viernes, 3 de julio de 2020

EL PROYECTO PRIORIZA A LOS MEDIOS


Generalmente, quienes pretenden cambiar el statu quo mediante golpe de Estado o subversión encubierta, procuran tener varios planes con diseño cauto, progresivo y alterno. Sin embargo, es infrecuente que partidos opuestos a tales afanes terminen aportando complicidades, presumo, involuntarias. Ignoro si les falta agudeza o se abandonan a viejos complejos de origen postizo. La izquierda patria (que no patriótica) les ha tomado el pulso a PP y Ciudadanos que reciben trémulos, permeables, una propaganda ridícula, casi caricaturesca. Nada más absurdo, chispeante e inicuo que carguen con el apelativo “franquistas” y al mismo tiempo les endosen un revanchismo contrahecho. 


Avizorando el presente nace una inquietud profunda, lamentable; probablemente aciaga. Solo necesitamos observar signos, acontecimientos, para concluir que una de dos: Sánchez se eterniza en La Moncloa o, peor aún, alguien pretende contravenir el orden constitucional y democrático. Sánchez nos llevaría al abismo; asaltar el sistema traería irremediablemente penuria y atropello. Los últimos acontecimientos han dejado claro aspectos que ayer nos hubieran parecido ilusorios. “El movimiento se demuestra andando”, frase atribuida a Diógenes, es de giro común en media España. Si la limitamos al escenario político, ninguna sigla sale bien parada; pues la que no cojea, renquea.


Progre es un rasgo que se atribuye la izquierda (disgregadora, radical o sanguinaria) en franquicia, de forma exclusiva; por tanto, se arroga una apropiación ilegítima, insidiosa, hipócrita. Acostumbra aplicarse al individuo que tiene un concepto de la vida avanzado e innovador. O sea, persona que debiera ser solidaria, justa, de acendrados valores éticos, generosa, sacrificada, democrática. En definitiva, idealista. Desde noviembre padecemos un gobierno “progre” con lo que ello debiera suponer. Por el contrario, cuando el Congreso quiso bajar el IVA de las mascarillas al cuatro por ciento, PSOE y Podemos, entre otras siglas de izquierda (“progres”), han votado en contra. ¡Viva la progresía!


Insisto, estos aventureros vagan entre ostentación y detentación del poder. No ya desde un marco de legitimidad, que también, sino centrándonos en el censurable aspecto disidente, poco modélico, equívoco. Recatos confinados por la coalición social-comunista sin dolor de corazón ni propósito de enmienda. Se sienten seguros, apoyados misteriosamente, por una nutrida e irresponsable caterva de dogmáticos votantes (llegado el momento) y por grupúsculos parlamentarios que buscan la voladura del país, bien disgregándolo, bien quebrando el sistema constitucional. No olvidemos tampoco que Ciudadanos y PP, sobre todo aquel, gustan hacer la goma -en términos ciclistas- para no acompañar a Vox: teórica, descalificada y “extrema” cola del pelotón.


Que vamos derechos al desastre no debe ser novedad para nadie. Sin embargo, al analizar motivos y soluciones viables se suelen cometer obstinados traspiés por el personal y extravíos vergonzosos de los propios partidos tildados derechistas. Ambos se engañan como quien experimenta dependencia especulativa porque “necesidades imperiosas” le crean apariencias con visos de realidad. El ciudadano, dócil a la propaganda demagógica, afianza su voto sobre prejuicios falsos. PP y Ciudadanos, rechazando complejos, deben planificar estrategias que les lleve al gobierno con el apoyo imprescindible de Vox. España saldrá del marasmo cuando el farsante sea expulsado del gobierno. Ahí debe esforzarse la derecha. Con el fatuo displicente que pacte quien quiera. No y no.


Veamos. Un sanchismo huérfano de decencia y Podemos (izquierda comunista, totalitaria, extrema) forman la base de esa empanada hecha con ingredientes nocivos para el cuerpo nacional. Ninguno, que yo sepa, pone objeciones a pactar, aunque haya siglas de derecha burguesa (PNV y JxCat), independentistas radicales (ERC teóricamente de izquierdas), de ascendencia terrorista y entes unipersonales. Su doctrina común es continuar en el poder unos y aprovechar su debilidad otros. PP y Ciudadanos tiemblan cuando son hermanados con Vox y se desintegran si los adjetivan de extrema derecha. Con esa estrategia, salvo muy probable terremoto económico, Sánchez se eternizará en el poder. ¿Pensaban ustedes experimentar tanta necedad? He aquí la prueba evidente.


PP y Ciudadanos no perciben la política de bloques iniciada por Zapatero y llevada a la máxima expresión pos Sánchez. Ignoran que el principal problema es la continuidad de un ejecutivo que vulnera leyes y Constitución. Asentado sobre partidos de dudoso pedigrí democrático y evidente deslealtad constitucional, el gobierno ha engullido los poderes legislativo y ejecutivo. Tiene al alcance de la mano el poder judicial y piensa “domar” cuantos medios quedan fuera de su influencia. En definitiva, si el sanchismo ocupa los tres poderes clásicos del Estado y “somete” al cuarto poder con misión de contrapeso o tutela del individuo, adiós democracia. ¿Alguien se explica qué razón existe para subvencionar medios privados contra sus propios principios anticapitalistas? Según parece, quieren controlar los medios antes que el poder judicial.


Gramsci proclamaba que la hegemonía cultural es indispensable para que el comunismo afiance su propia clase. Hoy, mayoritariamente, los medios audiovisuales se encargan de “fabricar” cultura. Cierto que la sociedad demanda programas insustanciales que terminan ocasionando un adoctrinamiento sibilino, pero eficaz. Pese a no protagonizar toda la culpa, hay comunicadores que descubren su afección, tal vez pleitesía, a Iglesias defendiendo lo indefendible. El proceso Dina ha ocasionado expresiones tan absurdas como: “que acabe imputado Iglesias es un estrambote y deja mal el sistema judicial”. Autor tan fanático deja, además, la crónica periodística en muy bajo nivel literario. 


Sánchez, amén de un conducirse cuanto menos desconcertante, quiere terminar con Javier Moreno, director editorial de PRISA y de El País, porque mima a Felipe González y Cebrián. Tal vez sea el único medio “progre” que disienta de las tesis gubernamentales. Ego desenfrenado y tics totalitarios le impiden consentir desertores en sus partidas pertrechadas para la propaganda, único ministerio eficaz como cabe en la filosofía nazi o leninista. Si lo consigue, tendrá a su servicio la práctica totalidad de medios audiovisuales, papel y digitales. Con esto, media España subsidiada y el bloque “feliz”, tendremos la falsa democracia ensayada durante casi cuatro décadas en Andalucía. Sin prisas (no PRISA), pero sin pausas.


Vox -por estrategia o clarividencia- vislumbra diversas situaciones, maniobras, que otros consideran usuales. Desconozco qué razones les lleva a considerar normal que el Parlamento esté dos meses prácticamente inactivo, que el mayor oscurantismo se apodere de un gobierno hosco, que alguien sea multado, verbigracia, por llevar la enseña nacional. Callo presuntas prevaricaciones respecto a la pandemia, su gestión, falsedades y consecuencias. Asimismo, emplazo para otra ocasión conductas graves (en formas y fondo) a la ortodoxia democrática. ¿Alguna sigla piensa oponerse de verdad al proyecto?

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