El ladino Rubalcaba, aventajado discípulo de
Maquiavelo, pretende lavar su rostro marcado por las asperezas gubernamentales
en dos ejecutivos diferentes. Ambos tuvieron un final lamentable, desastroso,
insólito. La contribución de nuestro personaje no estuvo protagonizada por la
apatía, el desacuerdo o la deserción. Antes bien, desempeñó un papel definitivo
en aquel lejano, roído por la corrupción y los GAL, y en este próximo, claro
manifiesto asimismo de ruina política, económica y moral. Exhibe abultado
currículum vitae como factótum a la sombra de González y a la par de Zapatero,
para hacerse de nuevas e intentar (limpio, sin mácula) la catarsis urgente.
Cómo estará el PSOE para ver en él al César que pasará el Rubicón, cuando sólo
es (lo indica el tópico) un bombero pirómano.
Ayer, en el
Palacio Municipal de Congresos de Madrid, ante la plana mayor, prensa (en gran
medida domesticada) y con el vigor que imprime una multitud de conmilitones en
paro, Pe Punto -escorado a la izquierda, (un derrote oportuno)- fue desgranando
ideas y proyectos inverosímiles; salvo el hecho, nada probable, que lleve tres
lustros tomándonos el pelo. Previa a la escenificación se dejó oír aquella llamativa
frase: "sé cómo salir de la crisis y crear empleo", azote para cinco
millones de ciudadanos que sufren, además, la indignidad de escuchar impúdicas
ocurrencias procedentes de aventureros, algunos iletrados, satisfechos. Allí,
Alfredo aleteaba un falso poder, una vana esperanza impregnada, cual Ícaro
moderno, de ilusiones que pueden derretirse. Tras el pregón, exclusivo para la
concurrencia presente y la feligresía fiel, queda el eslogan cuajado de
cinismo, "la política hay que hacerla completamente limpia" y la nada
en penumbra.
Dudo que
esta treta ideológica minimice el fracaso electoral, pero agravará seguramente
la estéril trayectoria partidaria emprendida por Zapatero. Nadie que sea causa
del problema logra, a su vez, fundamentar la solución. El PSOE perderá, al
menos, cuatro años en hallar a alguien, exento de mancha, sin contaminar, que consiga
restituir credibilidad, ética y compromiso nacional, a un partido envilecido
donde pululan intereses bastardos, incoherencia y falta de perspectiva política;
todo ello envuelto en un método sectario propio del siglo XIX. Le auguro un
largo periodo en la oposición. Es preciso para renacer y, de rebote, coadyuvar
al rescate del país.
Por todo lo expuesto, Pe Punto no es un punto final, ni siquiera un punto y coma; es un punto y seguido.
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