Voy
a tomarme una pequeña licencia. Hoy no disertaré de política pero sí de
prebostes y adláteres. Cierto es que nombrar la soga indica, de alguna manera,
referirse al ahorcado. Lo haré, con todo, de forma tangencial, poniendo el foco
sobre la envoltura que sustrae entraña al producto. Emula a aquellas cortezas
cuyas propiedades medicinales, preventivas, eclipsan las nutricias y gratas del
fruto. Permite un tratamiento desenfadado pero el trasfondo rezuma la misma circunspección,
parecido rigor, que conseguiría un proceso explícito. En estos asuntos, airear
las vacuidades del hombre público permite concebir qué recorrido puede esconder.
Para Balzac, el vanidoso no tiene algo mejor que ostentar. Umberto Eco da en el
clavo cuando mantiene que el hábito hace al monje.
Durante
unos días el protagonismo mediático cambió de manos, al menos de hechuras. Disminuyó
el interés que provocan -por reiterativos, espinosos- los temas capaces de
mantener en vela a los españoles. Nos hemos dado un respiro con el auxilio
necesario, quizás interesado, de quienes deciden qué toca ver y escuchar. La
noticia del doble y falso doctorado (filología castellana y catalana) de Pilar
Rahola produjo un despelote general. Desde luego su verbo vehemente, osado,
pintoresco, le procura méritos para tenerlos de hecho; como mínimo el de
castellano, a su pesar. ¿Merece tanta pulla? No. Aparte las razones puramente
retóricas, vertebrales, existen otras de plena gratitud aunque más livianas. ¿Olvidaremos
tan pronto aquellos debates inigualables, fogosos, heteróclitos? ¡Qué instantes, cuánta holganza expiada!
Gracias. Jamás tuvo ningún cargo ejecutivo y, por tanto, su quehacer político
lo ha regido el acierto y la honradez. Cuántos honores se han concedido con
menor decoro, desproporcionados. Pobre Pilar. Qué fácil es caer en el
encanallamiento.
Otros
políticos con más alcurnia (no necesariamente pedigrí) atesoran doctorados fraudulentos
cuando su formación alcanza, rapado, la licenciatura. Casi todos los medios,
asimismo la ciudadanía, suelen darles un trato servil, piadoso; inmerecidamente
exquisito. Ignoro tan desmedido afán de una vanagloria rácana. Sin embargo, fue
Roldán el primero en falsear un currículum portentoso, envidiable. Así lo
aseguran las crónicas. El plurilicenciado director de la Guardia Civil sólo
estudió algunos cursos de sociología en la UNED, al parecer. Le cabe el honor
vil de mostrar un camino indecoroso a correligionarios o antagonistas que han
seguido sus pasos. Austero en cualificación, pues nunca envolvió sus “títulos”
en dignidades doctorales, se convirtió en ubérrimo universitario aportando
diversas titulaciones. ¿Quién si no podía dirigir mejor el emérito cuerpo?
Tanta sabiduría le permitió desvalijar presuntamente incluso lo reservado para los
huérfanos.
Menos
jactanciosos, altos responsables de los gobiernos postreros -ellas y ellos- se satisfacen
acomodando trola e indefinición. Realizó estudios de… conforma el añadido habitual
del preboste iletrado. Abunda, está masificado, el grupo de políticos adscritos
a cualquier sigla que excusa su complejo mediante tal fórmula. Comporta, por
demás, una declaración irrefutable de inopia, de incuria cultural. Por piadosa
discreción me abstengo de citar nombres que pueblan mentes y recuerdos. Sí digo
que configuran el paradigma de aquellos individuos cuya desvergüenza y miseria
moral les lleva a detentar un ascendiente bastardo. Les inculpa su falta de
principios, la disipación. Lo demás les absuelve, incluyendo el error de
mitigar un currículum intelectualmente laxo.
Hay
una divergencia clara entre titulación académica y eficiencia gubernativa. Los
ejecutivos de Zapatero, incluyendo al presidente, se constituían con personas
indoctas de derecho y aun de hecho. Por el contrario, Rajoy y sus ministros
cuajan un gobierno atestado de profesionales reconocidos y opositores de alta
excelencia. No obstante, ambos resultan igualmente anodinos. Se deduce, pues,
la nula conexión entre academicismo y práctica gestora. Platón reivindicaba el
filósofo rey o el rey filósofo como vínculo ideal. El marco empírico demuestra
cierta superioridad de la voluntad sobre el entendimiento.
Todos,
asimismo, compiten en desatino. Gustan desplegar escaso, si no nulo, sentido
común. El PP hace esfuerzos ímprobos por torcer el camino que le marcaron los
españoles hace dos años. Al atajo innecesario, oneroso, se oponen dos partidos
noveles (Movimiento Ciudadano y Vox) que encuentran un caldo de cultivo
vivificador cuando sus correligionarios los etiquetan de ultraderecha. Esta
estrategia de “tierra quemada” puede quebrar los cimientos programáticos del PP
y con ellos su propia existencia. Mientras el PSOE quiere aglutinar a UGT,
CCOO. ONGs, “mareas” de educación, sanidad y servicios sociales, además de
feminismo, ecologismo y a la izquierda del PSOE, en especial IU. Peca del mismo
vicio. Destruirá cualquier venero ideológico en una defenestración suicida.
Proyectan revivir un Frente Popular maléfico, inverosímil; sin homologación
posible con la Europa actual. Algunos, que se autoproclaman progres, apetecen retrotraernos
al siglo XX, a un periodo penoso de la Historia Mundial. Siguen sin asumir la
derrota que ellos mismos propiciaron y que Besteiro predijo con exactitud.
Un
tópico insustancial indica que “doctores tiene la Iglesia”. Falso, incluso con
interpretación favorable del enunciado. Fuera de ella también abundan. Ello no
es óbice para que advirtamos, en cualquier caso, el empuje demoledor del capricho;
lacra innoble con o sin títulos.
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