigencia firme de cambios en la Ley Electoral y el
consiguiente reparto de la tarta.
Ayer
se escenificó el primer acto de esta defensa mutua. La excusa fue el apoyo
institucional del PSOE al ejecutivo para fortalecer la posición de España en el
próximo “tour de force” europeo. Sospecho que el verdadero fondo tiende a
confundir al personal, levantar una cortina de humo que difumine u oculte la
realidad. Pretenden, al final, llegar a acuerdos de legislatura, sin levantar
sospechas, para que Rajoy y Rubalcaba (totalmente amortizados) sigan, pese a
todo, en sus respectivas poltronas protagonizando gobiernos que prodiguen viejas
y nuevas concesiones. Tras el hallazgo espectacular de la autarquía democrática,
sólo les queda -al estilo del sabio griego- entonar a dúo un armónico y glorificador:
¡Eureka!
Días
de vino y rosas, en este entorno dramático para muchos españoles, suelen traer
inesperadas tormentas políticas. Ándense con cuidado, ciegos y sordos que viven
del erario.
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