El País propició un
debate a través de internet que, aparte de marcar un hito en la historia
electoral, tendrá implicaciones escasas si no nulas. Salvo jóvenes internautas
-y algunas decenas de miles, seguidores de 13Tv- el resto sobrellevó tan infrecuente
penuria informativa. No niego la novedad tecnológica ni el éxito, en ese campo,
que supone abrir el camino, pero dudo de su eficacia cara a la praxis.
Pareciera una competición artificial, sin pasión, sin rivales, de la que se
desprende como único triunfador un muestrario de abalorios. Tuvo tan poco contenido
que el alma del mismo estuvo en la incomparecencia de Rajoy. Destacaba, sobre
todo y todos, el atril vacío. En su desnudez se centró el debate como si una
fuerza superior o dirigida obligara a escuchar un mensaje silencioso. Ignoro si
fue causa del azar; aunque temo que una mente sibilina, juguetona, se conjugó
con la táctica infausta de resaltar ausencias, por parte del trío, para (desatendidos
programas y propuestas) enviar dardos de baratija a quien no podía defenderse.
Y eso, en este país donde el débil es sacrosanto, ocasiona duros rechazos.
Desde Zapatero, nunca se lo pusieron tan fácil a Rajoy. Y creían que lo
engañaban.
Aquí, más importante que
el autor suele ser quien lo reescribe o interpreta. Después de Cervantes, se
han escrito mil Quijotes en que (respetando hechos y personajes) símbolos,
objetivos y motivaciones fueron certeros, a veces; otras, extraños en razón de fechas
y exégetas. Tras la espantada de Rajoy, y la menos entendible negativa de ser
sustituido por su vicepresidenta, tertulianos con diverso pelaje y parecidos
intereses se dispusieron a repartir objeciones y encomios. Hubo decenas de tertulias
que reconstruyeron minuciosamente la ceremonia; en algunos casos, nada que ver
con el original. Sin mirar, solo por los pronunciamientos fervorosos o malévolos,
uno podía distinguir a qué medio, asimismo señor, servían. A buen seguro buscan
un paraguas aparente aunque puedan discrepar del loado. Los tiempos que corren
impiden conciliar ideología y recato profesional. Surgen disensiones que se
matizan por supervivencia, dejando entendimiento y mesura para épocas menos
conflictivas, menos predecibles, menos neuróticas.
Bastantes de estos
oráculos pronosticaron que Rajoy hizo mal, marchitó su campaña por mor del
vacío atril. Otros, gozosos o a las puertas del banquete, loaron tal negativa
debido -según ellos- a la penuria argumental desplegada por quienes hicieron
acto de presencia. Para ese viaje, mantenían, no se necesitan alforjas. Cierto
que las propuestas fueron sustituidas por la censura al ausente, a su talante
huidizo. El ciudadano quiere soluciones, no maniobras de desprestigio. Sin
embargo, y a pesar de que el trío pisó a fondo el acelerador inclemente, la
verdadera rémora estaba allende ese atril acusador; se debatía entre el
tactismo y la cobardía, vicios que se saldan con un costoso peaje.
Estoy seguro de que
nuestro presidente lleva tiempo maltrecho. Es difícil perder sesenta diputados
de la noche a la mañana. No ya por la subida de impuestos; tampoco debido a casos tan mediáticos como
Gürtel, Bárcenas, Púnica o Rato, reavivados en algunos medios que se encelan
por el eco de un prurito progre. A Rajoy lo va a destruir la frustración colectiva,
acaso una difundida impotencia fraudulenta. Pobre PP. Sánchez y el PSOE
seguirán sufriendo aquel desastre llamado Zapatero, agravado por esa
legitimidad democrática que ha brindado a Podemos el actual Secretario General,
al ofrecer y consentir apoyos. Ellos -un partido populista a la izquierda de IU
y con serias dudas sobre su pureza democrática, pese a diferentes máscaras-
consiguieron el pedigrí gracias a la adversa política de alianzas de Sánchez.
No obstante, si nos fijamos un poco, al santo se le ve siempre subido a la
peana. Don Pedro, con estrategia errónea, pretende ocultar un suspenso y va a
conseguir un descalabro insólito, amén de radicalizar el partido que debiera
ser fiel representante de la socialdemocracia europea.
La encuesta del CIS tiene
demasiada sustancia que digerir, pero eso lo trataremos la próxima semana.
Tengan paciencia y resignación ante la campaña que se avecina. Quizás interese
efectuar una cura de reposo; es decir de ojos ciegos y oídos sordos.
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