Rechazo cualquier
afirmación rotunda, pues frecuenta poca verdad e inflado populismo. Dado su
histórico arranque debería negarme a concretar quien adujo, ahora, tan
insensato venteo. Empezaré por decir que los protagonistas de tan sorprendentes
conclusiones son políticos o cercanos en ejercicio. Ignoro si sus capacidades
intelectivas superan la media o nos hemos topado con un gremio turbulento, atiborrado
de lastre. Yo, pobre consignatario de palabras y hechos, entresaco, expongo,
tal vez enfoque, los que llaman mi atención; tanto por interesantes cuanto por
absurdos. El aprendizaje necesita razones, rudimentos, que sean paradójicos,
divergentes, incluso algo desatinados. Solo así aprestaremos las herramientas
idóneas para llegar al fondo de las cosas.
Vicent Sanchís, director
de TV3, se dejó decir: “Cataluña continúa manteniendo a España fiscalmente. La
única alternativa es la independencia”. Semejante verdad a medias y arbitrario
colofón, implica que dicha Comunidad, previo al sueño, mantiene con vida
económica al resto del país, cual gotero oportuno y vivificador. Olvida que su
mayor contribución corresponde al IVA que recaudan empresas con domicilio
fiscal en esa Comunidad y que abonan todos los españoles. La experiencia
muestra que solo un planteamiento, más o menos quimérico, ha forzado la huida
de miles de compañías a otras Comunidades. Este hecho inequívoco disminuirá
notablemente su participación fiscal. Si la independencia fuera una realidad,
Cataluña -perdón, la república catalana- terminaría siendo un espacio económicamente
exiguo y un país rechazado. ¿Atomizar la UE? El endeble globo del aturdimiento explota
antes o después.
Un gobierno superado por
los acontecimientos, y por una oposición antipatriota e insensata, siente la
necesidad imperiosa de oponer mensajes o eslóganes repletos de similar desatino.
Así, algún representante oficioso insiste en afirmar que el “procés” está
descabezado. Otra media verdad con parecida sustancia a la del párrafo
anterior. Hay, sin embargo, una gran diferencia. El señor Sanchís puede
expresar lo que le venga en gana expuesto solo a la mofa colectiva. Nuestro
gobierno no puede caer en aserciones inconsistentes, falsas, porque daña el
crédito español. Semejante detalle constata que los políticos ejercen su personal
y mísera representación. Ninguno merece un mínimo de reconocimiento ni lealtad,
aunque todavía no se haya envilecido al saborear las mieles del poder.
Si el director de la,
siempre polémica, TV3 cree que Cataluña es el tónico de España, especula que
estamos sufriendo una septicemia mortal. Pese a la poca solvencia, no tengo
reparos en aceptar cuánta razón lleva al suponerlo indirecta y lamentablemente.
Lo que calla de forma ladina es la notable infección aflorada por bacterias
catalanas. Podríamos citar otros miles de casos extremos, pero voy a detenerme
en alguno significativo, amén de irrelevante. Como ejemplo nada extraño, Pedro
Sánchez. Piloto audaz, látigo incansable, de las pensiones públicas, parece
tener un plan privado que supera los ochenta y cinco mil euros. Predicar con el
ejemplo constituye una merma impresa a fuego en el político de turno.
A estas alturas, la
gente, el populacho, se pregunta quién sufraga los costosos dispendios
originados por los “exiliados” del “procés”. Hacienda tiene respuesta a la
madre del cordero. Asegura que el “govern” controló cuatro mil millones de
euros públicos en pleno golpe. Se debieron a la emisión de deuda autonómica
comprada por bancos concretos. Tal noticia explica de dónde sacan para tanto
como destacan. Aunque pase desapercibida, esta nocturnidad y alevosía, además
de los matices probatorios, sugiere una circunstancia agravante que el juez
instructor deberá contemplar.
Luego surgen veleidades
procedentes de personas frívolas, huecas, necias. Forman la élite que
entretiene, divierte y redime a quien brega con denuedo para mantener a
aprovechados y sinvergüenzas. Los últimos días son ricos en anécdotas. Una,
propia del bombero torero, tiene pinta de convertirse en trascendente. Empezó
chorrada y va a terminar como Cagancho en Almagro, según las crónicas taurinas.
Se trata del máster de Cifuentes. El Diario punto es publicó las divergencias
entre presunta realidad y lo revelado a propósito del máster de la presidenta,
años atrás. Prurito y porfía va a terminar con dimisión o cese forzado de doña
Cristina porque una pequeñez la han convertido en alimaña sanguinaria.
Existen también
esperpentos, impropiedades, celos, quisicosas. Ocurrió la misa de Pascua entre
una princesa, una reina y otra reina abuela que sufrió los insolentes modales de
las anteriores. Nadie duda no ya del hecho sino de su alcance. Es un síntoma
irrefutable de cierto olor a podrido, de ultraje consuetudinario. España lleva
mal camino, al menos una trayectoria incierta. Y no se ven visos de reflexión
ni cambio en el horizonte inmediato. Antes bien, vamos lentos pero derechos a parajes
ya conocidos y de atroz localización.
El gobierno, a mayor
gloria, acrecienta la gravedad actuando de forma irresponsable y siniestra.
Tras adosar la crisis a las espaldas de la clase media sigue un maltrato
inexplicable y letal. Depauperada, mísera, recibe golpes e injusticias de un
gobierno que parece la madrastra de Cenicienta. Mientras nos ahoga con
impuestos para mimar a golfos, permite -verbigracia- la preinscripción solo en
catalán desoyendo a quien quiere la enseñanza en castellano. ¿Pues no rige el
artículo ciento cincuenta y cinco? Permite, sin objeciones, que el señor
Torrent acepte el voto delegado de Puigdemont (medio perdonado por un tribunal
alemán, que tiene guasa) en el Parlament. Todo ello al inicio de un nuevo
periodo fiscal, banderillas de fuego para una sociedad al límite de la
paciencia. Encima, surge la noticia de que el gobierno ha de perdonar ciento
noventa mil millones de deuda autonómica y municipal. ¿Saben quién la pagará al
final? ¿Dónde se encuentra la justicia y sensatez de este gobierno? No me
extraña que un abogado catalán termine por sugerir, justo al contrario de EEUU,
que Cataluña es una nación sin Estado. Qué pena de gobierno y oposición.
Permítaseme el inciso.
Acabo de escuchar un dislate infinito. Monedero, suelta: “La facultad de
políticas de la Complutense ha venido a actualizar la política española”. Se
necesita un par para semejante osadía, juzgando frescas -con inconmensurable
cinismo- ciertas tesis político-sociales y económicas del siglo XIX.
No hay comentarios:
Publicar un comentario